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Prólogo

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—Chase, tienes que jodidamente salvarme de esta familia de locos. ¡Mierda, hombre! De verdad, me volveré loca si estoy un segundo más aquí —le supliqué a mi hermano mayor a través de la conexión de Skype.

Vi cómo se reía a carcajadas de mi miseria. No pude evitar sonreír sarcásticamente debido a que él se estaba burlando de mi puta miseria y no se había dejado de burlar desde el momento en que nuestra madre nos informó que yo pasaría el verano con la tía Deph aquí, en New Orleans. Muy lejos de ellos.

—Joder, Chase, hablo en serio —repliqué irritada, ya que al aparentemente no parecía querer dejar de burlarse de mí.

—Relájate, hermanis, solo te quedan... —miró a un costado por unos segundos y luego movió sus ojos verde oscuro de nuevo hacia mí—... Unas diez semanas más de exilio.

—¿Por qué mamá tuvo la grandiosa idea de que pasara tiempo con mis estúpidas primas este verano? —le pregunté mientras me aseguraba que ni Katia o Lana estuviese escuchando la conversación.

—Bastante fácil: ella quiere que te comportes como toda una niña bonita. Quiere una hija, no tres hijos, supongo —me contestó, tomando un trago de su cerveza.

Puse los ojos en blanco y di un salto, asustada al escuchar su puerta abrirse. Sonreí automáticamente al ver que se trataba de Sawyer y West.

Apenas había pasado una semana de haberme ido de la ciudad y ya quería que se terminara el verano para volver con ellos. Necesitaba una revancha de la última competencia de eructos, eso era un hecho. Estaba segura de que el condenado West había hecho trampa. Hasta ahora, yo era la que me encontraba encabezando la lista de victorias. No pudo lidiar con la presión de tenerme a mí ganándole.

—Mierda, ¿qué haces? ¿Estás viendo porno? —saltó West sobre la espalda de Chase, luciendo curioso.

Se escuchó la profunda carcajada de Sawyer en el fondo, lo cual me hizo sonreír aún más.

Cómo extrañaba a estos condenados.

—Oh, solo es Dylan. —West empujó a mi hermano fuera de la silla para poner su gran trasero de jugador en ella—. ¿Qué hay, bebé?

—Ella está cerca de suicidarse —se burló Chase mientras se levantaba del suelo de su habitación, pasando una mano por su liso y oscuro cabello.

—Cuéntanos, ¿cómo va la tortura?

Sawyer se dejó ver en la cámara, con una media sonrisa curvada en sus labios. Su ondulado cabello dorado estaba habitualmente desarreglado y sus ojos verde esmeralda estaban posados en mí mientras esperaba mi respuesta.

Debía ser honesta en algo: Él era jodidamente atractivo y podía ver por qué las chicas se volvían locas por eso. Pero no era difícil recordar lo idiota que podía llegar a ser. Eso era suficiente para borrar cualquier pensamiento lujurioso de mi cerebro.

—Todos en esta familia son vegetarianos, he comido cosas que tengo miedo de preguntar lo que contienen. La tía Deph tiene una pizarra llena de reglas y cosas que debemos seguir en la casa. Una de ellas es no decir malas putas palabras, ¿pueden creerlo? No sé ni siquiera cómo mierda he sobrevivido una semana. Las habitaciones de las chicas son tan rosadas que no puedo entrar sin marearme y solo hablan de chicos, chicos, chicos y chicos, no tienen una jodida idea de lo que son los chicos en verdad, y viven diciéndome que me vería mejor vistiendo de otra manera, usando maquillaje y estúpidas cosas como esas.

—¿Deberíamos ir y secuestrarte? —intervino West, dedicándome una de sus sonrisas de: soy muy sexy y lo sé—. Debo preguntar primero, ¿tus primas están buenas? Podríamos secuestrarlas a ellas también.

She is One of the Boys [Versión borrador] [Disponible En Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora