CAPÍTULO 6- PARECE QUE NADA PASA

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Aunque le fastidiaba todo en general, ese día había dormido muy bien, aunque fuese en la pequeña cama del muchacho al que había extorsionado para que le ayudase. Era mullida y, aunque no muy amplia, lograba darle la comodidad que necesitaba.

Pensó en el escaso tiempo que tenía para salvar a Mink y en las pocas posibilidades de encontrarlo que tenía si seguía a ciegas, como hasta entonces, pero otra cosa le cruzó la mente.

Si los lobos lograban matar a Mink y llevar a cabo el ritual ¿Que pasaría con la gente de ese pueblo? Adam, para ese entonces, ya estaría muerto si eso sucedía, pero lo más lógico sería que los lobos matasen a la gente del pueblo para llamar a otras manadas a ocupar el territorio, siendo los lobos inmortales aquellos verdaderamente aptos para el lideraje del grupo.

Eso antes no había preocupado a Adam y, o al menos eso se decía él, ahora tampoco debía preocuparle, pero la idea de que a Dean se lo comiesen unos malditos lobos no le gustaba. Sentía un ápice de ansiedad al pensar que su fracaso supondría, no solo su muerte, sino también el abandono de ese pobre humano a su suerte en un pueblo plagado de hombres lobo inmortales y con poderes de vampiro. Claramente si los licántropos pretendían conservar con vida a alguien del pueblo y convertirlo en uno de los suyos, ese afortunado o afortunados no llevarían el nombre de Dean, pero ¿Desde cuándo le importaba Dean a Adam?

Bufó medio dormido mientras él mismo se autointerrogaba por su reciente preocupación hacia ese insignificante mocoso humano que hacía perder los estribos con su más que odiosa personalidad (o eso se decía el vampiro, porque realmente le gustaba ese punto socarrón y burlón del muchacho). Giró sobre si mismo en la cama ocupando el sitio libre y, entonces, se percató de algo ¿Donde leches estaba Dean?

Ya eran las once de la noche y no había vuelto de clases. El turno de noche acababa a las diez de la noche y por lo que el chico le había dicho y él mismo había podido comprobar, el camino de clase a casa era de un cuarto de hora. A veces su viaje se prolongaba media hora pues el chico se quedaba hablando con un tal Reine que, por lo que Dean decía, era su mejor amigo. Sin saber muy bien porque Adam odiaba al tal Reine.

Miró al suelo encontrándose con algo que le sorprendió: La mochila de Dean.

Entonces si él ya había llegado de clase esa noche ¿Porque no le había despertado? e, independiente y más importante que eso ¿Dónde diantres estaba?

Rápidamente se levantó alarmado, aquello no era muy normal y en ese puto pueblo lleno de licántropos las cosas no pasaban porque sí. Olisqueó el aire y siguió el aroma del chiquillo, hasta su ventana, la cual estaba sorpresivamente abierta pues Dean la cerraba por el frío que hacía por la noche.

Alguien se lo había llevado.

Salió también por la ventana en busca del captor de su pequeño amigo humano y le siguió la pista a este mediante el dulce rastro de Dean.

Lo encontró en cuestión de segundos, aunque no como esperaba.

Nicolau se lo había llevado a un parking viejo donde supuso que nadie los oiría.

- Te dije que no tocaras los cojones Nicolau- lo interrumpió Adam mientras el aludido apresaba al menor rodeándolo con su brazo izquierdo.- Suéltalo.

- No.

- Suéltalo ahora.- ordenó de nuevo, fastidiado por la sonrisa socarrona del rostro de su hermano.

- Un bocado y será todo tuyo.- levantó el dedo índice y tras eso tocó el suave cuello del menor con sus afiladas uñas de marfil.

- ¡Eh! Lo quiero vivito y coleando, ni se te ocurra hincarle el diente. Joder ¿Acaso no hay más presas?

Inaceptable (gay) [En Amazon]Where stories live. Discover now