De vuelta a clases

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Ya era lunes, durante todo el fin de semana habían hablado de la espectacular presentación de Baile.

Me levante a las 6 de la mañana para tomar primero el baño, busque mi uniforme y un par de toallas en el guarda ropa que estaba frente a mi cama. Aquel guarda ropa era de mi madre, grande y de color café oscuro, era antiguo probablemente había sido antes de mi abuela, una de las historias que mi madre había prometido contarme y nunca más volvió para hacerlo.

Después de bañarme, me puse el uniforme y a las 7:30 en punto sonó el timbre, no podía creerlo por primera vez Bruno llegaba temprano, esto no podía ser... Baje las escaleras y abrí la puerta. Allí  había una especie de carta de color rojo y al lado de él había una rosa marchita, sentí que mi corazón se salía del pecho, tome el sobre antes que de alguien de mi casa pudiera leerlo por mi, en un costado de la carta con tinta negra salía escrito mi nombre.
Subí las escaleras corriendo y escondí la carta detrás de mí armario.
Volvió a sonar el timbre, pero esta vez si era Bruno, que me miraba riéndose y me hacía un gesto con su mano apuntando el reloj, tome mi mochila, mi la corbata y subí casi de un salto al Porsche de Bruno.
-Estas un poco agitada esta mañana, al parecer el chico de ayer te ha dejado mal, rió.
-No me ha dejado mal Bruno, conteste suspirando, vamos veinte minutos tarde... ¡Veinte minutos tarde! ¡Esta vez sí que te has pasado!, chille, para cambiar de tema, no quería contarle a nadie lo que estaba pasando y no podía sacar de mi cabeza aquella carta.
No me gustaba el juego de Ignacio y no iba a permitírselo, no quería ser parte de su mafia de drogas, no quería tener que relacionarme nunca más con él.
Llegamos a las 8:40 al colegio, habíamos perdido casi un bloque de clases. Entramos y todos estaban en silencio viendo una película en historia.
Antonia, la maestra nos miro de pies a cabeza.Era joven, tenía el cabello color castaño claro y un ojo de color café y el otro de color verde. Era alta y tenía una mirada que dejaba helado a cualquiera que se metiera con ella.
-Otra vez tarde, la mmm... Hizo una pausa para contar todas las veces que habíamos llegado tarde a clases, la décima vez en el año y solo llevamos 2 meses de clases, vayan a pedir un pase a la inspectora y si se me da la gana podrán entrar a clases. Y señorita Amy ¿Dónde estará su corbata?, dijo con una sonrisa. Mierda la había dejado en el auto de Bruno.
Salimos de la sala intentando no crear ningún tipo de sonido para no tener problemas con Antonia.
-Aquí tienes tu corbata, me dijo Bruno mientras reía a carcajadas.
-No entiendo que es lo que te hace tanta gracia, lo mire sería y seguí a paso firme a la oficina de la inspectora.
-Tu me causas gracia, es decir mira tan solo tu camisa, está toda mal puesta y tus calcetines, hizo una pausa para reír, tienes uno arriba y el otro apelotonado abajo, además no creo que este bien usar una falda mal abrochada.
Tenía razón era un desastre. Me arregle lo mejor que pude antes de entrar a la oficina.
Luego de darnos una charla de 15 minutos el subdirector Ramones nos dio el pase para entrar a la sala. Me senté junto a Pía , arregle mis cosas y luego al poner las manos bajo la mesa note que había un papel pegado. Intenté sacarlo sin llamar mucho la atención de Catalina, que estaba a delante y me puse a leerlo.
"Haces mal en ignorar la carta que está en tu pieza, Ignacio se pondrá furioso y Óscar también, pasó a recogerte a la escuela preciosa, Max."
Que fastidio, ¿!quien se creía Max que era!?, apenas lo conocía y se daba la libertad de acosarme, tenía los nervios de punta y lo único que quería era que terminara el día para poder encarar a ese maniático de Max.
Pase el resto del día con Antonia, Pía y Bruno quien no paraba de reírse por cómo había salido de casa por la mañana.
Cuando por fin toco la campana del último bloque de clases, salí casi corriendo de la sala, para no tener que toparme con Max. Pero ahí estaba conversando conversando con Catalina.
Max llevaba una chaqueta de cuero negra, una polera blanca y unos jeans negros, le quedaban simplemente hermosos, pero no tenía intenciones de acercarme a saludarlo y seguí de largo.
Mientras caminaba a casa sonó  mi teléfono, era un número desconocido.
-¿Qué no saludas Princesa?, corte el teléfono y seguí caminando.

-¡Oh vamos!, rió una voz detrás de mi, esto es muy infantil para mi gusto, pensé que eras una chica un poco más madura.
Pero ignore su voz y seguí simplemente caminando a paso firme, hasta que Max corrió y se paro frente a mi tomándome por los hombros, no podía evitarlo, tenía mas fuerza que yo.

-¿Que es lo que quieres? y habla rápido, se me agota la paciencia contigo.
-Vamos, te llevo en auto a casa y te explico todo, hay algo que tienes que saber sobre Ignacio.
Puse los ojos en blanco y me resigne a irme con él a casa.

Hasta que tu misma te consumasWhere stories live. Discover now