Capítulo 30.

259K 14.2K 1.5K
                                    

—Llegamos —Pronuncia Stephen con voz monótona.

—¿A dónde se supone qué hemos llegado? —Pregunto confusa.

—A ninguna parte, estamos en medio de la nada.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo se supone que vamos a saber de quién se trata, parados en medio de la nada?

—El tipo también se parará, de hecho ya lo está. Si te fijas bien tras esos árboles asoma un coche — Señala con su dedo índice unos arbustos iluminados por las luces del coche.

En efecto, unos metros más alante, tapado por una arboleda, un coche se encuentra aparcado.

—¿Y ahora qué? —Pregunto temblando.

—Iré a ver —Hace una pausa a la vez que yo abro la boca para hablar —No puedes venir, niñata —Interrumpe.

Resoplo.

—No tardes, por favor —Suplico mirandolo.

Asiente mientras sale del coche.

Junto mis manos en mi regazo y las retuerzo, nerviosa. Observo la figura del chico de tatuajes alejarse, junto con mi tranquilidad. ¿En qué pensaba? Dejarlo ir, sólo, expuesto ante el peligro...
Muerdo mi labio, mirando la puerta del coche. Tentada a ir con él y ayudarlo o por lo menos a intentarlo, me remuevo en el asiento. Pero en ese momento un grito se escucha en el silencio de la noche. Por la voz de la persona, sé que se trata de Steph. Mi respiración se acelera y en menos de un minuto ya me encuentro caminando hacia donde está el desconocido coche. Corro con el corazón desbocado sintiéndo cada vez más impotencia en mi cuerpo. No tuvimos que haber venido y mucho menos tuve que haber dejado que Stephen saliera del coche.

Un grito desesperado escapa de mi garganta cuando veo como el extraño apunta con una pistola en la nuca de Stephen. Se encuentra con una rodilla apoyada en la espalda del chico de tatuajes mientras que el susodicho se retuerce en el suelo.

Con el miedo carcomiendome avanzo hasta ellos. No sé que lograré parandome frente al desconocido pero lo que sí sé es que no puedo dejar que mate a Stephen.

—¡Por favor, para! —Chillo entrando en cólera.

—Vete, Alice —Balbucea Steph, casi inentendiblemente.

—¿Alice? —Pregunta una voz ronca.

Frunzo el ceño y me agacho rápidamente. El hombre con el rostro tapado, sorprendentemente quita la pistola de la nuca del chico de tatuajes y él se coloca boca arriba. Jadeo cuando diviso sangre en su nariz y labio, este último lo tiene partido.

—¿Eres tú de verdad? ¿Alice? —Suspira.

—¿Quién eres y cómo sabes mi nombre? —Pregunto desconfiada.

El desconocido se saca el pasamontañas y me sorprende ver que parece un hombre unos años más mayor que yo. Tal vez unos siete u ocho. Se guarda la horripilante pistola en su bolsillo delantero y sonríe de lado. Tiene el pelo castaño, ojos castaños también y una bonita y natural sonrisa.

—¡Pero qué grande estás! —Exclama.

Lo miro extrañada.

Ayudo a levantar a Stephen y observo al hombre.

—Mira, déjame en paz. No sé quien eres, ni que quieres pero por favor, no le hagas más daño a la gente que quiero.

De inmediato me sonrojo al darme cuenta las palabras que he soltado. Me he equivocado al escoger lo que quería decir.

Miedo. [#Wattys2016]Where stories live. Discover now