Capítulo 16. - Temporada II.

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Dejo capítulo por adelantado, ya que tendré pruebas esta semana y blalá....

Además quería comentarles que cambie el orden de los nombres de los dos libros, para que supieran... y pronto cambiaré portada del primero... ¡y eso! jaja disfruten ;*

...

Sin salida.

***Narra Damon***

- Es imposible que no haya una bendita bruja que sepa sobre el Aquelarre Géminis. – Golpee la guantera del auto y gruñí. –

Stefan me miró de reojo, preocupado por mi estado.

- Hermano, hay que ser perseverantes. – Miró el camino nuevamente y continuó. - ¿La amas, verdad? –

- ¡¿Estás loco?! Claro que la amo, Stefan. – Bajé el tono de voz. – La amo como nunca he amado a nadie. –

- ¿Si quiera como a Elena? –

- Eso ya es pasado, Stefan. - Rodee los ojos y miré por la ventana. –

Asintió y continuamos con nuestra pequeña aventura.

En realidad, tampoco sé si se le puede llamar así.

Andamos en busca de información sobre lo del ritual de gemelos.

A toda costa evitaré que mis hijos se maten el uno a otro, como lo hemos intentado con Stefan. Aunque esto se trate de una cosa totalmente diferente.

Jamás lastimaría a Stefan, y sé que él tampoco lo haría conmigo.

- Aquí es. – Insinuó. –

- Apresurémonos. – Ordené. – No quiero tener sorpresas para cuando volvamos a casa. –

Stefan asintió serio.

Estacionó el auto a las afuera de Mystic Falls.

Solo seguimos indicaciones de la bruja Bennett, que nos mandó a un camino por el bosque, un tanto... camuflado con magia.

Nada que las dos brujitas de la casa no pudieran solucionar.

- ¿Crees que haya alguna respuesta? – Le pregunté a mi hermano. Esto aterra. –

- Esperemos que sí. – Dijo esperanzador. –

Arreglé de mi chaqueta negra, y caminamos hacia la entrada de una cabaña vieja, pero lo bastante limpia para no ser habitada.

El ruido de las hojas secas en el piso tuvo que haber alarmado a nuestra informante, ya que apenas logramos tocar la puerta, no respondió.

- ¡Vamos, anciana! ¡Sé que estás ahí! – Grité por la puerta, esperando que apareciera. –

Miré a mi alrededor y cogí una rama lo bastante gruesa para lanzarla por la ventana desde afuera y asustarla, pero fue ella quién nos dio el susto.

Oímos por detrás de nosotros la voz de una anciana, no tan anciana como nos habían dicho.

Sus manos se posaban por enfrente de ella, con una mirada fría y desafiante, nos lanzaba un hechizo, lo bastante poderoso como para que todas las hojas secas del suelo volaran sobre nosotros.

Stefan y yo caímos al suelo, tapándonos los oídos ante lo que sentíamos.

Gritábamos de dolor, hasta que se detuvo.

The Secret; Hereje [2] | Damon Salvatore [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora