Silence. ➳ Maschezzi.

#8 Terapia de pareja; Miedo.

Silence.
Capítulo 7 ≈ Miedo.

Tarde. Como siempre si se trataba de Ezequiel en una mañana invernal. Estaba llegando tarde a la cita. ¿Cita para qué? Para una terapia de pareja totalmente innecesaria según sus creencias, pero amaba a Javier, lo amaba demasiado como para no complacerlo. Y aunque había intentado hacerlo cambiar de opinión decidió ceder e ir.

Para cuando llegó Javier ya estaba sentado en un gran sillón bordo con su típica cara de pocos amigos. Estaba enojado y Ezequiel lo sabía.

— Perdón, me demore.

— Sí no dimos cuenta. — contestó molesto.

— Vinimos a solucionar los problemas que no tenemos no a discutir, Javier. — dijo tratando de calmar el enojo de Javier, iniciando de una vez por todas esa estúpida terapia.

— ¿Problemas que no tenemos? — repitió Carla, la terapeuta, aquellas palabras no sonaban bien. ¿Era un negador o realmente no tendrían problemas? — ¿Cómo es eso?

— Peleamos mucho y al minuto nos estamos besando como si nada hubiera pasado, nunca hablamos de nuestros problemas. — contestó Javier seguro de sus palabras. No quería ponerse a ejemplificar pero si debía hacerlo no sabría cuál de todas las peleas explicaría.

— ¿Por qué no hablan?

— Porque no es necesario. — Ezequiel se sentía cada vez más incómodo y supuso que contestando él sería todo más rápido y podría irse pronto.

— A veces es necesario hablar.

— A veces te convertís en esclavo de tus palabras. — Ezequiel mantenía su teoría, el silencio arregla las cosas. Según él, si se hablaba sobre lo sucedido en caliente podrían decirse cosas hirientes y que en realidad no sentían pero que tendrían un peso en la otra persona. Y que tarde y temprano, todas y cada una de esas palabras serían reclamadas de alguna forma.

— Si no hablamos no sabemos lo que nos pasa. — dijo Javier observando por primera vez en lo que iba de la sesión a su novio.

— Sí lo sabemos. Lo sabemos porque nos conocemos. Y ambos entendemos que una pelea no es motivo para no estar juntos así que lo dejamos pasar. Porque nos amamos, y cuando dos personas se aman no necesitan andar hablando, porque se miran y lo saben, Javier. — Ezequiel había cambiado ese nerviosismo que tenía al principio por total seguridad. Miraba a los ojos de su jefecito, como el solía decirle, con total firmeza.

— A veces no alcanza con una mirada.

— Y por eso es que nos besamos. Porque aunque queramos seguir discutiendo preferimos besarnos, estar juntos.

— ¿Por qué tenés tanto miedo? — preguntó Carla, quien anteriormente había permitido que intercambiarán sus opiniones sin interferir.

— No tengo miedo. —  No tenía miedo, sólo estaba protegiendo su relación ¿Tan inusual era que una persona vaya a terapia para cuidar que su relación siga estable?

— Sí, sí tenés miedo. Tenés miedo porque no podes creer como ese hombre que está ahora a tu lado te hace tan feliz. Tenés miedo de no ser feliz si él no está y por eso viniste acá. Pero ustedes no necesitan hacer ningún tipo de terapia. Se aman y eso los hace superar cualquier tipo de discusión sin necesidad de hablarlo. Él problema sos voz — habló ahora observando fijamente a Javier — que no podes naturalizar tanta felicidad.

Eran exactamente las mismas palabras que Ezequiel había dicho ayer. ¿Sería así? ¿Tendría miedo? ¿No se supone que en una relación se debe estar seguro?

— No voy a dejar de intentar hacerte feliz nunca. — expresó Ezequiel con un leve sonrojo en sus mejillas. Amaba cuando le decían aquellas palabras, cuando le hacían entender que lo estaba haciendo bien. Que estaba cumpliendo con su propósito: hacer feliz a Javier. — Te amo.

Esas dos palabras no salían con frecuencia de los labios del 22, siempre que lo veía necesario le decía que se amaban pero no de ese modo, no hablando únicamente de lo que él sentía por su jefecito.

— Yo también te amo.

No fue necesario decir nada más que sus labios ya estaban unidos, olvidándose de la presencia de la terapeuta allí. Quizás Ezequiel tenía razón, a veces el silencio era la mejor opción.