Capítulo 22.

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Pov's Stephen.

—¿Quieres arrancar de una puta  vez?— Le pregunto a Alex frunciendo el ceño.

—No arranca— Responde él.

Abro la puerta y la cierro hechando humo. Todo está saliendo como una mierda.

Estoy deseando perder de vista a la niñata, ya que mi humor está así gracias a ella. Sé que no me ha hecho nada pero esque ese es el problema.

¿Por qué no me pegó?

Simplemente es demasiado buena.

Tenía pensado besarla de nuevo pero se pondría de mala leche y me estaría molestando todo el día. Por lo menos conseguí ver esa suave piel de nuevo, aunque esta vez en una situación mejor.

Es demasiado tonta para darse cuenta de que se muere por mí.

Bueno, ¿quién no lo hace?

Levanto el capó y observo como todo se encuentra en orden.

—Todo está bien— Digo entrando al coche.

—Por supuesto, nos falta gasofa— Espeta.

Ruedo los ojos.

—¿Qué pasa?— Pregunta Emily.

—Tu noviecito olvidó echar gasolina— Digo con burla.

—Steph...— Amenaza ella con los dientes apretados.

Aguanto una carcajada.

—¿Ahora qué hacemos?— Pregunta Alex pasando su mano por su pelo.

—Ir hasta un sitio donde podamos llamar o conseguir gasolina— Digo.

Los dos asienten mientras abren la puerta del coche, la niñata ni siquiera se mueve. Se encuentra con la cabeza apoyada en la ventana mientras con su dedo hace dibujos abtractos en ella.

Salgo del coche confuso, ¿qué le pasa?

¿Y desde cuándo a mí me importa?

Los cuatro comenzamos a caminar por una carretera que parece infinita.

—Me aburro— Canturrea Emily y comienza a saltar.

—¿No te cansas nunca no?— La pregunto mirando por encima de mi hombro.

Ella se coloca al lado de su prima y la zarandea por los hombros.

—¿Papá sabe qué estoy aquí?

El ceño de la niñata se frunce.

—¿No le has dicho nada?— Abre sus ojos.

—Pensaba que se lo habías dicho tú.

Miro hacía delante mientras las escucho.

—Es tu padre, no el mío— Dice la niñata.

—Me va ha caer una buena, ¿verdad?

—Sí— Responde ella con voz cansada.

Seguimos caminando en silencio.

—¿Cuánto llevamos andando? ¿Dos horas?— Pregunto aburrido.

—¡Ahí!— Exclama Alex y señala una gasolinera.

Nos acercamos y entramos. Hay un hombre de unos 50 años comiendo lacasitos y leyendo el periódico. Nos paramos frente a él y nos mira confuso.

Es normal, ¿quién entraría a estas horas y con estas pintas?

—¿Está lloviendo fuera?— Pregunta apartando los lacasitos del mostrador.

Miedo. [#Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora