Una pequeña tímida, más pálida que lo blanco, y más hermosa que todas las demás.
Un tipo mujeriego, más fuerte que la madre naturaleza, y con el corazón más frío que los polos del norte.
Aquellos ajenos no entendían porque eran ellos uno sólo, ni el...
Viernes, por fin era viernes. Mañana no habría clases, por lo cual podría pasarla con Georg todo el fin de semana. O haciendo tarea.
Recogí todos mis libros del casillero pero el sonido de éste hiso que todo mi esfuerzo por cargarlos fuera en vano.
—Oh, ¡lo lamento tanto! —dice y sonríe. Era más bajita que yo, de cabellos rubios y tez un poco más morena que la mía, parece que se tiño el cabello —Mucho gusto, me llamo Kathleen.
—Hola —fue lo único que dije. Algo no andaba bien.
—Soy amiga de tu novio, por cierto —musita—, más bien, su ex novia.
Sentí algo arder dentro de mí y no por celos, estaba enojada. Según mis cálculos y las veces que lo acosé en secreto, él nunca tuvo novias formales. Entonces ¿qué era ella de él exactamente?
—Sí, ahora Anadla es mi novia —mi hombre aparece atrás mío tomando mi cintura con sus manos tan grandes—; qué tal, Katt.
¿Katt? ¡Katt! ¿Por qué ella tiene un seudónimo y yo no? ¿Por qué?
No, no estaba celosa.
Bueno, tal vez un poco.
—Nosotros nos retiraremos, Katt. Mi novia y yo tenemos múltiples cosas que hacer para disfrutar nuestros días —me mira, me sonrojo y sonríe— ¿verdad, mi amor?
Sonrió y asiento. —Hasta luego, Kathleen; un gusto.
—Lo mismo —sonríe y sé que está mintiendo.
Después de 10 minutos llegamos a casa, Mamá dijo que llegaría tarde, así que no habría problema de que Georg se quedará más tiempo en casa.
— ¿Tienes hambre? —Digo y él asiente con una sonrisa de lado a lado—, ¿quieres que prepare pasta o carne a la naranja?
—Yo sé que podemos hacer antes de comer —me toma de las caderas y empieza a dejar besos por todo mi cuello. Aprieto los ojos y no quiero gemir, eso es el fuerte de Georg—, vamos nena, sé que te gusta tanto como a mí.
Asiento y él sonríe. Esa jodida sonrisa que me encanta más que mi puta vida.
Me carga y me lleva a mi habitación, en donde caemos entre risas a la cama. Lo beso. Nuestros alientos empiezan a hacerse en un solo, nuestras lenguas danzan como si el mundo fuese a acabarse dentro de 3 horas.
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Nos separamos después de 3 minutos, sonríe encima de mis labios y sus manos bajaron hasta la costura de la blusa, para después olvidarse de ella y quedar sólo en sostén. Sus labios bajaron hasta mis bubis y empezó a estimularlas con su lengua y manos. Muevo mis caderas intencionalmente y él sonríe más.
— ¡Anadla, estoy en casa! —esa voz es más que familiar. Tanto los ojos de Georg como los míos se ensanchan y me pongo más roja.
—En el baño, no prendas la luz —musitó y él asiente. Tomo la blusa e intento tranquilizarme. Sé que si bajo así mamá pensará cosas que sabemos todos que sí son.
— ¡Hola, mamá! —Finjo mi voz que hasta a mí me daría miedo—, no es por ser grosera, pero... ¿qué haces tan temprano en casa?
—Pedí el día para pasarle contigo, cariño —me sonríe y me tenso, se dio cuenta—. ¿Qué pasa? ¿Qué tienes?
—No nada, es sólo que... no te esperaba en casa temprano, Violet me invitó a tomar un café saliendo de la escuela y estaba arreglándome para eso —nunca le había mentido a mamá, pero quería cuidar a Georg de mí mamá, por él haría todo lo que fuera—, no te molesta, ¿cierto?
—No, claro que no —dice—, anda, arréglate, ponte más bonita de lo que eres —me sonrojo y subo.
°|Hola chiquissss!:)
Bueno, recalco que faltan muy pocos capítulos para que esta primera parte de mi historia concluya, así que de aquí en adelante NO se la pueden perder (voz de comercial de telenovela)
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