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MADISON POV

Me desperté a causa de un ruido completamente molesto. Me coloqué la almohada encima tratando de no escucharlo, pero fue imposible. Miré al causante que me había despertado y me encontré con el despertador que tenía un color rojizo que marcaba claramente "7:15 a.m."

Y entonces caí en cuenta que hoy iniciaban mis clases. Me levanté de la cama y pude distinguir la ropa casual con la que asistiría. Me froté los ojos y caminé hacia el baño dispuesta a tomar una ducha. A los pocos minutos salí y me coloqué las prendas que adornaban el sillón de mi habitación.

Cuando me observé al espejo una ráfaga de miedo, miedo y náuseas invadieron mi rostro. Y eso es lo que siempre pasa. Entras a una escuela o a una nueva etapa de tu vida y te invade el miedo. El miedo al futuro , que aún no pasa. O en mi caso, nunca lo hace.

Esa molesta etapa en la que ser aceptado es parte de tu vida y tener una vida social y activa era lo más importante. Odiaba eso. Ser superficial no te ayuda en nada. Pero era algo que las personas no entendían. Algo que no captaban, y esa actitud en las personas no cambia mi pánico escénico.

- Madison - habló mi madre causando que diera un pequeño brinco - ¿Estás lista?

Un suspiro salió de mi garganta y me detuve a contestar.

- Sí. - afirmé.

Sonrío y me dio una delicada sonrisa que hizo que parte de mis nervios desaparecieran rápidamente.

- Te espero en el coche, Madi - dijo antes que desapareciera por la puerta.

Era la hora. Tomé el pequeño bolso que llevaría ahora y baje las escaleras corriendo. Agarré una manzana y subí al auto.

- Así que, ¿No viste un chico guapo? - preguntó mi madre mientras me sonreía.

Y aquí íbamos de nuevo. Ella no era como las otras madres, mi mamá insistía en que tenía que fijarme en un chico y no aferrarme a las letras de los libros de texto. No era mala idea, pero prometí a mi misma que el chico con el cual sintiera algo inmenso tendría que valer la pena.

Las relaciones no eran lo mío. Nunca fueron lo mío. Los imbéciles siempre me encontraban y yo, caía en ellos.

- No, mamá - murmuré - solo fui por mis calificaciones y regrese.

Ella soltó un bufido que provoco que en su cara apareciera una mueca de desesperación por mi falta de interés.

- Oye, eres mi hija - comenzó a decir - y me deprimo verte encerrada en tu cuarto, deberías salir y hacer amigos nuevos.

Amigos. Esa era una palabra muy fuerte. Había estado rodeada de gente, que me buscaba para que les realizará un favor o simplemente por interés. Pero esos no eran amigos. No, yo no tenía amigos. Lo sabría si los tuviera.

Dicen ser tus amigos, pero solo quieren tenerte abajo. Debajo de ellos. Y eso no era algo que iba a permitir. No de nuevo. Ni mucho menos por un amor, o por un alguien. Esos no eran amigos, y si en verdad merecía tenerlos, llegarían de la forma menos inesperada.

- Tal vez, mamá.

- Llegamos - comentó mientras me daba un rápido abrazo antes de bajarme del auto. - suerte.

- ¡Gracias mamá! - grité mientras escuchaba como el sonido del motor del coche se hacia menos fuerte.

Miré las puertas de la universidad y luego mi reloj. Eran las ocho en punto cuando entre al edificio y el sonido de un timbre inundo mis oídos.

¡Él destrozó mis sueños! [M.C]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora