#5 Motivo 4; Inaceptable.

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Silence.
Capítulo 4 Inaceptable.

No se animaba. No se animaba y Ezequiel no lo entendía. Ya no pasaba porque el morocho se enojara o no, en si había celos o simple curiosidad, pasaba porque Ezequiel le reclamaba algo que le parecía imposible si querés estar conmigo deja de tenerme como un secretito había dicho de forma seria. Javier no quería ni imaginarse la reacción de sus padres, la cara de su madre y las palabras de su papá. Frías, secas. Inaceptable. Tenía ganas de putear, de gritar y de golpear algo. Lo que en realidad quería era ahogarse en su propia pena sin tener a Ezequiel, sin la negación de sus padres. Pero a la vez no podía, no podía estar lejos de ese hombre que le provocaba sus risas más sinceras. Para colmo, Ezequiel se hacía el boludo. Le hablaba, le sonreía, estaba mucho más cordial que antes pero no lo besaba, prácticamente ni lo tocaba. Era en serio lo que había dicho esa noche veraniega, con las palabras sin dudar un segundo de ser pronunciadas en lo que era obvio venía pensando, meditando y terminando de aprenderse de memoria durante el transcurso de esa noche en la que había estado tan disperso e intranquilo.  Se lo había dicho sin siquiera un previo aviso, se despidió y le dio un último beso antes de retirarse de su casa. Debió ser muy evidente su sorpresa e inseguridad porque Lionel se acercó en un entrenamiento preguntando que le sucedía y admitiéndole que ya sabía sobre su relación, o lo que fuera que ellos tenían.

— Boludo deciles y listo.

— ¡Para vos es fácil! Les presentas a una linda y adorable mujer y ellos van a estar encantados. Yo no puedo ir de un día para el otro y confesarles que soy bisexual y que estoy en pareja con un hombre.

No eran novios en realidad, solo se daban abrazos más largos de los comunes y besos en el cachete que no exactamente era el cachete. Pero se atraían y se gustaban aunque no lo fueran, y tiempo después se amaban, se conocían como si supieran cada detalle el uno del otro. Tampoco se comportaban como pareja frente a sus compañeros, incluso a Javier no le molestaba que Ezequiel le tirara besos a Higuaín desde lejos, o le guiñara un ojo porque él sabía perfectamente que el morocho lo quería.

— Que sé yo, capaz no tengo ni idea pero si no les decís vas a tener abstinencia de Pocho. Ya estás bastante bajoneado, no me lo niegues.

— Gracias. — susurró sabiendo que Lionel era su persona de confianza, que siempre le decía todo por su bien.
Tiempo más tarde se encontraban sólos, amándose tanto como cuando había gente a su alrededor.

— No, Javi, por favor — pidió, casi rogó en voz baja. El otro, cruelmente siguió llevando sus besos suaves y cálidos al cuello de Ezequiel. En algún momento, este llegó a la conclusión de que esos momentos eran más importantes que cualquier prejuicio. — Basta, no quiero ser el secretito de tu familia. Ya te lo dije, no te hagas el pelotudo.

Javier se separó y mirando al piso dijo — No puedo. Me van a odiar, ¿No entendes? No quiero que me odien. — lo decía en serio, estaba convencido que así sería. Recién en ese momento Ezequiel logró entender lo mucho que le costaba, como sufría por su culpa. Por su reclamo.
No sabía que decir, no tenía idea de cómo reaccionar, Javier parecía no tener dudas de lo que decía. Una voz decidida dejó atrás el silencio del vestuario. — Vamos, se los digo en el auto.

Ezequiel aceptó, sin refutar nada, siguiendo los pasos apurados del jefecito. Vio como las manos de Javier temblaban al tomar su celular, al marcar el número de su madre. En seguida comenzaron a hablar tranquilos sobre la familia, la vida, etc. — No, porque hace mucho no hablábamos, nada más. — Ezequiel negó con la cabeza al oír aquello, estaba resignado a ser un secreto o simplemente no ser nada. ¿Pero como no serlo? ¿Cómo soportar que este con alguien más, que no sea él quien recibe sus besos y caricias? Todos estos pensamientos se borraron de inmediato de su mente al escuchar lo siguiente — No, espera... ¿Te acordas del pocho Lavezzi?... sí él, bueno... — cerró los ojos buscando coraje, el cual apareció de inmediato al sentir la mano de su morocho sobre su pierna. — No es mi amigo... no, no nos peleamos... estamos juntos mamá...

Silencio mortal, después de una risa nerviosa, sarcástica que no entendía si lo que acaba de oír era real. Se quedó literalmente con la boca abierta mirando a Ezequiel, con una cara sin emociones, ya que no se podía expresar en una sola todo lo que sentía.

"Volveme a llamar cuando ya no tengas ganas de hacer bromitas de mal gusto"

Silence. ➳ Maschezzi.Where stories live. Discover now