My Son

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Ravenna volvió a su forma pacifica para después desplomarse en una de las butacas mas cercanas, su hermana seguía con la espalda pegada a la pared de roca gris, su pecho se movía fuertemente tratando de encontrar fervientemente el oxigeno para sus pulmones. 

— Eres débil— murmuró aun con el dolor pegado a sus garganta por la presión que las manos de su hermana habían ejercido sobre ella. 

— No lo soy querida hermana— hizo una pausa para disparar su mirada hacía ella. — Pero debes entender que lo que es mío no se toca— Rowanna se mofó un poco por aquellas palabras, "suyo", su pobre hermana aun seguía creyendo que aquel elfo podía ser suyo después de tantos años junto a su hija. 

— Ravenna, no sé si el amor te hace estúpida o realmente lo eres. El elfo no te ama, jamás lo hizo ni lo hará. La única dueña de su amor es la patética de tu hija, al menos ama algo que nació de ti— La mujer de cabellos rubios no fue capaz de responderle pues su hermana ya había desaparecido por la puerta de madera; Tenía razón, Thranduil jamás iba a amarla, pero eso no quería decir que ella iba a quedarse de brazos cruzados viendo como su adorada hijita era la portadora del amor del rey elfo, tenía planes mejores para aquella que alguna vez fue su debilidad. 

Muirgen estaba completamente sumida en un cansancio después de haber preparado miles de infusiones para despertar a Thranduil, pero nada funcionaba, ni siquiera su magia, la frustración tomó como rehén a su cuerpo una vez más.

 Lo único que pudo hacer fue sentarse por un segundo en una de las butacas de la habitación real, cerró los ojos lentamente hasta caer en ese fondo negro que ocupaba la mayor parte de tiempo sus sueños o si es que así podía llamárseles a sus pequeños momentos de premoniciones que jamás compartía, ni siquiera con Thranduil.

 La nube negra cubrió su mente una vez más cuando sus extremidades perdieron rigidez y se entregaron al cansancio. 

«Muirgen» le llamó un hombre algo de rostro cetrino con los ojos casi como la braza de una chimenea en su punto de éxtasis, sus manos no se movían, ni sus piernas, sólo sus ojos bailaban tratando de encontrar la forma de salir, pero sabía que eso no era posible. 

«Por qué intentas huir de mí». Se acercó a ella como si fuese un indefenso animal herido, tomando su rostro en aquellos largos y fríos dedos, con la mano libre peinó su cabello, casi pudo sentir las afiladas uñas pasando por cada uno de sus cabellos como si adquirieran filo con éste. 

«No es real» murmuró Muirgen cerrando los ojos una y otra vez pero aquella figura no desaparecía, es más parecía complacido por el hecho de Muirgen tratase sin éxito de negar su presencia. 

— Ven conmigo— le susurró al oído. — Te daré todo lo que deseas— Murmuró en una voz tétrica pero fuerte y así la oscuridad comenzó a ceder dejando ante sus ojos imágenes de su vida futura con Thranduil, de la mano con sus hijos, unidos como lo habían estado en los tiempos de paz. 

— Dame a Frodo Baggins— fue cuando la oscuridad volvió, nada de eso iba a ser real si aquella felicidad conllevaba la condena de casi todo el mundo, no podía ser tan egoísta. 

—¡Ah! El sentimentalismo de tu padre— espetó enojado alejándose de ella y provocándole un dolor intenso en el pecho, aquella figura se movía de un lado a otro con desesperación murmurando un sin fin de cosas. 

— Si no deseas unirte a mí, entonces enfrenta tu destino— desapareció dejándola sola en aquella nube oscura, aunque el ambiente ya no se sentía tan cálida, ahora un viento helado iba abriéndose terreno.

 Y aquellas imágenes llenas de dolor pasaron como el viento ante sus ojos, toda esa sangre derramada, el dolor de las almas que se extendían en un grito paupérrimo. Trató de cerrar los ojos pero no podía, simplemente las desastrosas imágenes seguían pasando. 

Forbidden Love [Thranduil]  || WATTYS LONGLIST 2018|| PROCESO DE CORRECIÓNWhere stories live. Discover now