5 - No pude alcanzarte.

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- "Sí le tocas un pelo a Cherie, te mataré."

Eso me sorprendió. La espalda de Hanamiya-san, ancha y fuerte, era la barrera que me protegió de los arrebatos de Léa, en su rostro se formaba claramente el odio contenido, como si un demonio se hubiese apoderado de ella. Un escalofrió me recorrió la espina, dándome un mal presentimiento y lleve inconscientemente una mano hasta mi barriga. La rubia salió corriendo, llorando casi como una niña pequeña a la que no le cumplían un capricho, Makoto se giró hacia mí, su rostro mostraba algo de fastidio, di una pequeña disculpa por lo ocurrido a lo cual él respondió con una mirada escurridiza. Esa misma noche Hanamiya-san había ordenado que la habitación junto a la suya fuese arreglada para mi descanso, sin duda aquella era más grande y por lo que pude entender sería mía y para él bebé.

Y tal como lo anuncio el líder, al día siguiente ambos estábamos en el registro de matrimonio firmando aquella hoja solo por compromiso, miré el anillo adornando mi dedo anular, frio aunque brillante, se suponía que toda mujer estaría feliz el día de su matrimonio, que llevaría un vestido blanco y se añade más felicidad si el hombre que te esperaba en el altar era el indicado, aquel que sonreía al verla, que tenía planes con ella para el futuro... Yo no tenía nada de eso.

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En los días siguientes la comunicación con Hanamiya-san era escasa, hablábamos lo justo y necesario sobre las labores del hogar y pocas veces nos encontrábamos, ya que al parecer estaba en marcha con un nuevo álbum para la banda, y eso hacía que pasara todo el día en la sala de música. Aunque no pareciera Kirisaki Daiichi tenía muchas canciones que hablaban de amor, todas eran escritas por Hanamiya-san, él era un maestro de la mentira, ¿Cómo podía escribir de amor si no lo conocía? Era un maldito genio.

Léa casi ni dirigía su mirada a mí, era como si su presencia pasara desapercibida, cosa que no me agradaba para nada, y su molestia aumento cuando Hanamiya-san comenzó a comprar las cosas para su hijo. Ya con siete meses de gestación el nacimiento estaba muy cerca y nuestra habitación ya comenzaba a tener adornos infantiles, especialmente de niño. En una de las visitas al médico pude saber el sexo de mi bebé, era varón pero aun no tenía un nombre en mente. Una tarde en que el sol brillaba cálidamente, decidí comprar algo de ropa para el nuevo integrante, para mi mala suerte ninguna de las chicas pudo acompañarme, en un segundo paso por mi cabeza pedirle a Hanamiya-san que me acompañara pero... sería un error. Él y yo no éramos una "familia" a pesar de que tendríamos un hijo, yo solo era el recipiente de ese niño y él el sujeto que lo engendró. Sabía que él iba a querer tener el control de ese niño así como lo hacía conmigo, era algo a lo que estaba dispuesta a ceder ya que él podía darle todo lo que yo no tenía. Hanamiya le ofrecería una vida ostentosa y sin preocupaciones, en cambio yo le daría todo el amor que seguramente no vería por parte de su padre, ya que ni siquiera sentía alguna pisca de afecto por mí, o al menos eso era lo que siempre pensé.

Salí de casa por la parte trasera, allí no se aglomeraba tanta gente y quería seguir siendo un secreto para todos, ya que Hanamiya-san tampoco había divulgado información que sería padre. Camine sigilosa y mirando de vez en cuando a mis espaldas para confirmar que nadie me siguiera, pero a pesar de ser cautelosa no pronostique que alguien me hubiese encontrado. Al girar en una esquina para buscar un taxi, frente a mí se juntó un grupo de chicas; llevaban vestimentas oscuras y su cabello atado en una coleta, alrededor de cinco mujeres, quienes se acercaron a mí con una extraña sonrisa en sus rostros.

- ¿Esta es la escoria? -soltó una de ellas, asiática.

-Ella es -afirmó una castaña de ojos verdes -según la descripción de Léa.

Black Cherry [Hanamiya Makoto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora