48. LA CUADRILLA.

33 2 26
                                    

Mientras hablaba con Sonja, Lana se quedó de pronto consternada mirando el anillo que las comunicaba.

—¿Qué, viene ya? —la achuchó Balan. No entendía porqué la elfa no decía nada; estaba como esperando algo, estática.

—Me ha cortado —dijo ella por fin —. ¡La muy caradura me ha cortado!

Balan rió. No sabía qué decir, no conocía mucho a Sonja, pero sí lo suficiente como para entender que la amistad de esas dos era lo bastante profunda como para considerarse hermanas en todos los sentidos, incluso en el negativo, por lo que no se preocupó por algún posible conflicto.

—¿Y ahora qué? —preguntó.

—Dice que vayamos donde ella, a la taverna "El puente". ¿Sabes dónde es?

—No, pero no hay problema. Tenemos el mapa general —. En realidad encontrar el lugar era fácil, solo se debía acceder al mapa oficial, pero a los clientes se les solía olvidar este tipo de detalles tan básicos —. ¿Me ayudas? —le pidió para poder incorporarse tras su reposición.

Lana se acercó a él contenta por verlo mejor. Por el momento era una mejora a medias, pero él no tardaría a volver a estar al cien por cien con el plus de algunas ventajas, pues había aprovechado la ocasión para pulir ciertos aspectos de su ávatar y minimizar aún más sus defectos. Lo único que no pudo modificar fue su condición de PNJ, pero qué se le iba a hacer. Al menos Madox no había hecho acto de presencia esta vez; él mismo se había ocupado de no levantar la liebre, camuflando su actividad.

—¿No quieres esperar un poco más? —le sugirió la peliblanca. Sus claros ojos almendrados lucían acongojados; la pobre aún seguía preocupada.

—No es necesario, en cuestión de minutos volveré a ser el de siempre. Reposar no hará la diferencia —. Se levantó apoyándose en ella y, aunque le costó ese esfuerzo, la actividad se sintió bien. La piel le hormigueaba mientras sentía sus funciones volver a ponerse a tono, devolviéndole la energía que le faltaba. La herida se había cerrado sin ningún problema y sin dejar rastro de su existencia, esa era la ventaja de estar hecho de pixels. Para acabar de recuperarse, hizo una profunda inspiración y soltó lentamente el aire —. Bien, vamos allá. ¿Te ha dicho porqué debemos ir nosotros con ella?

—Ni una palabra, pero no creo que fuera nada grave. No se estaba peleando con nadie —dijo ella tan tranquila. Lo dicho, se conocían como si las hubieran parido juntas.

Por el camino, Lana no le quitó el ojo de encima. Lo trataba como si aún estuviera herido, como un bebé o peor, como un viejo. Era tierno verla así, pero tampoco había para tanto.

Al final, cansado de sus intentos de cuidadora, Balan decidió pararle los pies. La tomó de la cintura, la revolteó inclinándose sobre ella y la besó largo y tendido, colgada de sus brazos.

Cuando terminó, la incorporó lentamente haciendo gala del control de su fuerza, con la sorprendida mirada de sus ojos azules presa en él.

—¿Crees que si no estuviera bien podría hacer esto? —le dijo dedicándole una pícara sonrisa.

—Vale. Tienes tu punto —aceptó ella.

—Espero que esto te deje más tranquila.

Lana asintió con una dulce sonrisa y emprendieron de nuevo el camino cogidos de la mano.

Cuando entraron en la taverna fue difícil distinguir a Sonja entre tanto gentío. La divisaron al fondo, en la barra, su cabello rojo como una brasa rodeada como siempre de hombres.

Mientras atravesaban la sala, Balan admiró esa increíble construcción, pues aunque estuviera trabajando de hacía tiempo en la empresa como diseñador gráfico virtual, había muchas áreas que él no conocía, ni tampoco a sus autores. Su especialidad era la creación de PNJ, no de ambientes, y por eso alucinaba con lo que eran capaces de hacer los de esa área. A cada lado de ellos, siguiendo la dirección del puente, había un seguido de ventanas mostrando lindos paisajes en las dos direcciones del estrecho río y, por raro que pareciera, el local disponía de dos entradas principales, una en cada extremo del puente, lo cual permitía a un transeunte normal usar el bar como vía para atravesar el río. Lo que nadie podía asegurar es que el viandante llegara al otro extremo, ya que la tentación de quedarse y sumarse a la diversión era alta. Por supuesto, la barra estaba en la mitad de su recorrido, enganchada a una de las paredes y con forma de herradura, dominando así todo el espacio.

CASTLE WARSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora