xiii. Te quiero aquí.

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CAPÍTULO TRECE

TE QUIERO AQUÍ

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Al día siguiente, cuando abrió los ojos,se sintió desorientado. No sabía donde se encontraba, aquella no era la habitación de su apartamento hasta que cayó en la cuenta que estaba en la mansión y que esa era la habitación de Zaira. Por un momento, pensó que todo había sido un precioso sueño, un producto de su imaginación, pero no era así. La morena estaba a su lado, mirándolo con una pequeña sonrisa en los labios. Fred también sonrió, al recordar todo lo que habían hecho e incluso llegó a ruborizarse. ¿Cuánto tiempo llevaría ella despierta, esperando a que él también despertase?

—Buenos días, mi ángel —la saludó, desperezándose un poco.

—Buenos días, Freddie —su sonrisa se hizo más amplia.

—¿Cómo has dormido? —preguntó mientras le colocaba un rebelde mechón de cabello detrás de la oreja y luego se colocaba de costado.

—No dormía tan bien en siglos —confesó, para después dejar una pequeña risa a la que él se unió.

—Me alegra saber eso. He decir que yo también dormí muy, pero que muy bien, aunque no me hubiera importado haber seguido un poco más con lo de anoche —sonrió, pícaro. 

—Has salido hecho una fiera, ¿eh? —volvió a reír. Él asintió.

—Zaira ━pronunció su nombre, entonces, casi acariciando cada sílaba.

—¿Sí?

No dijo nada, se acercó a ella y la besó. Desde que se había despertado y había visto esa sonrisa en los labios ajenos, había tenido la necesidad de robarle un beso para comprobar que aquello era real, que no era un maravilloso sueño. Y obviamente, no lo era. Su corazón latiendo con fuerza o la calidez que sentía al entrar en contacto con ella se lo decían. 

La morena correspondió al beso con pasión y dulzura. Por un instante, Fred intentó cogerla para ponerla encima suya y seguir por donde lo habían dejado, pero ella no se lo permitió.

—No —Fred alzó una ceja, confuso—. No podemos.

—¿Por qué? ¿No quieres?

—Claro que quiero, ¿cómo no iba a querer? Pero tengo que ir al Consejo a trabajar —dejó escapar un suspiro.

—¿Hoy también? ¿No puedes tomarte el día libre?

—No, ojalá pudiera, pero no puedo ser —contestó a la vez que negaba con la cabeza.

—Pero no quiero dejarte salir de esta cama —protestó como un niño chico, para después abrazarla y pegarla a su cuerpo.

—Vamos, Fred, suéltame —replicó ella.

¿Quieres mi ayuda? ➳ Fred WeasleyWhere stories live. Discover now