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Capítulo 8: En la hora del almuerzo

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Horas después, me vi deslizando mi bandeja por la barra de la cafetería a la hora del almuerzo. Tenía un hambre tremenda, lo cual era usual, pero no había nada que me apeteciera. Nunca había nada que me apeteciera en esta estúpida cafetería, así que terminé eligiendo una chuleta de cerdo con patatas al horno, una extraña ensalada y de postre un rico flan de chocolate.

Bueno, quizá tomé dos.

Mis pies caminaron automáticamente hacia nuestra mesa habitual, situada en el medio del lugar, en la conocida "zona de los populares". Tener como mejor amigo al mariscal de campo estrella de la escuela, te daba cierto estatus social.

Aunque yo lo llamaba: Peor es nada.

—¡Hermanis! —me saludó Chase en cuanto me senté en la mesa, junto a West—. ¿Cómo ha ido tu primer día?

Sin lograr detener a mi subconsciente, mi mirada se dirigió hacia Sawyer, quien parecía tener sus ojos verdes clavados en mí desde el otro lado de la mesa.

¿Acaso no debería estar acostándose con alguna otra chica? ¿O era que ya no quedaban antiguas amigas de Dylan con quién hacerlo?

—Sobreviviré. —Me encogí de hombros, empezando a comer mi almuerzo—. Aunque quisiera irme a casa si pudiera.

—Eh, hablando de irse a casa... —Chase se revolvió el cabello, nervioso—. Tengo que hacer algo después de clases, así que no podré llevarte.

Oh, genial.

—¿Hablas jodidamente en serio? —Dejé de comer para lanzarle una mirada asesina.

—Sí, pero no te preocupes, West se ha ofrecido a llevarte.

Oh, supergenial.

—La dejaré sana y salva en su casa, hermano. —West se acercó con su brazo a mis hombros dispuesto a apretujarme contra su cuerpo.

Por alguna desconocida razón, esta vez no lo alejé, como habitualmente lo hacía desde que tenía memoria.

Eso, amigos, comenzó a preocuparme.

—Quiero tus manos fuera de sus pantalones, ¿quedó claro? —Mi hermano lo señaló con el dedoo—. Has estado comportándote raro estos días, así que guárdate tu mierda para ti mismo.

Él solo soltó una divertida carcajada.

—Entendido, jefe. —West le hizo un saludo militar y luego sentí sus labios rozando mi oído.

Me tensé de inmediato.

—Todavía sigue en pie, ¿sabes? —Mis vellos se erizaron ante su movimiento y tuve el instinto de escapar, mas luego pensé que sería muy evidente y mantuve mi compostura.

¿Qué seguía aún en pie? ¿Lo que me había dicho días atrás? ¿Esas palabras que aún estaban en mi mente rondando, buscándole alguna lógica? Dios, esto me comenzaba a afectar más de lo que esperaba.

No tuve que fingir durante mucho tiempo, ya que enseguida se alejó de mí y volvió a enderezarse en su silla, haciendo el momento imperceptible para los demás, pero bastante presente para mí.

Cuando él estuvo a una distancia razonable para lograr voltearme y reclamarle con la mirada, lo primero que vi fue su sonrisa de satisfacción, como si estuviera feliz de que estaba causando ese efecto de histeria en mí.

¿Por qué todos los hombres eran tan asquerosamente iguales?

—¿Puedo sentarme?

La conmoción llenó a la mesa. Todos miraron sobre mi hombro, examinando con la mirada a la persona que se encontraba a mis espaldas. Sin embargo, yo me tomé mi debido tiempo, sabiendo de quién se trataba. Ese acento era inconfundible.

Matthew.

—Y... ¿tú quién eres? —le preguntó West, volviéndose hacia él y dándole una mirada de suspicacia.

—Es mi amigo, Matthew —le contesté, enarcando una ceja—. ¿Hay un problema con eso?

La expresión amenazadora de West se desvaneció por completo al escuchar mi respuesta. Una sonrisa se curvó en su rostro e inmediatamente hizo un espacio entre él y Janice —una chica del equipo de porrista—. Esta última se vio ofendida por tener que apartarse por Matthew, lo cual me hizo sonreír.

Ninguna de las porristas me caía bien, a decir verdad. Verlas siendo totalmente ignoradas por los chicos me causaba cierta satisfacción.

—¡Oh! ¿Por qué no lo dijiste antes? —expresó él, invitándolo a sentarse con un gesto—. Eres el chico nuevo, ¿no?

—Sí —Matthew sonrió radiante, tomando asiento en el puesto junto a West.

—Bienvenido a la Jungla, Matthew. —West pasó un brazo sobre sus hombros de forma amigable—. Presiento que nos llevaremos bien. Cualquier amigo de Dylan, es mi amigo.

Sawyer tenía una épica cara de póker en ese instante. Sabía que no le agradaba para nada Matthew, lo había dejado claro temprano en el pasillo.

Celos, ¿quizá?

El almuerzo transcurrió más normal de lo que pensaba cuando me desperté esta mañana no queriendo enfrentar a los chicos en situaciones habituales. West estaba comprometido y saber todo lo que pudiese sobre Matthew. A diferencia de Sawyer, quien trataba de evitarlo e ignorarlo todo el rato. Se estaba comportando como un idiota, apenas lo conocía y ya lo parecía odiar.

Pero era algo típico en él.

Debía de actuar así y "no arruinar su reputación", ¿cierto?

***

—Al fin, esta mierda terminó —murmuré, aliviada encontrarme ya en la salida de la escuela, lista para irme a casa caminando si era necesario con tal de escapar del sospechoso aventón de West.

Estuve cerca de lograr mi perfecto plan de escape, pero cuando estaba a punto de cruzar el aparcamiento y dirigirme hacia la parada del autobús, su camioneta me obstruyó el paso.

Maldición.

—¿Creías que escaparías de mí, bebé? —indagó.

—Cállate, tonto —le gruñí, adentrándome en la camioneta, resignada. Sabía que eventualmente me obligaría a entrar—, solo llévame a casa, tengo cosas qué hacer.

—¿Qué tipo de cosas? —preguntó irónico, poniendo en marcha el auto—. Tú odias estar en casa. Deberías aprender a mentir, ¿sabes? Recuerda con quién estás hablando.

Puse los ojos en blanco, cruzándome de brazos en mi asiento y mirando hacia el camino, frustrada.

Él tenía razón, odiaba estar en casa sola. Y odiaba más estar en casa con mamá allí, así que no podía discutirle eso.

Hmmm... ¿Qué piensas sobre ir a otro lugar mejor? —inquirió, haciendo que pusiera todo mi cuerpo alerta en caso de que intentara engañarme de alguna forma.

—¿Otro lugar como cuál? ¿No tienes práctica hoy? —lo desafié, mirándolo mientras enarcaba una ceja.

Nop, no tengo. Hoy serán las pruebas para los nuevos ingresos —explicó, dedicándome esa amplia sonrisa de travesura que le encantaba mostrar—. No te escaparás muy fácil de mí, bebé.

Sostuve su mirada durante un largo segundo, con mis ojos entrecerrados, intentando que mi sentido de alerta lo examinara lo suficiente para saber si estaba o no bien irme con él, que se asegurara de que no se trataba de alguna trampa.

Una parte dentro de mí estaba gritando que no había problema, se trataba de mi amigo West, uno de mis mejores amigos. Sin embargo, esa era la misma parte que me había estado causando estos problemas.

—Has respondido muy tarde, yo tomo el silencio como un sí.

¿En qué mierda me estaba metiendo?

She is One of the Boys [Versión borrador] [Disponible En Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora