Cap. 3: Los ojos azules.

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Esa noche había estado pensando mucho en Kevin: tenía que encontrar la manera de acercarse a él. Si bien leyó su expediente completo y también buscó una buena cantidad de información sobre él, lo cierto era que todavía no llegaba a comprenderlo al cien por ciento.

En su infancia Kevin fue un niño problemático, rebelde y desobediente, que siempre odió que le dieran órdenes de cualquier tipo. Su constante actitud hacía que varias veces llamaran a sus padres a la escuela, pero hasta ahí Doble D no sabía mucho más. Se llamó a sí mismo tonto por nunca haber sido lo suficientemente curioso como para averiguarlo. Quizás de esa forma ahora tendría más información. Ni modo... debería tener una pequeña reunión con los padres.

Sin embargo recordaba momentos de su infancia en los que Kevin estuvo presente, y a pesar de que era ligeramente rudo y molesto (en ocasiones), tampoco se podría catalogar como un chico "con desórdenes mentales". Pero entonces, ¿qué pasó? Doble D se fue del vecindario a la edad de 13 años, cuando Kevin tenía 15, de modo que no tenía idea de lo que pasó después. ¿Fue en esa época que sus desórdenes comenzaron, o ya lo habían hecho antes? Pues no, ni la menor idea. En realidad, Doble D siempre temió acercarse a Kevin, de modo que nunca fue tan cercano como para preguntarle si tenía un problema o algo por el estilo.

Los desórdenes mentales suelen darse en la adolescencia, pero no sin una causa. Y tenía que encontrarla.

Distraídamente, abrió la puerta de la sala releyendo el expediente de Kevin y quitándose la bata, solo para encontrarse con un conjunto de doctores, todos rodeando la habitación del paciente, y con expresiones asustadas en el rostro. Una chica joven, posiblemente ayudante, de cabellos rubios que formaban dos trenzas y labios pintados de rojo, se acercó corriendo a él.

-¡Doctor! –Dijo. Algo en su mente sonrió ante esa palabra, nunca lo habían llamado así-. ¡El... el paciente no quiere recibir sus medicamentos! ¡Está actuando muy violentamente!

-Eddward –la mujer seria de antes se acercó a él, ella no lucía tan asustada-. No queremos usar la fuerza con él...

-¡No, la fuerza nunca! –Interrumpió Doble D-. Le ruego que no haga cosa semejante.

Ella, aparentemente irritada por esa interrupción, le miró unos pocos segundos hasta luego agregar:

-Bueno, eso mismo. No queremos usar la fuerza, pero se rehúsa a tomar el medicamento. Dígales qué hacer.

Esa última frase le puso tremendamente nervioso. "Dígales qué hacer". Ahora él tenía que... Él era quien guiaría a los ayudantes. Y un solo error... y sería toda su culpa. Tembloroso, se adentró en la sala y caminó hasta la ventana, abriéndose paso entre los ayudantes. La chica de pelo rubio y la seria mujer le siguieron por detrás. Doble D se concentró en Kevin. Estaba parado en medio de la habitación, jadeando, mirando a la puerta desafiante, con unos ojos rojos de la ira, y unas ojeras oscuras bajo ellos. Su boca, levemente temblorosa, mostraba una hilera de blancos dientes apretados, y sonreía apenas, estaba histérico. Los demás ayudantes se voltearon hacia Doble D, curiosos, sin saber qué hacer.

-Doctor –un hombre se acercó a él.

-Eheheh... doctor –susurró Edd muy por lo bajo, sin que le oyeran.

-Doctor, sucede que no quiere tomarse su medicamento –explicó el hombre-. Una enfermera se acercó para administrárselo pero él tuvo un ataque muy violento. Otros se acercaron, pero no permitió ni que lo tocasen, un ayudante salió herido. Díganos qué debemos hacer.

Doble D tragó saliva, pensando. Miró la habitación en la que estaba Kevin. Los ayudantes se habían acercado todos a él, curiosos, preguntándose cuál sería su respuesta. Y no solo los ayudantes, sino que las enfermeras y la mujer de rostro serio también. Acomodándose el cuello de la camisa, sintió a su corazón acelerarse. ¿Qué debo hacer? Paseó los ojos por la habitación, en busca de ayuda, pero en ese momento él era la máxima autoridad y solo tenía miradas curiosas a su alrededor, que le preguntaban qué hacer. Y entonces, aguantando la respiración y pensando en que se arrepentiría, susurró, despacio:

[PAUSADA] Si Estoy Loco, Es Gracias A Ti. *Yaoi*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora