Mikaela es una mujer simple, trabajadora, dedicada a su vida personal, aunque en ocasiones se vió forzada a abandonarla por los importantes trabajos en su empresa. Es también, una mujer que quiere que su vida sea una de cuentos de princesas, con un...
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Subíamos nuevamente al auto y en mi falta sostengo el bolso que traje conmigo desde esta mañana.
-¿Me dirás que traes en la mochila? –me pregunta Harry curioso. Desde que me vio salir de la casa con la mochila no ha parado de preguntarme que contiene dentro.
-Ahora yo tengo dos planes para nosotros ¿Adivina de que se trata? –le pregunto sonriente con una mirada traviesa.
-No lo sé, nunca podría descifrar que pasa por tu cabecita sorprendente –me respondo arrancando el auto.
-Quiero que vallamos a Malibu –le exijo sin mirarle al rostro para no reír y que mi plan sea descubierto.
-¿Qué haremos en Malibu? –me pregunta arrancando el auto.
-Conduce y cuando llegamos te dure. Ahora conduce –le ordeno y enciendo el radio a todo volumen para comenzar a cantar.
Harry estaciona en un estacionamiento cerca de la playa en Malibu y apaga el auto.
-Bien, quiero que vallamos al primer centro de alquiles que allá y alquilemos una Harley por una hora y media –le confieso y este se queda más que asombrado.
Sé que debe de pensar que no era ese tipo de mujer, el tipo de mujer liberal que le gusta la adrenalina y pensaba que era una más fresa, de yates, pasarelas e ir de compras. Pero no, no soy así, me gustan muchas cosas diversas. Mis gustos son impredecibles e inimaginables.
-Eso si no me lo esperaba...pero te complaceré –me responde y estrella sus labios con los míos.
Bajamos del auto y me pongo la mochila en la espalda y nos dedicamos a caminar para la buscar del primer local que alquiles una Harley. Caminamos alrededor de veinte minutos hasta que encontramos un lugar. Escogimos una Harley Davidson hermosa, color mate negra. Creo que me comprare una o mejor se la regalo a Harry para que me lleve a pasar cuando queramos.
Saco unos guantes para Harry, el trabajador del local nos toma un par de fotos juntos y decidimos arrancar. Harry maneja a una velocidad perfecta en la cual podemos ver todo a nuestro paso con claridad y disfrutar el sol californiano. Me siento un alma libre por lo que alzo los brazos soltándome del agarre de Harry para alzar las manos hacia arriba siéndome tan libre como nunca. Es una sensación hermosa. Sentir el aire fresco de la costa acariciar tu cuerpo y el sol quemar tu piel con delicadeza. Hace mucho quería hacer algo de este modo pero no había tenido la oportunidad y me alegro que este momento allá sido junto a Harry. Una hora con quince minutos manejando sin detenernos llevamos hasta que le indico a Harry que estaciones justo frente a la playa en Marina Del Rey. Marina Del Rey queda a veintidós minutos de distancia de Santa Mónica. Bajamos de la Harley y tomo la mano de Harry arrastrándolo de prisa a un quiosco cerca de la horilla.
-Buenas Tardes ¿en qué les puedo ayudar? –nos pregunta muy amable el vendedor.
-Buenas tardes, quiero comprar dos paquetes para un Flyboard –le respondo y me volteo a ver a Harry quien me mira sonriente. El chico asiente y comienza a teclear en una computadora. -¿Te agrada la idea? –le pregunto a Harry.
