Capítulo III: Sueños

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Su mente a duras penas logra procesar lo recién sucedido, pues todo fue demasiado rápido y, lo peor, no era para nada bueno.

—¡Te maldigo estúpido día! —grita al aire el castaño y alza los brazos.

—Hey Dipper, relájate —habla una voz femenina a sus espaldas, luego posa una mano en su hombro, no obstante, la retira con rapidez al notar que él esta mojado.

Con un salto se da vuelta, mirando a una rubia de su edad.

—¡¿Pacífica?! —frunce el ceño, nunca le ha caído bien después de todo. Por accidente estornuda, provocando que ella haga una mueca de asco— ¿Qué haces tú aquí?

—¡Viene con nosotras! —aclara Mabel, que aparece de la nada junto a sus amigas Candy y Grenda. Corre para ir a abrazarlo, pero se detiene al notar el estado de su hermano— ¿y por qué estás todo empapado, Dipper?

—Me caí en un río —suelta con naturalidad, las chicas sólo se limitan a reír y su melliza le pega en el brazo.

—Anda a cambiarte... —comenta la mayor, aún mofándose de él.

Los cinco se adentran a cabaña, claro que Dipper caminó apartado de ellas, ya que no quería oír conversaciones locas de mujeres. Entraron por la parte de la tienda, y él aprovechó de tomar a Mabel del brazo sin que sus amigas se percataran de eso.

—Escúchame Mabel, ella no me da buena espina —advierte con un tono bajo—. No olvides que sigue siendo una Northwest.

—Como que ya estoy un poco grande para que me digas con quien me debo juntar o no —ella le blanquea los ojos y se suelta del agarre.

—¿Y qué con eso? —se lleva las manos a la cintura— ¡Sigues siendo mi hermana!

—Dipper, relájate. Todo está bajo control, ¿ves? —con su dedo apunta a las chicas que están lejos, riéndose de quien sabe qué cosa—. Además... varias cosas malas le han pasado y lo que menos necesita es que la rechacemos —susurra Mabel—. Sólo trata de no ser tan gruñón con ella.

—Ni que fuera el tío Stan.

—Ejem... —tose falsamente el recién nombrado detrás del castaño, cosa que sobresalta al menor— ¿Acaso escuché mal?

—¡¿Qué?! Y-yo no he dicho nada malo —se ríe con nerviosismo al mismo tiempo que se ruboriza—, sólo dije: "ni que supiera en donde están" —él vuelve a reír y se rasca el cuello—. Es el están de están, no el Stan de Stan —de forma drástica pasa a estar serio, quedándose con la mente en blanco y repasando sus palabras—. Pero qué dije... —murmura.

—Dipper, no sabes mentir —le dice su hermana al oído—. Eres pésimo.

—Niño, estás mojado —señala el anciano, ignorando lo de recién—. Ve a cambiarte.

—De acuerdo —empieza a caminar, pero una mano lo detiene.

—¿A dónde crees que vas?

—A cambiarme.

—Aquí no, vas a mojar todo —Stan se acerca a la mayor de los mellizos—. Mabel, cariño, ve a traerle ropa a tu hermano —la muchacha corre de inmediato a su habitación y el viejo vuelve a mirar a su sobrino—. Irás a hacerlo afuera.

—¡¿Qué?! ¿Tienes idea de las cosas raras que andan rondando por el bosque? ¡Me podría ver alguien!

—Tuviste que haber pensado eso antes de... —entrecierra los ojos y lo observa por unos segundos, pensando en qué hizo el chico, sin embargo, nada se le ocurre— lo que sea que hiciste.

We'll Meet Again (BillDip)Where stories live. Discover now