The Secret; Hereje [2] | Damon Salvatore [EN EDICIÓN]

Capítulo 22. - Temporada II.

Capítulo cortito, pero ya se viene el final!!!! (En un par de capítulos más)

así que atent@s :O & comenten que les ha parecido ><

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Pesadilla.

***Narra Abby***

Estaba cansada mentalmente, y tan asustada, que solo cerré todas las puertas de la mansión, me di un relajante baño y me puse la pijama para luego tirarme en la cama de Damon y llorar hasta quedarme dormida.

Damon sabía perfectamente que para eso había pedido subir antes, mientras él haría guardia con Stefan.

Estaba sentada en una silla, frente a mí estaba Kai junto a Olivia.

Tenía unas cuerdas en mis manos, y él estaba mirándome como si hubiera cometido un crimen.

- ¡Suéltame! – Grité desesperada. –

- ¡Cierra la boca! Y escúchame. – Dijo Esther apareciendo de la nada, y dio un golpe sobre la mesa. – Hagamos un trato. -

- No voy a matarlos. Cuidaron de nosotros, no puedo. – Aseguré de ante mano. –

- No es eso. – Dijo la rubia. –

- ¿Entonces qué quieres? – Pregunté frustrada. –

- Escúchame. Eres parte fundamental del aquelarre, y por lo tanto nos importas. Pero también me importa nuestro linaje... así que tengo una manera que todos salgamos ganando. –

- ¿Cuál? – Pregunté asustada. –

Esther sonrió levemente.

- Confía en mí, prometo que nadie saldrá herido, ni tú, ni tu familia, amigos, mucho menos tus bebés. – Una sonrisa se formó en mi rostro. – Pero debes aceptar mi trato. –

- ¿Qué es lo que quieres a cambio? – Pregunté desconfiada. –

- No es nada malo, lo prometo. – Fruncí el ceño. – Pero juro que no haré ningún trato sucio. –

Mi corazón latía fuertemente, y su mirada literalmente me obligaba a aceptar.

- Está bien. – Dije al asentir. – Acepto el trato. – Respondí no muy convencida. –

Esther sonrió, y me tendió su mano.

Estreché su mano, cerrando el maldito trato.

Me senté rápido en la cama, mientras mi corazón trataba de escaparse de mi pecho.

Estaba asustada, y moría de miedo por mi pesadilla.

Parecía tan real, y el frío que hacía en mi cuarto no ayudaba mucho.

Casi me da un infarto cuando escuché un fuerte golpe en la puerta de la mansión.