CAPÍTULO 5

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(Colin)

Scarlett golpeaba a Sigma como si hubiese aprendido la técnica de memoria. Esquivó un golpe que él intentó proporcionarle y lo arrojó contra el espejo. Ella estaba perdiendo el control, cegada por el enojo. Tenía que frenarla, antes de que pudiera terminar mal. No me preocupaba en lo absoluto la vida de aquel hombre, pero sí quería conservar la mía. Sabía que, si algo le sucedía a él, nosotros tendríamos que pagar por los daños más tarde.

Ares se me adelantó y la agarró, ligándose un golpe por parte de Scarlett, al intentar frenarla. Fui a ayudarlo y juntos, logramos retenerla. Su cuerpo se movía, frenéticamente, intentando liberarse, pero no hubo caso. Éramos dos contra una.

De un momento a otro, un suspiro involuntario escapó de sus labios rosados y hubiese llegado a derrumbarse de no ser por nuestro constante agarre.

Ares me empujó a un lado y la subió sobre la mesa de vidrio, que descansaba en una orilla del cuarto. Estaba pálida, a excepción de sus mejillas rojizas. Era sorprendente su estado de tranquilidad al estar desmayada. Ni siquiera yo podría creer que esta chica era capaz de lastimar a una persona.

Seguí recorriéndola con la mirada, tratando de apreciar su lado no letal hasta que divisé un gran rasguño en su pierna. Al tener los pantalones recogidos, pudieron lastimarla.

Inmediatamente entraron tres mujeres con una camilla en manos, para asistir a Scarlett. Ares la cargó, otra vez, y la depositó en ella. Tan pronto como entraron, abandonaron la sala.

Sigma se había levantado. Se acercó hasta una cajonera y de allí sacó un pedazo de algodón y agua oxigenada para frenar el sangrado en su nariz. Morfológicamente, solo se le notaba un corte en la ceja, quizá por algún pedazo de cristal que llegó a cortarlo, pero nada más que eso.

—A usted sí que le gustan los escándalos —dijo Ares, acercándose hacia él, amenazante.

Antes de que pudiera tocarle un pelo a Sigma, apoyé una mano en su pecho y lo retuve. Era preferente evitar la violencia mientras estuviéramos dentro de este lugar.

—¿Qué hizo para que ella quedara en ese estado? —pregunté, intentando sonar cuerdo—. ¿¡Por qué intentó dispararle!?

—Tranquilo, Hard. —Me apuntó con su dedo índice. Odiaba que la gente me señalara, esa acción me hacía sentir inferior y eso me enfurecía—. Leí tu expediente, así que tranquilízate. De no ser así, tengo más balas para recargar mi pistola.

Intenté respirar.

¿Acaso intentaba amenazarme?

—Si quieres, puedes desquitarte en tu habitación. Allí hay una cabina con armamentos. Sé que tu destreza es el tiro con arco y creo que esto tendría que agradecérselo a Esteban, tu padre, ¿no?

Estaba intentando provocarme. El muy imbécil, sabía más de lo que yo creía sobre mí mismo. ¿Acaso tenía toda mi vida documentada en un video? ¿Cómo ha sabido lo de mi padre?

—Ah, cierto que él murió por enseñarte a usar eso. —Rio sádicamente—. Además, admito que tu puntería fue excepcional, nunca fallas.

«Tranquilízate», intenté autocalmarme.

—Cállese de una vez. —Lo interrumpió Ares—. Usted no tiene necesidad de meterse en los asuntos de mi hermano, maldito cobarde.

—¿Yo? ¿Cobarde? —Fingió estar ofendido—. ¿Qué te hizo pensar eso, Ares?

—Quizá el semejante rasguño que dejó en la piel de Scarlett. Veo que las artes marciales no son lo suyo, doctor.

—¡Qué inteligente! —comentó en tono burlón—. ¿Por qué crees que llevo una pistola escondida en un anillo? Ya salgan de aquí y vayan directo a su cuarto, los autorizo a pasar a comer algo por la cafetería, pero solo porque hoy tengo ganas de ser una mejor persona.

No Soy una Falla ||LIBRO 1||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora