13. Atrapados

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Tenía una de sus manos encima de la mía y yo sentía que todo mi cuerpo reaccionaba de formas desconocidas para mí. Me sentía un adolescente flotando en una nube estando a su lado, su melodiosa voz iba recitando los nombres de las comidas del menú, pero no podía concentrarme en eso, su mano aun pegada a la mía —y esta vuelta sin guantes de por medio—, me hacía estremecer.

En otras circunstancias lo habría odiado, habría aborrecido tanta cercanía, tanta intimidad, pero ahora me agradaba, me hacía sentir cosas tan desconocidas que me quedaba queriendo más. Decidí ordenar lo mismo que ella, no lograba concentrarme en nada. Estaba ansioso y abrumado por todo ese mar de emociones nuevas. Pensaba en aquello que hizo más temprano en el teleférico cuando se cubrió los ojos sin importarle las personas que estaban en el mismo sitio, solo para sentir igual que yo, para que yo no hiciera el ridículo como le había dicho antes. Pensaba en su mano unida a la mía mientras me sentía volar y encontraba por primera vez el sentido a la palabra libertad, un sentido completamente distinto al que solía conocer.

—Les recomiendo regresar antes de las cuatro de la tarde, señores —comentó el mozo muy educadamente—, están pronosticando nevadas y es probable que luego se cierre el camino.

—Gracias por informarnos —contesté agradecido.

Comimos en silencio y luego de tomar un café caliente como sobre mesa, salimos para que ella disfrutara del paisaje. Por primera vez no me sentía en desventaja por no poder verlo, me sentía a gusto si ella podía disfrutarlo.

—Cuénteme lo que ve —le pedí cuando llegamos a la cima del mirador.

—Todo es muy blanco, veo a la gente que está subiendo y bajando por el teleférico, veo a personas esquiando más abajo, hay muchos niños riendo y tirándose bolas de nieve. Es muy bonito, hay mucha paz aquí —comentó con entusiasmo en la voz.

—Puedo sentir esa paz, es como le decía anteriormente... Aquí se está más cerca del cielo —añadí suspirando.

—Es verdad, es un sitio mágico. Gracias por traerme aquí.

Con los ojos del alma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora