#4 Motivo 3; Debilidad.

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Silence.
Capítulo 3 ≈ Debilidad.

Fue imposible evitar el gesto de irritación en su cara mientras abría sus ojos despacio. Era evidente que todavía no había observado la cara que tenía la persona que estaba enfrente suyo, porque seguramente si lo hubiera visto creería que algo malo le había ocurrido a alguien. Lo único que sabía es que alguien había ingresado a su habitación, dando un fuerte portazo que probablemente se haya escuchado en todo el hotel, gritando su nombre. - ¡Javier! - volvió a escuchar mientras sentía que el colchón se hundía del lado derecho indicándole que Ezequiel se había sentado allí. Milésimas después lo vio moviéndose sin ningún tipo de consideración.

- ¿Qué pasa? ¡Ya me iba a levantar!

- Dale, dale, abrí esos ojitos lindos que pasó algo importante y te lo tengo que contar. - Ezequiel parecía preocupado y eso era sin lugar a dudas algo raro.

- ¿Y no podías esperar que baje a desayunar con el resto del grupo? - preguntó ya más despierto aunque igual de irritado.

- ¡Te estoy diciendo que no! Dale, sentate - pidió y Javier lo hizo, ¿Qué otra manera de sacarse a Ezequiel de encima rápido? Conociéndolo, ninguna. - ¿Y tú compañero? - preguntó observando la cama vacía de al lado. Javier de encogió de hombros, probablemente ya estaría desayunando y no lo había despertado porque lo conocía. Ezequiel también lo hacía pero parecía no importarle. A veces se preguntaba por qué lo quería tanto.
- Bue, te digo lo que te quería decir. - se puso más serio y empezó a hablar de manera pausada, como eligiendo las palabras adecuadas para pronunciar - pero no te enojes. Aunque seguro que te vas a enojar, te lo tengo que decir porque es re importante. Primero que sepas que te quiero.

Javier abrió sus ojos más grandes, su cara era la viva expresión de la sorpresa. Ezequiel no era de andar diciéndole a la gente que la quiere si ya sabes que te quiero, ¿para que te lo voy a decir cada dos minutos? Así le había dicho una vez.

- ¿Te acordas de esa amiga mía, la que te conté la otra vez?

-...no - Tras pensar un par de segundos pudo asegurarse que esa mujer nunca fue nombrada.

- ¿No te dije nada de ella? Bueno no importa, ya la conocerás... porque hace un rato me llamó y me dijo que estaba embarazada.

- Ah bueno. - contestó arqueando una ceja sin entender que tenía de malo aquello.

- Y me dijo que soy el padre.

Eso era totalmente diferente. La seriedad de Ezequiel era inmutable y la respuesta por parte de Javier tardó en llegar. - Pero entonces, ¿Ustedes...? No, para, no puede ser. ¿Que vas a hacer? No, no me digas. Callate ¡Ni sé quién es la mina! Encima venís y me lo decís así nomas, no podes hacer esto... andate.

Javier no lograba concentrarse en ninguna idea. Tampoco mostraba mucha bronca o ira, sólo se pisaba a sí mismo con las palabras. Eso para él era algo nuevo, más lo era que Ezequiel obedezca sin refutarle nada. - Por eso quería decirte. No eramos exclusivos, ¿No?

- ¡Uy, andate de una puta vez!

Rato más tarde, todos se encontraban en el comedor, esperando las indicaciones de como sería el día de hoy en cuanto a los entrenamientos, revisiones médicas, etc.

- Javier. - volvió a llamarlo con más insistencia que antes. Todo el plantel notó que estaban discutiendo nuevamente, aunque la mayoría de ellos había aprendido a ignorarlos hace tiempo.

La quinta vez que Ezequiel llamó al subcapitan, con una voz suave y calmada, casi sin darle importancia a lo que le había contado hacía un rato, y deseando que al fin dejara de ignorarlo hartaron a Sampaoli.

- Si el equipo sigue funcionando mal por culpa de sus innumerables pleitos les juro que los dejo en el banco hasta el mundial.

- Sí, bueno, igualmente sabes que sin mi nos meten un gol tras otro. - ese comentario podría haber sido tranquilamente un objeto de burla por ego, pero dada la situación a nadie se le pasó por la cabeza esa idea.

- ¡Javier, era una joda! - habló, o mejor dicho, gritó Ezequiel al notar que después de ese habrían mil comentarios más fuera de lugar.
Se levantó, y se fue a pasos rápidos. Todo en él demostraba seguridad. Javier supo que debía seguirlo, por esa última mirada que le dio, por la seguridad que de repente tuvo, porque creía conocerlo. Entonces lo hizo, lo siguió hasta los pasillos que daban a los baños donde ambos se detuvieron. No tenía motivos para no creer lo que él morocho decía, siempre, a pesar de sus pleitos, se decían la verdad. Se tenían mucha confianza. - Sí, era una joda. Yo que sabía que ibas a reaccionar así. - esa idea no cruzó ni un segundo por la cabeza de Javier, simplemente nunca pensaba cuando discutían.

- ¿Y cómo pensaste que iba a reaccionar, pelotudo? - Ahí fue cuando Ezequiel comenzó a reír y Javier lo consideró una falta de respeto. - ¡Me estoy hartando! - le espetó serio, pero ni eso cambió la reacción del 22.

- Es que la manera que imaginé que pasaría era más graciosa. Soy un gran actor. - se auto-halagó.

- Suele pasar - contestó tratando de mantener su seriedad, pero Ezequiel riendo siempre había sido su debilidad. Siempre le provocaba esa inevitable sonrisa e incontroladas ganas de besarlo.

- Ey, perdoname, en serio. Nunca más te jodo con algo así, celosin. - Ahora fue Javier quien se rió del intento de conversación decente que Ezequiel pretendía tener. Y es que el morocho no podía vivir sin intentar hacer reír a alguien, no era necesario conocerlo para saber eso. Era parte de su esencia, todo lo que era él, de esas pequeñas cosas que formaban su personalidad y que, por más que algunas irritasen a Javier, eran todo lo que amaba. Todas y cada una lo formaban y si de algo estaba seguro es que no quería un pocho distinto. - ¿Te estás riendo de mí?

Cuando Ezequiel hablaba y a la vez algo le divertía mucho su voz sonaba con cierto nerviosismo, casi temblandole. Era como una risa reprimida que le daba paso a las palabras. No se daba cuenta cuando lo hacía, aunque intentaba, en vano, evitarlo. Era tan tierno.

- Sí, me estoy riendo de vos, ¿No puedo? - Todas las palabras eran intercambiadas con gestos que indicaban que todo estaba bien entre ellos. Por el momento eso fluía sólo, sin necesidad de las palabras. Sabían cuando bromear y cuando dejar de hacerlo. Estaban hechos para estar juntos.

Silence. ➳ Maschezzi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora