cuarenta y cuatro.

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- ¿Duele mucho? - Le pregunté.
Rubén negó con la cabeza lentamente mientras acariciaba su oreja, y sonreía.
- Hace rato me ardía un poco, pero Celia me puso hielo y ahora se siente bien.
Se había perforado la oreja, y ahora tenía una expansión negra en ella.
Sonreí.
- Pues debo admitir que se ve genial.
- ¿Verdad? - Preguntó, emocionado, mientras se miraba la oreja en la cámara.
- La verdad es que no. Te hace lucir como una chica, sobre todo por ese maldito cabello tan largo que tienes que te da un toque de Justin Bieber. - Bromeé.
Rubén soltó una carcajada.
- Qué malvada eres.
Billy entró a la habitación, y me sobresalté.
- ¿Qué haces? - Preguntó, acercándose.
Rápidamente colgué la videollamada con Rubén y cerré la laptop.
- Eh... Estaba escuchando música.
- ¿Ah sí? - Me miró extrañado. - Me pareció oírte hablar.
Reí nerviosamente.
- Estaba cantando.
Podía sentir el calor en mis mejillas.
Él asintió levemente con la cabeza y se sentó en la cama.
- Escucha... Yo... - Se rascó la nuca. - Te siento algo distante, ¿sabes?
Me puse a pensar en lo que me decía.
Tenía razón. Estaba poniéndole más atención a Rubén, cuando debía haber sido al revés. Billy era mi novio. Él merecía mucha más atención de la que estaba recibiendo. Lamentablemente yo no me había puesto a pensar en eso y había dejado que mi trato hacia él se fuera enfriando cada vez más.
Los últimos 7 meses los pasé hablando con Rubén todo el tiempo.
- Lo lamento tanto, cariño. - Dije, quitando la laptop de mi regazo, y acercándome a él. Tomé su mandíbula en mis manos con delicadeza y deposité pequeños besos en su barbilla y sus labios.
Él esbozó una pequeña sonrisa, que pronto desapareció.
- Necesito que me digas algo.
Me separé un poco.
Tenía mucho miedo de que me preguntara algo acerca de Rubén. Sabía que Billy ya sospechaba que estaba hablando demasiado con él.
- Dime.
- ¿Estás hablándote con Rubén? ¿El chico que vivía aquí?
Negué con la cabeza. Billy suspiró.
- Si sigues mintiéndome te voy a pedir que te olvides de mí.
- Billy, ¿de qué hablas?
Él me miró, sus ojos reflejaban furia, decepción y tristeza.
- Ayer tomé la laptop para comprar por internet el vestido que tanto querías. Habías dejado tu sesión abierta, y llegaron mensajes de Rubén a tu Facebook. Ni siquiera los abrí, pero con eso me bastó para saber que me habías estado ocultando algo. ¡Maldita sea, ____! Me esfuerzo tanto por ser un buen novio, y tú lo único que haces es mentirme, ¿te das cuenta? Estoy harto, ¡harto!
Lo miré, impactada.
Mi labio inferior temblaba, y no sabía qué hacer. Nunca había visto a Billy tan... alterado, y furioso.
Se levantó de la cama, tomó su almohada y salió de la habitación.
Cubrí mi boca. ¿Cómo pude ser tan tonta?
Mi laptop hacía un ruido incesante, para notificarme que estaban llegando mensajes de Facebook.
Eché mi cuerpo por debajo de las sábanas y comencé a llorar.
¿Por qué tenía que ser tan débil, tan tonta?
Siempre que las cosas comenzaban a ir bien, encontraba una manera de arruinarlo.
Yo quería muchísimo a Billy, y me rompía el corazón verlo sufriendo, sobre todo por algo que yo hice.
Me reprendí mentalmente, pensando en lo mal que debería estarla pasando Billy. Quedarme en la habitación llorando y repitiéndome lo tonta que era no iba a solucionar las cosas, ni mucho menos.
Me levanté de la cama, y me dirigí al espejo. Mi cabello estaba revuelto, mi maquillaje corrido y mi rostro húmedo. Tomé una toalla desmaquillante del cajón, y la pasé varias veces por mis ojos, manchados de negro.
Una vez que tenía la cara limpia, salí de la habitación y me dirigí a la sala.
Billy se encontraba tirado en el sofá, con el rostro neutro, mordiendo su labio inferior levemente mientras sus ojos estaban completamente concentrados en la televisión. En sus manos sostenía el control de la consola, y sus dedos se movían perezosamente sobre él.
Me acerqué, lentamente. Algo temerosa, tomé asiento a su lado, y recargué mi cabeza en su hombro. Noté cómo se puso tenso. Creí que me iba a apartar, pero en lugar de ello pausó el juego y me envolvió entre sus brazos.
Mis ojos se cristalizaron en cuanto él me apretó contra su cuerpo, como si no quisiera dejarme ir.
- Lo lamento tanto... - Dije, con la voz entrecortada.
Escuché un pequeño "shhh" de su parte, que me hizo callar.
Al parecer mi talento secreto era hacerle mal a la gente y arruinar las cosas con mis palabras y acciones. Quería pedirle disculpas una vez más, pero lo arruinaría.
- Todo está bien. - Me susurró. - Yo... me he alterado. Lo siento mucho. No debí ponerme celoso, tú puedes... tú puedes tener tantos amigos como lo desees. Es sólo que tenía miedo.
- ¿A perderme? - Cuestioné, en voz baja.
Billy asintió.
- Sí, a perderte.
Negué con la cabeza, con una pequeña sonrisa en mi rostro.
- No va a suceder. Yo te quiero a ti.
Eso fue fácil de decir. Pero... ¿era cierto?
O, ¿acaso seguía queriendo a Rubén?
¡No! ¿Qué estaba diciendo? Claro que no, yo quería a Billy.
Lo vi esbozar una sonrisa de alivio, y me sentí mejor.
Ahora sólo me quedaba hablar con Rubén para aclarar las cosas. Desde la razón por la que había colgado tan repentinamente hasta mis sentimientos por él.
¿Qué tal si Rubén creía que aún lo quería?
Tenía que arreglar aquello, y rápido.

Noruega. ✔️Where stories live. Discover now