#2 Motivo 1; Sonrisas.

720 86 8
                                    

Silence.
Capítulo 1 ≈ Sonrisas.

En el vestuario había un silencio poco habitual para después de un entrenamiento. Ya eran costumbre las charlas y risas de sus compañeros, emanaban felicidad siempre que vestían la camiseta albiceleste. En esos momentos no importaba si te llevabas mejor con uno o con otro, había siempre una alegría natural cuya constancia era casi sagrada.

Aquel silencio se debía a una sola cosa: el tiempo. El entrenamiento habitual había terminado bastante tiempo atrás y ya todos los que habían sido partícipes de este se habían ido. Las voces se acallaron de a poco, apagandose, hasta que quedó Ezequiel, que ese día había hecho un par de segundos más lento para quedar último. No fue algo al azar, porque sí. Lo había hecho a propósito porque con sólo una mirada de su compañero había bastado para entender que eso era lo que debía hacer. No era la primera vez que realizaba dicha acción, que se tomaba su tiempo hasta para caminar. Porque otra persona también lo estaba haciendo.

— ¿Qué vas a hacer mañana? — preguntó a lo que parecía ser la nada, pero que él sabía que estaba ahí, detrás suyo, quizás en la ducha o cambiándose. No lo sabía porque el otro se había puesto del otro lado del vestuario.

— Em... — la voz resonó con más fuerza, como si el si estuviera consiente de cuál era la distancia que los separaba. Cuando Ezequiel se dio vuelta lo vio ahí, a Javier Mascherano ya cambiado y con los ojos clavados en él. Sólo pudo sonreír haciendo que Javier le devolviese el gesto, su tan típica y habitual sonrisa, esa mueca simpática que generaba tantas cosas en el jefecito. — creo que voy a lo de Lionel, con una amiga suya o algo así me dijo. El pobre todavía no supera la separación con Anto.

— Ah. — la voz de Ezequiel en ese momento le había indicado que era el comienzo de una de sus escenitas, esas de las que nunca entendía el motivo.

— ¿Querés venir? No creo que les moleste y a mi no me jode. — trató de decirlo con el mejor tono posible, ignorando el hecho de que Ezequiel se había levantado y Javier lo había tomado por el brazo izquierdo como para que, por las dudas, no se vaya. Pero claro que se había dado cuenta, que lo notaba en cada segundo, en cada palabra, en cada letra. Javier de arrepintió, sabía que cuando Ezequiel se ponía así lo peor que podía hacer era rogarle, que no debía importarle pero no podía evitar hacerlo.

— No, me arreglo con el Kün. Es que hace mucho no nos vemos fuera de los entrenamientos...

Era un reproche. Lo supo por la forma en que dijo que se arreglaba con Agüero. Porque pasaba la mirada posada en él al techo, como sufriendo o simplemente sin querer mirarlo fijo porque sabía que le costaría reprocharle algo con esos ojos inquisidores en él. Javier estaba harto de los reproches, siempre encontraba uno nuevo. — Uy mira Ezequiel ya no me banco ese tono de voz ni esa actitud así que no me rompas las pelotas. No es mi culpa que no nos veamos después de un entrenamiento o un partido.

Ya no tenía más esa sonrisa que tanto le gustaba a todo el mundo. Aún así tampoco lo miraba con enojo, sólo con seriedad, bastante incrédulo, como si no pudiera imaginarse al Javier que el conocía diciéndole eso. Él no era así, al menos no con Ezequiel. Tenía su carácter fuerte, incluso solía discutir con rivales o compañeros cuando no estaba de acuerdo en algo, pero ¿Con él? Esa era la primera vez.

— ¿Estás harto? ¿Te rompo las pelotas? — repitió sus palabras como si fueran cuestionables, haciendo que la otra persona se cuestione lo que él mismo dijo. Era un gran manipulador, y aunque nunca lo había hecho con Javier, estaba seguro que esas palabras eran pura impotencia. Eso funcionó: lo hizo dudar, de repente sintiendo que no era tan así, que ambos estaban exagerando y que la tensión entre ellos era innecesaria. Ambos se habían dado cuenta de eso.

— Bueno sí... — Javier lo vio venir. Lo vio acercarse, con ese gesto que tenía siempre que su orgullo les impedía hablar. Quería parar todo tipo de pelea, las odiaba. Llegó a sonreír antes que Ezequiel le diera un beso mucho más corto que lo esperado y de lo debido en sus labios. Se separaron sonriendo, como si nada hubiera pasado.

Ese momento de sonrisas fue interrumpido por Javier.

— Vamos a mi casa.

Era verdad que Javier nunca le diría cosas como las que dijo, sólo un acto de impotencia podía causar eso, sólo un beso de Ezequiel podía cambiarlo.

Silence. ➳ Maschezzi.Where stories live. Discover now