La Ville

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Desperté al sentir la alarma. Happy Alone de Kings of Leon. En algún momento pensé que si me despertaba con una canción animada, despertaría feliz. Otro error al saco de errores.

Apagué la alarma, me duché, vestí, arreglé, tomé mi bolso y salí. Hoy no había tiempo para el desayuno.

Caminé por las frías calles de Londres hasta llegar a La Ville. Mi hogar y mi calabozo.

- Alice -- escuché mi nombre -- Marius está como loco porque no llegabas.

- Eleni -- la miré con una sonrisa burlona -- Marius siempre esta como loco por todo. Ni siquiera he llegado tarde, de hecho llegué con cinco minutos de anticipación -- sonreí triunfante.

- Pues las verdaderas bailarinas llegan con una hora de anticipación --ahora era Marius quien se unía a la conversación. Me miraba, pero no había emoción en esa mirada, nada que me permitiera descubrir que estaba pensando. Nada que me permitiera decir si lo que decía era en serio o en broma. 

- Como sea, ya estoy acá, así que Don Me-Enojo-Por-Todo -- le señalé la puerta de la sala de ensayos -- entremos rápido.

Marius era una especie de vice-instructor o vice-coreógrafo. Sus bisabuelos, Edik y Galina, habían creado La Ville hace 80 años. Habían trabajado duro para crear una academia de excelencia y, sin lugar a dudas, lo habían logrado. Luego la academia pasó a su hija Rosabella, amante del ballet, quien se casó y formó una familia. Solo uno de sus hijos se interesó en el ballet y ese hombre era su actual dueño. Francesco Lavrov, el creador de "La generación de las Rosas". El nombre es en honor a su madre, quien en su época fue reconocida como una de las más hermosas bailarinas.

Marius era el sucesor de Francesco, de 28 años, casado, se había retirado del ballet a los 26 y había comenzado a dedicar todo su tiempo a La Ville.

- Atención-- gritó-- mi padre hoy se encuentra en Francia, por tanto no vendrá -- vi alegría en la cara de mis compañeras -- pero -- continuó -- eso no significa que hoy será fácil para ustedes. Puede que yo tenga más paciencia que mi padre, pero eso no es mucho decir. En tres semanas bailarán La Cenicienta en "Le Salon Jouvet" -guardó silencio y continuó -- se estima que quinientas personas asistirán, y no tengo intenciones de que La Ville de un mal espectáculo -- Me miró con esos ojos que nunca puedo descifrar -- estos dos días solo haremos calentamiento y no practicaremos coreografía alguna -- escuché aplausos de alegría y murmullos.

Marius -- volteé hacia Taina, la fan número uno de Marius -- eso significa que podemos hacer lo que nosotras queramos -- no parecía una pregunta, más bien era una afirmación.

- Así es. Pueden conversar y perder tiempo, pueden ensayar cualquier tonto baile si es que quieren, pero este plazo de dos días que les entrego no tiene por objeto que hagan calentamiento sin sentido --- lo miré confundida ¿Qué tramaba? -- Generalmente mi padre y yo designamos sus posiciones en un baile, pero ahora decidimos que no será así. En dos días deben presentar sus audiciones, así que este plazo es para que creen una coreografía y la practiquen -- sonrío con satisfacción -- ¿Quién de ustedes será una digna Cenicienta? --dijo con fingido drama.

Y esas palabras bastaron para que entre todas y cada una de nosotras se declarara la guerra. Envidia y competitividad era lo único que se palpaba en el aire ¿Quién dijo alguna vez que las bailarinas de ballet era delicadas y hermosas? Ahora yo solo podía ver brujas y víboras.

Marius aplaudió dos veces como forma de dar por terminada la conversación y se retiró. Yo me dirigí a una esquina para ordenar la ropa que me pondría al ensayar. Vi de reojo como una silueta caminaba en mi dirección.

La BailarinaWhere stories live. Discover now