CAPÍTULO 12

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Un lento y angustiado suspiró abandonó los labios de aquel alto joven de cabello azabache, quién lamió ansiosamente sus labios rosados mientras miraba atentamente las calmadas e inexpresivas facciones del extraño frente a sus ojos, quien movía suavemente sus manos, demostrando la habilidad que poseía en aquellas acciones que llevaba a cabo.

Alzado la mirada, encontró un par de expresivos ojos marrones, los cuales le observaban con detenimiento mientras el dueño de estos mantenía una expresión risueña y ansiosa.

Cerrando los ojos con fuerza, pudo sentir cómo la enguantada mano del hombre delgado sostenía firmemente su brazo mientras se inclinaba para detallar su trabajo sobre su hombro. Removiéndose con incomodidad, observó cómo el hombre le miraba por breves instantes, y sin decir una sola palabra, le reprendía la reciente acción.

—¿Me dices de nuevo por qué hago esto?— murmuró quedamente para entonces morder fuertemente su labio inferior.

—Ya lo discutimos antes.— comenzó el ojeroso desde su sitio— A mi hermano le encantan. ¿Acaso no has visto la cantidad de ellos que tiene?— viró los ojos y habló como si estuviese haciéndolo con un retrasado. Sonrió perversamente de pronto— Aunque estoy seguro de que no hay ni un solo centímetro de su cuerpo que tú no conozcas.

—SeungRi, por favor deja de utilizar mi vida sexual como tema de conversación.— el mayor viró los ojos fastidiado mientras sentía cómo la pluma quemaba su piel y dejaba el rastro de tinta.

—Oh, vamos.— girándose hacia su costado, el chico miró a una esbelta mujer de cabellos de color dorado— Díselo nonna, dile que a mi hermano va a encantarle.

—Absolutamente.— resolvió la muchacha mientras se ponía de pie e iba al encuentro del mayor, quien simplemente le miró con el entrecejo fruncido— Ji Yong se volverá literalmente loco.

—¡Pero esto es demasiado!— chilló el mayor mientras mordía el interior de su mejilla con más fuerza de la necesaria.

—¡Deja de ser un bebote, Seung Hyun!— le reprendió una cuarta persona. Desde un rincón en la amueblada y llena habitación, se encontraba un robusto hombre de piel canela, quien yacía sobre una cómoda silla reclinable, sosteniendo una vieja revista de autos entre sus dedos— No puede ser tan malo.

—Suficiente.— gruñó de pronto el tatuador— ¡Me tienen harto! ¡Fuera de aquí los tres, ahora!

Los reclamos inconformes hicieron eco en la amplia sala mientras el ruido de los zapatos de los tres jóvenes mientras se alejaban llenaba la estancia. Cerrando la puerta tras de sí, dejando dentro a ambos hombres, SeungRi anduvo a paso lento hacia la sala de espera de aquel establecimiento. Echándose sobre el cómodo sofá de cuero negro, relamió sus labios con anticipación mientras notaba al par de chicos imitándole.

—De verdad estaba asustado...— mencionó la rubia mientras dejaba caer su cabeza contra el hombro del ojeroso, quien repitió el acto mientras jugaba con las piedras de la pulsera de ella— Lo conozco.

—Él fue quien quiso saber sobre esto...— razonó mientras chasqueaba la lengua.

—Bien, ¿Y cuándo le dirán que es uno temporal?— cruzando los brazos, el moreno alzó una de sus delgadas cejas mientras les escrutaba con la mirada.

—Pronto se dará cuenta...— rio el menor— El tatuaje luce y duele como uno real, dejemos que se sienta como todo un chico malo.

Aquella tarde en la que Seung Hyun había acudido por ayuda, no creyó que terminaría cediendo ante las propuestas sin sentido de aquel par de maniáticos. Aquel descabellado ojeroso le había convencido de más barbaridades de las que podía haber cometido por sí mismo en toda su vida.

ATYPICAL PRINCESSWhere stories live. Discover now