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Capítulo 4: Un juego de tres

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   —Creo que esto ha subido de nivel, hombre —se burló James, jalando a Sawyer para que volviera a su asiento—. Tómalo con calma.

Él esbozó esa sonrisa mientras se dejaba caer en el sofá, sin dejar de mirarme todavía.

—Alguien tiene que enseñarle, ¿no es así? —Se echó a reír con arrogancia.

Idiota. Idiota. Idiota. Que te den.

Caí de la nube donde sentía que había ido como si el mismísimo Dios me hubiese empujado de vuelta. Entendí que solo estábamos jugando. Que él solo estaba jugando. Típico de mi amigo Sawyer.

Mi cabreo me llevó a sentirme lista para poner en práctica todo lo que había aprendido en el verano.

Porque yo también había aprendido a jugar.

—Siguiente turno —le gruñí a James, a arrebatándole la botella de su regazo—. Necesito otro trago.

Él me dedicó una divertida sonrisa mientras me veía tomar otro largo trago.

Me sentía mejor que nunca. Me sentía libre. Estaba jodidamente volando, sentía que podía hacer lo que quisiera. La Dylan vestida en ropa holgada, eructando y tirándose gases, que había estado antes del verano, ella ya no existía. La que estaba era una Dylan versión mejorada, una Dylan nueva... Una Dylan atrevida.

Y no podía negar que me gustaba... Y que estaba lista para aceptar el cambio.

Ahora mismo, en esa fiesta, con esos idiotas.

—Dale vuelta, James —le ordené echándome hacia atrás, soltando una carcajada sin ningún motivo.

Estaba tan ebria que no sabía lo que hacía.

Él me obedeció, luciendo aún divertido debido a mi actitud de "A la mierda todo".

Vi ansiosa cómo la botella daba vueltas. Me sentía tan llena de energía en ese instante. Con tantas ganas de bailar, saltar y con tantas ganas de hacer demostrar mi punto que, por alguna razón, detuve la botella y la moví por mi cuenta para que quedara entre James y West.

Alcé la vista hacia ellos y les di mi mejor sonrisa traviesa. Ellos me miraban como si no pudieran creer lo que estaba haciendo. Y créanme... yo no tenía ni puta idea de por qué me estaba comportando así tampoco.

—Oh, se detuvo en el medio —comenté, fingiendo inocencia—. Eso significa que tengo que besarlos a ambos, ¿cierto?

—Supongo. —James se irguió rápidamente, entusiasmado, dándole un golpe a las costillas de West—. ¿Qué esperas, hermano?

—Esto será épico, bebé —me aseguró West, mirándome con un brillo ansioso en sus hermosos ojos azul cielo.

Me levanté, decidida. No dejaría que ningún chico me hiciera quedar como una tonta. Nunca en mi vida había permitido eso y este día no sería una excepción. Sawyer logró sacar la chica en mí y ella estaba lista para contraatacar.

Nunca debió haber dicho esa simple frase y sabía que lo había hecho simplemente para seguir con su reputación de idiota. Bien, excelente, para eso hacen falta dos, ¿no?

Caminé hacia ellos, no sin antes echarle una mirada a Sawyer, quien se encontraba sentado frente a mí, con el ceño fruncido, presenciando la escena como si estuviese conteniéndose de hacer algo. Pero ya no había marcha atrás.

El primero que se atrevió a besarme fue James, como si no quisiese esperar a que cambiara de opinión y metió su lengua dentro de mi boca de tal manera que estuvo cerca de ahogarme. No era para nada atractivo. Su lengua se movía como un gusano desorientado. Sí, tal vez sabía cómo besar, pero simplemente no sentía absolutamente... nada.

Eso fue hasta que sentí unos suaves labios besando mi cuello y mis piernas temblaron involuntariamente.

Bien, esto se estaba saliendo de control.

Las manos de James retenían mi rostro mientras me besaba y las de West ahora se encontraban apretando mi cintura. Me percaté que este último comenzaba a trazar un camino de besos desde mi cuello hasta mi oreja, lentamente, en una exquisita tortura.

—Ahora, ¿cómo se siente esto? —me susurró, mordiéndome el lóbulo con suavidad.

Dejé escapar un gemido entre los labios de James.

Me sentía drogada... más drogada de lo que presuntamente estaba.

—Mi turno. —West empujó a James para darse paso.

Pero en vez de comenzar a besarme de una vez —como todos ya lo habían hecho—, se detuvo a mirarme, seductor, a centímetros de mi cara. Se acercó a mí y me empezó a besar las comisuras de mis labios. Luego, pequeños besos con mordidas incluidas, haciéndome cerrar los ojos inconscientemente para disfrutarlo mejor. Y cuando pensé que no podía tornarse peor, su lengua se abrió pasó gentilmente, lo que por alguna razón, me volvió loca.

Creo que una diminuta parte de mi cerebro sabía que esto mañana iba a ser un problema, todos estábamos ebrios, quizá drogados, alterados y haciendo una casi orgía en este maldito lugar, pero no podía negar que la sensación de ser besada por Sawyer... y por West, era algo que no podía explicar.

Bueno sí, sí podía explicarlo, sentía tanto calor que quería quitarme la ropa.

—West... —jadeé entre sus labios. Su aliento a alcohol y menta me inundaban por completo.

West Collins, un maldito experto en besar a una chica y llevarla al Cielo.

—Te dije que sería épico —susurró, separándose un poco de mí, con los ojos cerrados, acarició mi nariz con la suya, haciéndome estremecer.

Después, simplemente apretó sus labios con los míos una vez más y abrió los ojos, apartándose de mí.

Volví a escuchar la música a todo volumen, a las personas gritando, riéndose y bailando. Segundos atrás, todo parecía haberse puesto en pausa.

—¡Creo que me he puesto cachondo! —comentó un chico que no lo había visto antes aquí, ¿o sí? ¿Ya estaba ebria cuando llegó? No recuerdo una mierda, o quizá fue el beso que me hizo olvidarlo.

Me di la vuelta al recordar a Sawyer, pero mi sorpresa fue... que él ya no estaba ahí.

Se había ido.

Y luego de eso, no recuerdo haberlo ido a buscar tampoco, ni recuerdo haber recordado que tenía un hermano que estaba en la fiesta. Me divertí y como nunca, tanto que ni siquiera recuerdo cuando terminó la fiesta, no supe a qué hora nos fuimos... ni en donde dormimos.

Definitivamente, había sido una fiesta rompe-culo.

She is One of the Boys [Versión borrador] [Disponible En Papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora