La semana de la moda de San Fransokyo

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Tres horas antes del desfile.

Su reflejo le devolvió una mirada ansiosa. No podía estarle pasando esto, mucho menos el mismo día en que debía desfilar por la pasarela de la semana de la moda de San Fransokyo; sin embargo, ahí estaba, aferrándose al lavamanos del baño, para evitar perder el equilibrio de sus piernas que se amenazaban con doblarse. El aire le sofocaba y su cuerpo prometía convertirse en un radiador de calor ideal para el invierno.

"No, no, no hoy" pensó Hiro, mientras intentaba calmarse, pero no pudo evitar que un par de lagrimas rodaran por sus mejillas.

Unos golpes en la puerta del baño, uno corto y dos largos le avisaron que la persona que esperaba con su salvación había llegado.

Cómo pudo, caminó hacia la puerta y la abrió con sigilo. Una pelirroja de mejillas coloradas le sonrió, así que la dejó pasar, cerrando con seguro detrás de ella.

-¿Lo traes?-

-Por supuesto, es una suerte que el ITSF quede a unas pocas cuadras de aquí- La chica hurgó en su bolso y extrajo una jeringa de cinco puntos, que contenía un líquido azul traslúcido. –Esto es lo mejor que pude conseguir, voy a necesitar una nueva muestra de tu sangre para poder examinar porqué ha dejado de hacerte efecto después de 24 horas desde la última inyección.-

El muchacho se arremangó la camisa, mientras su amiga se encargaba de limpiar el área de su hombro derecho con un algodón y alcohol. Preparó su jeringa y él solo pudo tragar saliva al ver gotear el líquido azul de las cinco agujas que tenía la jeringa; la chica lo miró a los ojos, buscando su aprobación y este solo asintió.

Entonces, sintió el pinchazo. El dolor de fue momentáneo pero familiar, y Hiro pudo soltar el suspiro que había estado sostenido sin darse cuenta. Era triste como una inyección significaba su salvación, casi como si fuera un adicto. Pero no, no era lo mismo. Hiro solo sacudió su cabeza, ahuyentando el pensamiento de su mente y comenzó a arreglarse la manga.

-¿Crees que esto sirva, crees que evite que huelan mis feromonas durante el desfile? No puede pasarme de nuevo.-

-No lo sé Hiro, espero que por lo menos dure otras 24 horas, en cualquier caso, tendrás que volver a los supresores normales-

-No sirven, aún podrán percibirme-

-No tenemos opción, Hiro.- La muchacha comenzó a guardar sus cosas. -¿sientes algún cambio?-

-Sí- podía sentir la temperatura de su cuerpo volver a la normalidad, su cabeza ya no punzaba y una vez más tenía control sobre sus piernas. –Gracias, Anna.-

Anna sonrió y le dio un abrazo. –Deberías enjuagarte la cara, todavía debes arreglarte para el desfile. –Seguro Tadashi te estará esperando-

-Anna, él no...mmm-

-Anda. Te veré en un par de horas, estaré sentada a una lado de Elsa, apoyándote- Anna le guiñó el ojo y salió de baño, mientras Hiro intentaba poner orden en su apariencia.

Una semana antes.

El laboratorio de Hiro, se podría considerar uno de esos laboratorios dónde no sabes si estás en el cuarto de un adolescente o en un taller mecánico para locos. Afortunadamente, el laboratorio era ambas cosas; era una explosión con diagramas por todos lados, cajas de pizza en una esquina, envolturas de gomitas regadas por las mesas de trabajo, inventos abandonados en un estante, además de su robot, Megabot, a un lado de su mochila y con una canción  de pop punk sonando a todo volumen mientras que el pequeño muchacho, se encontraba modificando la programación de sus microbots frente a la computadora en lo que comía una paleta de caramelo que su mejor amiga, Anna, le había dado por la mañana.

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