cinco.

13.5K 1.1K 354
                                    

Ese mismo día, después de nuestra jornada escolar, Rubén me invitó a esquiar.

Tenía una oportunidad única; tal vez Liv se recuperaba pronto y volvía a hacerme la vida papilla dejándome nuevamente sin mi mejor amigo.

Caminábamos juntos, con nuestras mochilas en los hombros. Mis mejillas estaban algo enrojecidas, al igual que mi nariz. Lo sabía porque comenzaba a sentir calor en esas zonas. Muy probablemente era por el frío. Me molestaba bastante cuando me pasaba eso, aunque Rubén solía decirme que me veía adorable. Y después me llamaba "Rodolfo el Reno".

Sentía que el aire helado era como diminutas espadas que se iban encajando en mi piel. Estaba tan acostumbrada a esa sensación que comenzaba a gustarme.

Rubén rozó su mano con la mía. Supuse que fue algo involuntario. Pero aún así, no pude evitar un sonrojo todavía más notorio. Sentía que ahora en lugar de ser la rosada ___, era una manzana.

Mi amigo parecía no estar al tanto siquiera de mi reacción. Miraba al cielo directamente como si fuese a encontrar algo interesante mas que nubes.

Cuando por fin llegamos a Visitfonna, una estación, nos colocamos las botas de esquí, tomamos los bastones y subimos a la montaña.

Comenzamos a deslizarnos por ella.

Rubén parecía tener miedo. Yo no entendía la razón. Traté de tranquilizarlo al ver su cara de miedo, y él me miró mal. Solamente le había gritado "¡calma!". Después él soltó varias palabras en español que no pude comprender.

Se le veía enojado.

Comencé a avanzar más rápido cada vez, impulsándome con los bastones a una gran velocidad.
Llegué abajo sana y salva, algo por lo que temía.

Miré hacia arriba y vi a Rubén, quien seguía a mediación de la montaña.

En cierto momento, vi cómo cayó al suelo y comenzó a rodar, hasta llegar abajo.
Corrí hacia él, y vi en su cara una expresión de dolor.

- ¡Rubén! - Exclamé.

Él se quejaba.
Lo ayudé a levantarse e hice que se apoyara en mi hombro. Luego lo llevé a la pequeña cabaña que estaba cerca de nosotros, donde tenían un botiquín de primeros auxilios.

Le curé los raspones que se había hecho. Pero algo me decía que no había sido simplemente cuestión de primeros auxilios. Su rostro reflejaba cada vez más dolor. Apoyaba su mano constantemente en la pierna.

- ¿Te duele? - Pregunté.

Él asintió. En ese momento supe que algo más andaba mal.
Decidí llamar a una ambulancia, aunque me parecía algo exagerado. Pero, ¿de qué otra manera iba a transportarlo al hospital sin que se lastimara más la pierna?

Los paramédicos llegaron en poco tiempo, y nos llevaron al hospital.
A Rubén le pusieron un yeso en la pierna, y le dieron muletas. Yo me sentía pésimo, había sido mi culpa por dejarlo solo.

Lo llevé a casa y me despedí de él con un beso en la frente, y un "lo siento". Rubén me dijo que no me preocupara. Pero no podía evitarlo.

Después me marché.

Me fui a la escuela, como cualquier otro día. Temía que Liv fuera esta vez. Rubén y yo habíamos estado muy bien sin ella los dos días que se ausentó, a excepción de su pierna rota.

Llegué, y busqué a Rubén con la mirada. No estaba por ningún lado. Caminé hacia mi casillero, girándome cada tanto para ver si llegaba.
Alguien me presionó contra la puerta de mi casillero con gran fuerza. Logré apartarme y vi que era Liv. Solté un gran respiro.

- ¡¿Pero qué te pasa?! - Exclamé.
- ¡¿QUÉ TE PASA A TI?! ¡POR TU CULPA MI NOVIO ESTÁ MAL DE LA PIERNA!

"Qué raro", pensé, por un momento. "Ayer, después de la caída, ha venido como si nada. Y hoy no..."

Mis pensamientos fueron interrumpidos por una bofetada.
Miré a Liv con furia.

- ¡MALDITA PERRA! - Solté. Una vez que me enojaba, era imposible calmarme.

Tomé a Liv del brazo, fuertemente, y lo torcí en dirección a su espalda. Ella se quejaba. Golpeé su cabeza constantemente contra el casillero, hasta que ella se soltó. Pateó mis piernas, haciéndome caer. Luego llevó sus patadas a mi estómago. Traté de levantarme pero ella me lo impedía.

El director de la escuela llegó para quitar a Liv de encima de mí. Tenía la esperanza de que simplemente se la llevara y todo esto terminara. Pero no, me dijo que fuera también a la dirección.
Me preguntaba por qué no me llevaban a la enfermería, mi boca sangraba. Camino a la dirección, me recargué en un bote de basura y escupí la sangre. Limpié mi boca y seguí mi rumbo.

No solía pelearme con nadie, así que el director estaba muy extrañado. Me senté frente a su escritorio con gran enfado hacia Liv. Ella se sentó a mi lado y me miró desafiante.

El director habló.
- ¿Qué tienen que decir a su favor?
Yo me encogí de hombros.
- No me va a creer lo que le diga.
Liv comenzó a hablar enseguida de mí.
- Es ella, director. Hace dos días también causó que Rubén se lastimara la pierna.
- Eso no te incumbe. - Dije.

Noruega. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora