Cap. 24: El Juicio.

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El cielo parecía tratar de mantener en él el sol despejado, pero sus planes eran impedidos por una manada maliciosa de nubarrones oscuros, que no sólo enfriaban la acera y el clima, sino que también anunciaban una pronta lluvia.

Kevin apretó los dientes mientras observaba con mirada decisiva la gran puerta de madera marrón oscuro que se levantaba prepotente y dominante ante sus ojos, como si le anunciara que tendría las de perder.

Dio una profunda bocanada de aire, pensando en que todo estaría bien, que ganaría y saldría de ahí como un héroe, con Edd entre los brazos. No iba a permitir que se lo intimidara, ni mucho menos que se le dijera que no saldría de ahí. Entraría, el juicio comenzaría, y luego no volvería a ver a la prisión ni a los policías por el resto de su vida.

Todo estaría bien.

Pasó los ojos rápidamente sobre la puerta, temeroso de lo que pudiese encontrarse del otro lado. Pensaba en un juez con aspecto malicioso, en el detective que lo atacó anteriormente, en James mirando distraído a otro lado, y en Doble D llorando en una esquina, lamentando el no haberlo podido salvar.

Pero sabía que ésas eran sólo paranoias nerviosas de su cabeza. Estaría bien, y no permitiría a su cerebro impedirle la seguridad. Saldría ileso de ese juicio, abrazaría a su novio y le diría unas cuantas palabras al oído, algo así como "¿viste, tontito? Te dije que estaría bien. Russel es imparable".

La cabeza le daba vueltas, el día podía despejarse, las nubes podrían moverse y dar paso al sol. Se aferró al pensamiento ganador que había conseguido adherir a su mente, y con un movimiento decidido, asintió al guardia que estaba tras su hombro derecho para avisarle que estaba listo para entrar. El hombre asintió igualmente, dijo algo en el micrófono de su chaqueta, y de inmediato la gigantesca puerta ante sus ojos se abrió, con un ruido rasposo y sonoro.

Observó por unos silenciosos instantes la gran sala que de pronto se mostraba. Era, en efecto, un tribunal, pero no tan espantoso como había imaginado en un inicio. Había unas cuantas personas en el jurado, varios más expectadores como público y un par de mesas de apoyo donde se pondrían los abogados y clientes. Caminó con la vista en lo bajo, avergonzado, temiendo voltear al público ante la idea de que todos allí debían de odiarlo, creyéndolo un asesino. Maldijo por lo bajo. Odiaba la sensación, odiaba el tribunal, los odiaba a todos. El guardia lo guio hacia uno de los mini escritorios, donde su abogado hizo un pequeño asentimiento con la cabeza a modo de saludo. Sus ojos eran claros y era bastante joven; Kevin se sintió, de algún modo, inmediatamente tranquilo. Como entregado a la suerte. Esa mirada ciertamente le decía que no podrían perder.

Asintió de vuelta y tomó asiento. Los oficiales que ahí lo habían llevado se voltearon y comenzaron a alejarse. Kevin pudo mirarlos mientras se iban; notó a Rosie, la guarida que lo había ayudado anteriormente, dedicarle una sonrisa tranquilizadora. Él también sonrió despacio. Todas esas miradas lo calmaban, todas esas sonrisas le decían que no tenía de qué preocuparse. Aunque... en ese momento lo que más necesitaba era, más bien, una sonrisa en específico.

Se volteó dudoso, temiendo los rostros que podía encontrar. Buscó entre la multitud las caras conocidas, y encontró más de lo que hubiera deseado. Notó a las dos hermanas de Marie, con el rostro cubierto de lágrimas y mirándolo enfurecidas. Se encogió y miró hacia los alredores; el rostro de Nathan se encendió como una luz en medio de la oscuridad, dedicándole una mirada brillante de tranquilidad, junto con un guiño de "todo estará bien". Sonrió despacio a modo de agradecimiento, estaba más tranquilo. No encontró a ningún otro conocido entre el público, mucho menos a su familia, y justo cuando pensó que no había nadie más esperando ver su triunfo sus ojos se toparon con una dulce mirada celeste, la misma que lo había hecho relajarse tantas veces en el hospital...

[PAUSADA] Si Estoy Loco, Es Gracias A Ti. *Yaoi*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora