Silence.
Epílogo.— ¿Se puede? — preguntó Lionel del otro lado de la puerta que daba a la habitación donde Javier se preparaba para el momento más esperado. Para el día de su casamiento.
— Sí. — contestó de inmediato. Para cuando Lionel ingresó pudo notar a Javier transformado en un manojo de nervios peleando con la corbata, la cual claramente le estaba ganando.
— Dejame que te ayudo. — se apresuró a decir mientras se acercaba y tomada la corbata en sus manos para ponerla de manera correspondiente.
— Mis papás no vienen. — dijo de la nada, dejando paralizado al 10.
— ¿Q-qué?
— Pero esta bien. Así tiene que ser, hoy van a estar las personas que tienen que estar. — explicó con total seguridad. Sin dudar ni un segundo de sus palabras.
— ¿Ósea que ya no te importa todo lo que te dijeron?
— Me duele que no vengan, eso no te lo voy a negar pero fue una decisión suya y la respeto así como ellos tendrán que respetar que yo decidí que no hay nada más importante que Ezequiel. — por fin, después de tanto tiempo había logrado entender que nadie podía decidir cuando él era feliz o no. Entendió que nadie podía quitarle su felicidad a menos que el lo permitiera y si de algo estaba seguro desde el primer momento era que de Ezequiel no lo iban a alejar.
— Me alegro mucho por ustedes, así tiene que ser. Voy a verlo al otro boludo, a ver si se pelea con el moño y encima le gana. — bromeó y luego de abrazar a su amigo con orgullo se dirigió a la habitación donde estaba Ezequiel comiendo y caminando de un lado al otro. — Te van a explotar los botones de la camisa si seguís así — dijo cuando ingresó, tomándolo para acomodarle el moño.
— ¿Tenés los anillos, no? — contestó evadiéndolo completamente mientras tomaba otra mini empanada.
— Sí, tranquilo. Va a salir todo perfecto. — trató de darle ánimos y calmar sus exagerados nervios y ansiedad.
— Mira si se arrepiente boludo... me voy a hacer pis encima de los nervios.
— Sabes que es imposible que se arrepienta y lo otro bueno, no sé, intenta que no te pase asqueroso.
Pocos minutos más tarde ambos estaban en la entrada del altar a un paso de dar el gran sí. No necesitaron decir nada, quizás por nervios o simplemente porque ambos sabían que la teoría del Pocho en este momento estaba funcionando a la perfección. Ninguno necesito decir lo hermoso que se veía el otro, o cuanto se amaban... sus miradas los delataban. Tampoco debieron decir lo nerviosos que se encontraban porque en cuanto se tomaron las manos con fuerza de inmediato desapareció aquel sentimiento.
A pasos lentos comenzaron a ingresar en el gran altar con la típica música de fondo. Algunos de los allí presentes lloraban de emoción, y del orgullo que sus amigos u familiares les transmitían. Porque ellos iban en contra del estereotipo, a favor de su amor. Hasta generaban envidia en quien no podía ver como esos dos hombre representaban al amor a la perfección.
Luego de una breve presentación, el discurso sobre el amor y la importancia del acto que estaban por realizar dado por el sacerdote terminó, el momento más importante se hizo presente. Esos minutos tan deseados al fin habían llegado.
— Ezequiel Iván Lavezzi ¿Acepta como esposo a Javier Alejandro Mascherano para cuidarlo y amarlo en lo triste y en lo próspero, en la salud y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?
— Sí, acepto. — contestó de inmediato dejando ver esa hermosa sonrisa que tantas cosas generaba en Javier.
— Javier Alejandro Mascherano ¿Acepta como esposo a Ezequiel Iván Lavezzi, para cuidarlo y amarlo en lo triste y en lo próspero, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
— Sí, acepto. — dijo observando a su hombre, tan sonrojado y feliz, igual que él.
El sacerdote dio bendición a los anillos y luego de colocárselos el uno al otro se unieron en un perfecto beso lleno de amor y emoción.
— Te amo — susurró con amor Javier aún pegado a sus labios — gracias por hacerme tan feliz y darme toda la seguridad que hoy tengo.
— Gracias a vos por ser la persona que más necesito. Te amo peladito. — contestó el otro, uniendo nuevamente sus labios en un sentido beso.
Fin.
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Silence. ➳ Maschezzi.
Romance❝ El silencio es el ruido más fuerte, tal vez el más fuerte de los ruidos. En una cama el movimiento de dos cuerpos que se aman sin necesidad de decirlo con palabras ni de hacer el amor. El silencio de ocultarle al mundo tus sentimientos y vivir a p...