32. A FLOR DE PIEL

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Lana aún no asimilaba cómo se había dejado convencer. Sentada en esa terraza mientras comía, miraba los transeúntes y los otros clientes del restaurante de reojo, con la sensación que tarde o temprano alguien sospecharía de su situación. Preocupada, intentaba por todos los medios esconder su entrepierna y a la vez evitar ningún gesto que la delatase.

- Deja de removerte así. Llamas la atención. - le dijo Balan quedamente sin mirarla.

- Para ti es fácil decirlo. Hoy tú sí llevas calzoncillos. - al decir esto, recuerda algo. - Por cierto, ¿porqué ayer noche no llevabas? Me carcome la curiosidad...

- Con el uniforme ninguno llevamos, porqué esos malditos pantalones ceñidos y blancos se marcan y transparentan, y como ya llevan una doble capa y un refuerzo algo acolchado para montar, tampoco hace falta que llevemos.

- Pues así el conjunto resulta muy sexy...

- Creía que no te gustaba ese uniforme.

- Los pantalones sí. - dice ella rememorando cuando le tocó quitárselos, descubriendo su piel donde debería estar su ropa interior.

- Para tu falta de experiencia, eres un poco pervertida... - le dice picarón. - Me estoy poniendo otra vez cachondo. Cuando terminemos de comer nos vamos directos a tus aposentos.

- ¿Y porqué no a los tuyos...?

- No. No es muy recomendable que de momento te vean por ahí. Aquello es la selva.

- Pero si ya me han visto, por ahí. - dice Lana recordando el día que se extravió y chocó con él. Realmente ahí había mucha testosterona suelta.

- Ya... Pero eran otras circunstancias.

-¡Vaya...! ¡Que sorpresa! - la voz de un chico los interrumpe.

A Lana se le ponen todos los pelos de punta al reconocer esa voz. "¡Syrius!"

Se gira con cuidado para confirmar sus sospechas.

- Ah, los hay con suerte. - sigue diciendo Syrius. - Balan, te llevaste a la chica más deslumbrante del castillo.

"¿Pero que dice?", piensa Lana alarmada. Además, él no va sólo. Lo acompañan una rubia y una morena espléndidas, que no deben tener muchas luces pues ni por asomo se han molestado por sus excluyentes palabras. En vez de eso siguen sonriéndole las gracias.

En contra de todas las probabilidades se acerca a ellos, mejor dicho a ella, y le susurra:

- Oléis a sexo. - se relame diciendo.

Lana traga saliva. "Lo va a descubrir, lo va a descubrir, lo va a..."

- Syrius, ¿no tienes nada mejor que hacer? - lo corta Balan.

- Ya sabes, siempre estoy a tiempo de rehacer mis planes...

- Ya, pero en este momento sobras.

Contrariado, Syrius se yergue alejándose de Lana.

- Ah, ya veo. Os queréis divertir solos.

- Veo que aún entiendes las cosas. Entonces, ¿adiós?

- Sí, claro. Vamos chicas.

Lana lanza un suspiro en cuanto se alejan.

- ¿Qué te ocurre con este tío? - la interroga de pronto Balan.

La pregunta la pilla por sorpresa. Parece enfadado. ¿Con ella? Decide ser franca.

- Esta mañana me besó. Sin mi permiso.

CASTLE WARSWhere stories live. Discover now