43. Confianza.

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Néstor se separó para darme oportunidad a respirar y miré a mi alrededor sin darme cuenta cuándo me había levantado en brazos, me había dejado acostada en la cama sin la chaqueta y se había subido sobre mí, pero la situación me excitaba.

Sus labios estaban rojos e hinchados, sus pupilas estaban dilatadas y su respiración era agitada, lo que me excitó más porque sabía que estaba así por mí y eso me hizo sentir deseada, pero no de una mala forma que me pudiera hacer sentir miedosa.

Volvió a besarme, pero con menos salvajismo, más suave, despacio y dulce. Supuse que se dio cuenta que estaba yendo muy pasional y rápido para mí, sabiendo que era la primera vez que iba a ser algo así porque de verdad quería, no por obligación.

Mis manos inocentes temblaron cuando las llevé hasta el borde de su camiseta, la levanté y él se la acabó de quitar, tirándola a algún lugar del suelo que poco importaba en el momento.

Me acarició las piernas, bajando las medias altos hasta quitarlas y comenzó a besarme las piernas, los muslos, subiendo lo suficiente como para no pasar por debajo de la falda que todavía tenía puesta, ya que aún no me había quitado la ropa.

Volvió a subir hasta mi cara y no apartó sus labios de los míos, ya que no se había quitado de encima, seguía a horcajadas sobre mí, pero no tenía todo su peso sobre mi cuerpo. Estaba apoyado en sus manos sobre el colchón a ambos lados de mi cabeza.

Desabrochó los botones de mi camisa con una mano hasta que la abrió como una chaqueta y yo me di cuenta cuando sentí el aire frío de la tarde de Abril entrando por la ventana abierta, lo que me hizo taparme.

—Néstor... —Le llamé entre besos.

—¿Mhm? —Besó mi cuello acariciando mis piernas y me estremeció.

—Me... Me da vergüenza. —Se separó a mirarme. —Yo no... —Tragué saliva duramente. —Yo no tengo el cuerpo de una actriz, de una súper modelo o algo así. Tengo... Tengo marcas, cicatrices y... —Suspiré. —No... No te va a gustar... —Asintió, se levantó de encima de mí y de la cama.

Le observé ponerse en pie, suspirando mientras me miraba y pensé que se iba a ir, lo que era totalmente comprensible puesto que yo no era como alguna de esas chicas con las que seguramente había estado y...

Espera, ¿qué está haciendo?

Se quitó el pantalón vaquero dejándolo en el suelo, quedándose solo con el bóxer, pues ni zapatos ni calcetines traía de antes, y señaló su costado derecho, el cual tenía una cicatriz.

—Tenía doce años. Me caí de un árbol y una rama me rajó la camiseta, así que me dejó esa horrible marca. —Señaló su bíceps izquierdo, que tenía la marca de una mordida. —¿Sabes que fue esto? —Negué con la cabeza, gateé hacia él y me senté de rodillas en la cama para mirarlo con curiosidad.

—No. ¿Qué fue? —Suspiró, profundamente.

—Un tiburón. —Dijo absolutamente seguro de sus palabras y fruncí el ceño..

—¿Un tiburón? —Asintió con toda la confianza del mundo.

—Sí, estaba nadando tranquilamente por la playa y... —Comencé a reír. —Oye, no te rías, así no puedo contarte qué me pasó. —Intentó aguantar la risa también.

—Lo siento. —Me tapé la boca con las manos.

—Bueno, pues yo estaba nadando tranquilamente por una playa en Miami. —Se puso de rodillas en el colchón, frente a mí, y me agarró de la cintura. —No me di cuenta de que estaban sacando a todos del agua. —Yo aguantaba la risa juntando los labios. —Cuando me di cuenta ya era muy tarde porque tenía el tiburón enganchado del bíceps. —No aguante más y reí a carcajadas.

Katie.Where stories live. Discover now