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—ASÍ que ha estado aquí —Colin me dedica una mirada indescifrable.

—Sí.

—No nos ha olvidado —Colin cierra los ojos un momento—. ¿No nos dicen siempre que los padres se olvidan de sus hijos?

Recorro con los dedos las cuentas del collar de mi madre, el cual he llevado cada día desde que abandoné mi casa. Pienso en Newexter. Me acuerdo de los padres, volviendo a sus vidas solitarias después de que sus hijos se hayan marchado. Ya no tienen que volver a preocuparse por conseguir suficiente comida que llevar a la mesa. Personas a las que nunca les ha gustado la responsabilidad que significaban sus hijos y sus hijas. Algunos de ellos contando los días hasta que se marcharan.

Pero los hay también de otro tipo. Había un hombre que mintió sobre la edad de su hijo después de la muerte de su esposa, para que este pudiera quedarse en casa un poco más. Todos sabíamos que los números no cuadraban, pero el Anciano de Newexter fue incapaz de delatar al niño y echarlo.

La mujer de la casa de al lado, estuvo llorando durante días sentada en la puerta de su casa después de que su hija se fuera, como si esperara que así su niña pudiera volver a casa.

—Es lo que dicen —le contesto con suavidad.

—Y padre ha muerto —continúa Colin—. Nos hemos perdido el funeral. ¿Por qué no estuvimos allí?

Colin da un puñetazo de pura frustración a la mesa de la cocina, haciendo saltar el cuchillo con el que estaba destripando el pescado.

—La mayoría de la gente no acude al funeral de sus padres.

—Bueno, yo no soy la mayoría de la gente. Me hubiera gustado haberlo visto una última vez —me espeta Colin—. Me hubiera gustado incluso más haberlo visto una última vez con vida. Pero, hey, ese barco zarpó ya.

Miro a mi hermano gemelo. Brillantes ojos azules y pelo negro azabache, exactamente como los míos. Colin es alto y ancho para su edad y le gusta Ami. No me sorprendería que decidiera empaquetar sus cosas y mudarse a Newexter pronto, tomándola por esposa. Nunca ha creído que este sitio sea útil para nosotros, argumentando sin descanso que madre y padre podrían haberle enseñado a sobrevivir también.

—Lo sé —susurro—. Entiendo lo que dices.

—No, no lo entiendes. Tú jamás has tenido una sola duda sobre el propósito superior de dejarles. Ni siquiera les echas de menos.

Me tiemblan los labios.

—Bueno, tú tampoco lo entiendes. ¿Por qué crees que siempre llevo esto?

Mi mano se cierra sobre el colgante del collar de mi madre. Con un suspiro, Colin bordea la mesa de la cocina y tira de mí, ahogándome en un abrazo.

—Ven conmigo —susurra contra mi pelo—, cuando vuelva a Newexter. No te quedes atrás sin mí. Cuidemos de madre juntos.

Cuidar de madre. El mundo al revés.

—No puedo. Todavía no. No tengo novio. Si me voy ahora, jamás podré casarme. Estaré sola el resto de mi vida.

—¿Y qué pasa con Andy?

—Está saliendo con Mara.

—Vale —. Gracias a Dios, Colin lo deja estar.

De hecho, había venido aquí para decirle a Colin lo de Andy y lo que él había dicho sobre El Libro, pero mi hermano está demasiado molesto en este momento. Lo mejor será que me vaya y hable primero con Andy.

—Escúchame, tengo que hablar de nuevo contigo durante la cena. Todavía tengo algunas cosas que hacer —termino rápidamente la conversación.

No miro atrás cuando Colin me llama. No quiero oír la nota de tristeza que seguro que escucharé en su voz debido a la pena que siente por la muerte de nuestro padre. Eso sólo me hará vacilar y dudar de mí misma. Porque en lo más profundo, estoy tan molesta como mi hermano.

***

Mara está todavía en la lavandería, metida hasta los codos en agua con jabón, lavando unos pantalones marrones. El olor de lana mojada y jabón de lavanda llena la habitación.

—Hey —dijo, dedicándole una mirada de pena a la enorme pila de ropa sucia que tenía esperándole—. ¿Sabes dónde está Andy?

Mara se limpia la frente.

—Fue a enfrentarse con Ben por mi culpa. Y con consecuencias, debo añadir. Tendrá que pelearse con Max y Cal esta noche.

Pestañeo con incredulidad.

—¿Quieres decir con los dos al mismo tiempo?

—Sí —su labio inferior empieza a temblar y Mara estalla en lágrimas cuando le rodeo los hombros con mi brazo—. No es justo.

Mi estómago se retuerce. Ahora sí que tenemos que salir de este sitio. Saúl está destruyendo a todo el mundo que tiene un alma. ¿Pero adónde debemos ir? ¿Deberíamos buscar refugio con nuestros padres?

—Vamos —intento consolarla—. Te ayudaré a terminar con todo esto.

Trabajo duro, desterrando los pensamientos sobre enfrentarme a Saúl al fondo de mi mente. Una vez que Cal y Max ganen a Andy esta noche, lo último que va a querer hacer va a ser hablarme del Libro, de Saúl y de sus mentiras.

Lavamos todas las ropas y las sábanas y las colgamos a secar en la cuerda sin hablar.

Finalmente, Mara rompe el silencio.

—Me pregunto adónde habrá ido Andy.

Me encojo de hombros.

—No lo sé. A acumular fuerzas, supongo.

—¿Para que les cueste un poco más darle una paliza que le deje medio muerto?

Asiento, con vacilación.

—Sí. Algo así.

Mi mejor amiga se muerde el labio.

—Leia... algo va mal en este sitio y me asusta.

Pienso en mi encuentro con Saúl y le doy la razón en silencio. Sé exactamente lo que quiere decir. 


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