LA LUNA LO ÚNICO QUE NUNCA TENDRÉ

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- ¿Cómo te llamas?

- Ishtar. Ese es mi nombre ¿cuál es el tuyo?

- Demian

- Gracias por salvarme Demian. Fue una fortuna que hayas aparecido.

- Una coincidencia, voy de regreso a mi aldea, ¿qué hacías de noche en el bosque?

- Solo puedo salir de noche. Mi ama me ayuda a librar la puerta del castillo. Y no es que sea prisionera, pero me encanta la noche. Me gusta pasear por la arboleda, más cuando hay luna llena como hoy. Entonces puedo sentir que la tengo a la mano. La luna es una de mis obsesiones. Quizá mi más grande obsesión.

- Así que vives en el castillo. Entonces perteneces a la corte.

- Digamos que si

- De aquí al castillo hay aproximadamente una hora de camino. Por la posición de la luna pronto será media noche. Tenemos que irnos.

- Mi ama debe estar preocupada. Nunca tardo tanto en mis paseos nocturnos. Debo regresar.

- Vamos –le dije, y emprendimos el largo camino.

La luna. Una obsesión. La luna en su ciclo constante asoma su rostro luminoso cada determinado tiempo y llama.

La noche pasó y el sueño quedó atrás. Aun no eran las seis de mañana cuando abrí los ojos. Mi mente estaba confundida. Me metí a bañar y me dispuse a dar inicio a mi día. Mi madre a su trabajo, Sara a su nuevo empleo y yo a la escuela.

Entré al salón y me senté donde habitualmente lo hacía. Justo adelante. No habían aun llegado muchos compañeros. Faltaban diez minutos para la primera clase. Daniela ya estaba atrás sentada en su pupitre. Leía. Cuando me vio entrar se paró y se sentó a un lado mío.

- Te llevaste mi libro ayer

- Sí, me di cuenta cuando llegaba a mi casa. Estoy muy apenado. No lo traje. Lo estaba leyendo y lo olvidé en mi buró.

- ¿Ah sí? ¿qué te parece?

- Digamos que interesante. Me atrapó. ¿puedo terminarlo? Prometo regresártelo en cuanto lo termine.

- Te lo obsequio... espero que eso cambie tu percepción sobre la lectura.

- Gracias, eres muy amable, voy a seguir leyéndolo. Es una novela cautivadora. Aunque no me gusta leer ya te lo dije.

- Eso era porque no encontraste antes un libro interesante

- Puede ser.

- Sebastián. ¿comemos juntos al salir? Me encanta platicar contigo.

La propuesta me sorprendió. ¿platicar? No habíamos hecho tal cosa. Su atención en mi me parecía hasta cierto modo inocente. Tras los lentes pude percibir una mirada ansiosa.

- Comamos pues. Tengo mucho tiempo en la tarde.

UNA PRINCESA VESTIDA DE NEGROWhere stories live. Discover now