CAPÍTULO 7

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Un cadencioso gemido que rompía todas las barreras que ambos pudiesen haber levantado para protegerse, los llevó a disfrutar de ese deseo y esa condenada pasión que poco a poco lograba carcomerles desde lo más profundo de sí mismos.


Todo a su alrededor pareció haber cambiado. Todo se había transformado. Pronto, los colores parecían haber cobrado vida, los olores pudieron haberse intensificado y aquellos gentiles sonidos se transformaron en bellos murmullos que acariciaban sus oídos.

Esos oscuros ojos negros encontraron aquel par de gotas de miel que le miraban iluminadas por la chispa de la esperanza. Sonrió con galantería mientras sentía a su corazón golpeando tan fuerte contra su pecho al grado de incluso causarle una cierta molestia. Una de sus manos se deslizó a lo largo de la larga pierna cubierta, ascendiendo con suavidad hasta llegar al punto de acariciar con cierta insistencia los rellenos muslos internos.


—No has respondido mi pregunta...—esa voz ronca erizó cada vello presente en el cuerpo del menor, quién simplemente cerró los ojos y sintió un escalofrío recorriendo su columna vertebral. El menor no hizo otra cosa más que gemir— ¿Es tan malo que estemos los dos, solos?— inclinándose, Seung Hyun buscó esos delgados labios que comenzaban a amoratarse por las incesantes mordidas que se hacía a sí mismo.

—No hagas esto.— imploró el más joven.

—¿Hacer qué?

Seducirme...— le miró por debajo de sus largas pestañas castañas— Eres más de lo que puedo manejar.

—¿Quieres que pare?— murmuró sobre sus labios, liberando su cálido aliento sobre éstos— Solo dilo y me detendré.

—Ese es el problema.— ambos se miraron, segundos antes de que los largos dedos de Ji Yong acariciasen la firme y varonil mandíbula— No quiero que te detengas.


Una sonrisa afloró en los labios del más viejo apenas un par de segundos antes de que sintiese cómo el menor arremetía contra él sin ningún tipo de decoro. Los labios de Ji Yong se ciñeron a los suyos de una manera desesperada. Sus besos eran insistentes y él, no pudo resistir el tiempo suficiente. Siguió ese beso abrasador que segundo a segundo se proponía ir más allá. Ladeó el rostro, recibiendo con gozo la íntima caricia, experimentando una sensación de plenitud. Entreabrió los labios y lo siguiente que supo fue que aquel escurridizo musculo flexible irrumpía en su cavidad oral, yendo al encuentro de su propia lengua, con la cual desató una desenfrenada batalla por el control de ese beso. Y al final, se vio sometido.

Ambos sabían lo que querían, y no estaban dispuestos a aplazarlo por más tiempo. Fue Ji Yong quién primero pasó al asiento trasero, siendo seguido por el mayor, quién fue el que se sentó y apenas un par de instantes después, tuvo al menor rodeándole las caderas mientras se sentaba sobre su regazo, justo sobre esa parte de su anatomía que deseaba salir de esos ajustados pantalones.

Seung Hyun rodeó las finas caderas con sus manos, acariciando lentamente para luego ir más allá, llegando incluso a tomar en sus palmas el redondeado pero pequeño trasero.

Acercándose, aleteó sobre los delgados labios rosas que se presentaban frente a él. Los acarició con los propios e incluso se atrevió a rozarlos un par de instantes antes de separarse lo suficiente como para mirarle a los ojos. Justo en la posición en la que se encontraban, él tenía que alzar un poco la cabeza para poder besarle. La imagen frente a él, era de las pocas que sobrevivirían en su mente por siempre. El pequeño joven sobre él le miraba detenidamente mientras mordía con sus dientes parte de su labio inferior, esas pálidas mejillas se habían teñido al color carmín y esos preciosos ojos tiernos brillaban bajo el anhelo de la pasión.

ATYPICAL PRINCESSWhere stories live. Discover now