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CUANDO vuelvo al campamento después de que pasara el chaparrón, sólo Mara sigue allí esperándome con una bolsa llena de utensilios del campamento a sus pies.

—Bien, ahí estás —exclama cuando me ve, aliviada —. ¿Qué te ha ocurrido?

Acerca su mano en dirección a mi pelo negro, apelmazado por la sal del agua y revuelto por culpa del viento. Yo me encojo de hombros.

—No mucho. Corrí hasta que llegué a la playa y me quedé allí un rato para calmarme. Necesitaba alejarme de Ben.

—Sí, ¿y quién no? —suspira —. Alguien debería llamarle la atención, ¿pero quién?

—Tú —me burlo de ella—. Me apuesto lo que quieras a que todavía le duele la nariz.

Mara se mira fijamente los pies.

—Sí, sobre eso... no estoy muy deseosa de volver al palacio. Saúl seguramente me dará el trabajo más mierdoso que te puedas imaginar por premiar a su hermano un gancho izquierdo. Me temo que voy a estar fregando sábanas asquerosas en la lavandería las próximas tres semanas.

Juntas recogemos mi tienda y emprendemos el camino de vuelta a casa, Mara a mi lado, callada.

—Tengo que salir de aquí. ¡Lo necesito! —dice rompiendo el silencio—. Sé que Saúl me obligará a casarme con su hermano sólo para que él deje de molestarme todo el día.

—¿Un matrimonio arreglado? —le espeto con la boca abierta—. ¡Venga! ¡Esas cosas ya no pasan aquí! Tenemos libertad para elegir.

—Sí... bueno, en caso de que no lo hayas notado, Saúl no es un gran fan de la libertad. Ese tipo está pirado. ¿Crees que puede llevar algo de sangre de Locos en sus venas?

Suelto una risita.

—¿Acaso te has subido a lo alto del Muro y te has caído o qué? Nadie aquí puede ser descendiente de los Locos.

Mara desvía la mirada.

—¿No sientes curiosidad, Leia? ¿Curiosidad acerca de la gente que hay al otro lado del Muro?

—No, claro que no —le respondo rápidamente—. Sabemos cómo son esas personas.

—¿Por qué? ¿Porque Saúl lo dice?

—No, porque nuestros padres nos lo dijeron. Y a ellos se lo dijeron los suyos. Además, también está escrito en El Libro.

—Sí, claro, en la parte que nos dejan leer —murmura Mara.

Me paro en medio del camino y miro fijamente a mi mejor amiga.

—Mara, ¿de qué estás hablando? ¿Quién te ha dicho todas estas cosas?

—Andy... —admite—. Él dice que...

—¿Él dice el qué? —la fuerzo, mientras Mara se muerde el labio y mira hacia el suelo. Mi mejor amiga empieza a sonrojarse bajo mi inquisitiva mirada.

—Tuve una cita con Andy —tartamudea—. Justo antes de que saliéramos a esta campaña. Pasamos toda la tarde juntos y me contó un secreto. Sobre El Libro. Dice que Saúl nos está ocultando cosas.

¿Andy y Mara? Mi corazón se resquebraja un poco. Haciendo honor a la verdad, no es que me guste ningún chico, pero si tuviera que elegir a alguno sería Andy. Sin duda. Andy con sus dieciocho años, sus amables ojos marrones, su pelo negro y sus hombros anchos. Pero a él le gusta Mara, mi mejor amiga con su esbelto y grácil cuerpo, pelo castaño y quince años. Por un estúpido segundo, saboreo el amargo sabor de los celos en mi boca, pero veo la mirada de inseguridad en los ojos de Mara. No quiere perderme por culpa de esto.

—Bueno, ¿y qué fue lo que Andy dijo exactamente? —pregunto sin profundizar en el tema de la cita.

—Que Saúl sabe cosas que no comparte con nosotros. Cosas importantes.

—¿Y desde cuando Andy se ha vuelto tan inteligente?

La voz de Mara se convierte en un susurro: —Lo vio en El Libro.

—¿Cuándo?

—No pudo leer demasiado. Saúl había dejado El Libro sobre la mesa tras uno de sus discursos la tarde que tuvimos que ver la pelea entre Max y tu hermano. Andy no pudo resistirse a echar un vistazo.

—Vaya —le dedico una mirada perpleja. Pensaba que Saúl decidía sólo qué capítulo debía leerse en determinados días. Por lo visto, algunos capítulos nunca son elegidos.

¿A qué le teme Saúl?

—El Libro dice que colaborar es la táctica de supervivencia más efectiva —continúa Mara—. Cuando trabajas con alguien, tienes el mejor acceso a la Fuerza que puedas tener. Ni siquiera necesitamos un líder.

—Pero... pero eso no está bien —tartamudeo—. La ley del más fuerte es la que manda.

—No, no lo es. Un grupo se hace más fuerte si sus miembros colaboran entre sí. Alguien que quiera quedarse toda la Fuerza para él se malogrará. Se volverá malvado. Y todos aquellos que sigan a un líder así perderán la luz ellos mismos.

—En ese caso, ¡debemos hacer algo! —siseo en voz baja, aunque sé que no puede haber nadie aquí que nos oiga—. Si Saúl nos ha estado mintiendo sobre esto...

Mara suspira, desanimada.

—Necesitaríamos pruebas y nosotros no podemos probar nada. Andy sólo pudo echarle un vistazo a la página. No pudo arrancarla para que la viéramos.

El resto del camino a casa lo paso moviendo un pies tras otro, aturdida, sin prestarles la más mínima atención. No pudo quitarme la historia de Mara de la cabeza. Significaría que hemos sido engañados por un chico hambriento de poder que nos envía al bosque en busca de la Fuerza que él mismo nos está robando. Quizás debería decírselo a Colin.

***

Una mujer está esperando al lado de la verja que rodea los terrenos del palacio. Alguien de la aldea. Quizás esté aquí para traernos noticias de Newexter o para recoger una carta de Saúl.

Sólo cuando se vuelve soy capaz de reconocerla. Pelo castaño. Cansados ojos azules mirándome directamente a mí. Seis años atrás, esos mismos ojos no me miraron cuando abandoné la casa de mis padres.

Es mi madre.


La IslaWhere stories live. Discover now