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Michael POV

Hay momentos en la vida más difíciles que no tener un objeto material que desees. Hay momentos más difíciles que llorar por una mala calificación, un rechazo y unas palabras que podrían afectarte a tal punto, de estar destrozado por dentro que se cree que sea imposible volver a repararse. Un ejemplo, era olvidar cuatro años de toda tu vida sin saber que retos o metas lograste y cuantas veces caíste para luego levantarte con dificultad o con la experiencia que poder hacer todo mejor. La vida me había tratado así. Cuando caía no lloraba, no reclama ni me enojaba. Simplemente me preguntaba, "¿Qué he de aprender de esto?"

Hay cosas en la vida, más difíciles que una caída y más dolorosas que un golpe. Supongo que una de esas cosas es olvidar. Olvidar quien eres, de donde vienes y a que perteneces. Me pasé la mano por la frente después que sentí el malestar de mi cabello pegado a mi cara rodeado por una capa de sudor. Miré a mis acompañantes y supe que ellos no entendían, no sabían nada y no captaban cual sería la salida. Agaché mi cabeza mirando al piso que al momento, este parecía ser lo más interesante.

-No sé qué decirte.-una voz interrumpió el pulcro silencio.

Subí la mirada para encontrarme con Ashton, el cual me miraba con compasión. Ese jodido sentimiento de compasión, como si diera pena, que tal vez era así. Pero lo detestaba. Nadie merecía ser mirado con compasión, tristeza o lástima porque el ser humano nunca debería pasar por ese sentimiento.

-¿Intentaste comunicarte con tu madre?-volvió a hablar.

Y ahí estaba la pregunta que no supe como reaccionar. No, no lo había hecho. Y, claro que era demasiado idiota. Sin decir una palabra corrí hacia el cuarto en el cual me había despertado. Busqué con la mirada en la mesa, la silla y el mueble situado a lado del espejo pero, no había señales de un móvil. Me dolía la cabeza por la preocupación y la rabia, y entonces decidí arrojarme a la cama cuando algo incómodo estaba debajo de mi espalda. Alargué mi brazo derecho para dar con aquel malestar cuando mis dedos tocaron un aparato el cual vibraba en mi mano. Lo miré con adoración. Un móvil. Estaba a punto de desbloquearlo cuando me fije en las letras situadas en la pantalla. Tweets. Deslice la pantalla y me reí brevemente al darme cuenta que no tenía contraseña como mis antiguos celulares, ya que siempre la olvidaba. Abrí la aplicación de Twitter y visualicé gran cantidad de mensajes y un gran apoyo hacia mí. Un suspiro salió de mis labios mientras cerraba los ojos levemente. Apoyo. Un hermoso sentimiento con el cual todos deberían de contar. Me gustaba, me gustaba ese apoyo. Jamás había tenido apoyo suficiente, más que el de mi madre, pero ese, no contaba tanto.
@Michael5SOS gracias, me has ayudado a seguir adelante.
"Te amo""Cásate conmigo" "Mamá dice que a que horas pasas por mí"

Y uno es especial que me causo demasiada risa.

"@Michael5SOS cógeme".

Me reí interiormente. Contesté algunos tweets y seguí a algunas chicas algo calientes. Busqué entre mis contactos el número de mi madre, y rogué porque me contestara. Al encontrarlo, me dolió tanto lo que visualizaba fijamente. Me había llamado y enviado mensajes, mientras yo, le respondía un simple "Ahora no puedo". Se había preocupado por mí, y a mi me dio tan igual su cariño que ahora sabía que pagaría por ello. No fue cuestión de borrar su número, la conversación de WhatsApp se fue hasta abajo junto con la foto de aquella persona que tanto amaba. Yo había provocado esto. Dolía. Dolía como el infierno. Y quería rogar que aún no fuera demasiado tarde. Di un fuerte suspiro y coloqué el móvil en mi oreja derecha. La impaciencia estaba a punto de inundar mi cuerpo y esperaba impaciente por escuchar su voz.
Marqué una, dos, tres veces....hasta la cuarta vez fue cuando las lágrimas aparecieron en mis ojos.

-¿Ahora sí puedes hablar, Mike?

Culpa. Ansiedad. Remordimiento. Tristeza. Todo a la vez.

-Mami, te necesito.-sollocé mientras me acostaba en la cama y abrazaba fuertemente la almohada con la mano izquierda.

-¿Qué es lo que pasa, hijo?-preguntó con confusión y miedo.

-Mami, no recuerdo nada-replique débilmente-acabo de despertar hace dos días y ya soy famoso y todo lo que siempre deseé. ¿Que-é esta pasando mamá? Yo realmente no se qué ocurre y tengo miedo y yo...

Silencio en la línea. Y luego llantos.

-Oh cariño, sabía que lo habías hecho -dijeron al otro lado de la línea- Te dije que no desearás nada, había otras maneras, ¿qué te ha pasado?

-Nada. Acabo de despertar, soy famoso, tengo tres compañeros de banda y he descubierto que te evitaba.

Un grito ahogado salió de la boca de mamá, y quise saber cual era su apuro.

-¡Acabas de despertar! ¡Hace casi cuatro años que eres cantante y te vi en la televisión y en giras! ¡¿Y me dices que estás en coma?! ¡¿En qué demonios te has metido Mike?!

-Mamá yo no lo sé.

-Iré a preguntar sobre la leyenda del pueblo, ¡Nunca supe como terminaba ni nada! Te llamaré y esperó que esta vez si puedas.

Entonces colgó.

Mi madre era muy alterada a veces, y nadie podía controlarla. ¿Porqué iba a buscar la leyenda en otras bocas? En internet se encuentran todas las leyendas del mundo, ¿verdad? Así qué puedo encontrar la mía.

Me fui al buscador Google y coloque la frase, "Leyenda de año bisiesto en Sydney" y di click en el botón de buscar. Y vaya sorpresa.

No se han encontrado resultados.

¿Qué? Eso era imposible, ¿verdad? ¿Cuál era la otra parte de la leyenda? Y, ¿por qué demonios no se sabe? Miles de preguntas inundaban mi cabeza en ese momento.

Aún así a cabo de dos horas, no llegó la llamada de mi madre, y eso me dejo sin respuestas y con un ardor en el estómago.

¡Él destrozó mis sueños! [M.C]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora