30. -Incomodidad.

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Abby no parecía sorprendida ante mi respuesta en absoluto, más bien neutral inclinada más a emocionada que a indiferente, aunque si supiera a quiénes me gustaría besar, no sabría cómo reaccionaría.

—¿Por qué no lo has hecho? —Me preguntó curiosa.

—No puedo... —Suspiré.

—¿Es el amigo de tu tío? ¿El que te llamó el otro día entrando a tu habitación? —Abby no era olvidadiza y era muy curiosa. Eso, o las personas tendríamos que ser así normalmente.

—No. Es otro de sus amigos. —No quise decirle que eran dos hombres con los que había tenido ese impulso para que no pensara mal o se llevara una mala imagen de mí.

—¿¡Otro!? —Abrió los ojos muy sorprendida con una abierta sonrisa y asentí con timidez. —¿Viven todos juntos o qué? —Asentí de nuevo, no queriendo hablar de eso para no darle pistas.

—Sí, pero ese no es el tema. Nunca me había pasado esto de querer besar a alguien y... —Me interrumpió.

—¿Y el sexo? —Me sorprendí

—¡No! No, eso no me interesa para nada y... —Volvió a interrumpir.

—¿Eres asexual? —Fruncí el ceño.

—¿Qué es eso? —Se rió tomando su móvil y teclado algo.

—"Suele hablarse de asexualidad con referencia al individuo que carece de interés sexual o que no se siente atraído por las diferentes formas de la sexualidad. También se califica como asexual al sujeto que no posee una inclinación sexual." —Leyó.

—¿Qué? —No había entendido a qué se refería.

—Espera que sigo. —Carraspeó. —"Una persona asexual no experimenta atracción sexual ni ningún género. De esta manera, por lo general no mantiene relaciones sexuales, aunque puede acceder a dichas prácticas por diversos motivos, como cuando quiere tener un hijo o para satisfacer a otra persona, por ejemplo. Distinto es el caso del ser humano que sí tiene deseo sexual, pero lo reprime por motivos religiosos o de fe." —Terminó.

—Sigo sin entender qué tiene que ver eso conmigo, Abby. —Dejó el móvil a un lado.

—¿Has pensado en tener sexo con alguien? —Suspiré tragando saliva.

—¿Qué? ¿Vo... Voluntariamente? —Se sorprendió ante eso.

—¡Por supuesto que voluntariamente! —Exclamó con obviedad.

—No, nunca he tenido pensamientos sexuales hacia nadie. —Ella me miró fijamente.

—Piensa en ese hombre. —Fruncí el ceño. —Venga, piensa en ese amigo de tu tío al que quieres besar. —Sonrió de forma pícara. —¿Ya? —Preguntó.

—Ya... Sí... —Pensé en Néstor, aunque también pude haber pensado en Ian perfectamente.

—Ahora imagínate que están solos en algún sitio que te guste mucho. —Se sentó a mi lado.

—Como... ¿Una cabaña? —Asintió eufórica.

—¡Sí! Tú y ese hombre, solos en una cabaña, acaban de cenar, te propone un baile y empiezan a bailar por todo el salón... —La detuve.

—No sé si esto es una buena idea... —Suspiró.

—¡Déjame acabar! —Me señaló sacudiendo el dedo. —Bailan una balada, pegados, muy, muy juntos y muy lento. Sus manos están en tu cintura y bajan a tus caderas. Sigue jugando y las lleva hacia atrás, rozándote la espalda. Te besa el cuello despacio, mordiendo de vez en cuando, pero no muy fuerte, solo para darte deliciosos escalofríos. Luego comienza a ir hasta tu boca, su lengua jugando con la tuya, sus manos más abajo de tu espalda y tú ya sientes su poll... —La interrumpí.

Katie.Where stories live. Discover now