Capítulo 19

13.3K 1K 29
                                    

Cuando llegamos a casa de Kevin son las dos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando llegamos a casa de Kevin son las dos.  Nada más entrar, me quedo alucinada al ver el pedazo de piso que tiene. Ya no solo porque esté situado en uno barrios más céntricos de Londres, sino porque es dos veces más grande que el piso en el que vivo yo, y eso que mi casa no es nada chica.  No sabía que Kevin tuviese tan buen gusto para la decoración.
La puerta de entrada da a un recibidor luminoso que te dirige directamente a un gran espacio abierto donde está el salón a doble altura  unido a una moderna cocina  por una barra americana, todo decorado  con un diseño minimalista en tonos blancos y azules. El salón tiene un gran sofá cheslong de color azul marino en el que cómodamente caben diez personas, delante de este, una preciosa mesita de cristal. Las paredes son todas blancas, excepto la que está en frente de sofá, que es de pizarra. En esta pared hay una pequeña chimenea y encima un enorme televisor.  Por el ventanal, se sale a una gran terraza en la que puedes ver el London Eye o Big Ben . 
Salimos a la terraza donde tiene unos sofás en tonos blancos y una que otra planta.
-¡Guauuu Kevin! ¡Menuda casa tienes! -le digo admirando todo lo que me rodea.

- Bueno, tampoco es gran cosa... -bromea. Le miro y pongo los ojos en blanco.

-Comparado con esto, mi casa es una chabola. ¡Guau! ¡Y fíjate que vistas! ¡Esto es precioso! - digo mirando la ciudad.

-Si, mis vistas son preciosas - comenta. Entonces le miro y veo que él me está mirando a mí. Se que lo que acaba de decir no tiene nada que ver con que se vea el Big Ben desde su terraza, sino por mí, porque pasea su mirada por todo mi cuerpo.
Su mirada hace que los colores me suban directamente a la cara y pase a ser un tomate. Sin poder evitarlo, sonrío. Entonces Kevin me coge de la mano y me acerca hasta donde él se encuentra y quedo frente a él, rodea mi cuerpo con sus manos y pega sus labios a los míos. Mis manos se dirigen hasta su cuello y empiezo a jugar con su pelo. Nuestras respiraciones se agitan y mi pulso se dispara. Nuestras lenguas se tocan, se saborean. Disfrutamos el uno del otro y de las miles de sensaciones que provocan el contacto de nuestros cuerpos. Junto a Kevin mis miedo desaparecen, mis pesadillas se disipan. Aquí soy valiente. Kevin me transmite una seguridad que nunca antes había experimentado con ningún otro chico con los que he estado anteriormente. Después de ese beso, vienen otros tantos más, hasta que de pronto, mis tripas empiezan a gruñir.

- Venga entremos, no quiero que te mueras de hambre por mi culpa -dice todavía pegado a mí y me da un pequeño beso. Cogidos de la mano, volvemos a entrar en el salón.

-¿Qué quieres comer? -me pregunta mientras coge el teléfono para pedir la comida.

-Déjame qué cocine yo. - le digo mientras le quito el teléfono de las manos y me acerco para darle un piquito.

- Como quieras, pero por favor, no quiero llamar a los bomberos...- se burla mientras se sienta en uno de los taburetes que tiene en la barra.

Le saco la lengua como respuesta y me dirijo hasta la pedazo de nevera. Al abrirla me sorprendo aún más de lo que estoy. En esta nevera hay comida que ni siquiera sabía que existía. 
Después de mucho pensar, me decanto por hacer pasta a la carbonara. Tampoco es que sea una gran chef, así que voy a lo seguro.

Kevin no me quita ojo mientras cocino. Hablamos, bromeamos y nos reímos.

Cuando tengo lista la comida. Kevin ya tiene preparada la mesa para comer, así que sirvo la pasta en los platos y nos sentamos el uno frente al otro.

-Bueno, prueba la comida y dime qué tal.

Haciéndome caso, Kevin carga el tenedor y se lo mete en la boca y después de un rato saboreando, al final dice:

-Uff... por favor,  qué habré hecho yo para merecer este duro castigo...

-¿Cómo? ¿Está mala? - digo preocupada mientras pruebo la comida. Entonces, veo que Kevin se está riendo. ¡Seraaaaa...!

-Te voy a matar... -le digo mientras nos reímos los dos.

- Es broma, tonta. - contesta.

Durante más o menos media hora, comemos mientras hablamos de su empresa. Me entero de que su franquicia de librerías es muy famosa en el Reino Unido y que poco a poco, se va haciendo hueco en el mercado europeo. ¡Vaya! Lola no me había contado nada de esto.

Una vez hemos terminado de comer, entre los dos recogemos la cocina y metemos los platos sucios en el lavavajillas, nos sentamos en el sofá. Ambos estamos cansados. Kevin pasa su brazo por detrás de mi espalda y me acerca a él todo lo que puede. Yo dejo caer mi cabeza en su hombro y este se apoya en mí. Mi brazo rodea su cintura. Durante unos minutos permanecemos en silencio. Disfruto de su contacto, de su perfume, de todo él, hasta que rompo el silencio:

-¿Cómo estas? - le pregunto.

- Contento.

Su contestación me pilla desprevenida. Kevin se da cuenta de ello y se justifica.

- Ahora mismo, contigo aquí, no podría estar mejor.

¡Ayyyyyyy! ¡Qué me muero! Su contestación hace que se me ablande el corazón.

- Yo tampoco - le contesto y entonces, nuestras bocas se vuelven a juntar. Esta vez la tensión entre nosotros es más fuerte. Kevin tira de mi para que me ponga encima de él, y yo, con cuidado para no hacerle daño, me coloco a horcajadas sobre él. Nuestros besos cada vez son más intensos. Sus manos recorren mi cuerpo y poco a poco, nos vamos despojando de la ropa que nos sobra hasta quedarnos completamente desnudos, expuestos el uno al otro. La impaciencia nos puede y terminamos haciendo el amor hasta acabar agotados.

- Gracias. - dice Kevin cuando recupera el aliento.

- Gracias ¿por qué?

-Por aparecer en mi vida. - Dice mirándome a los ojos. Ahora sí que no tengo ninguna duda. Kevin es el hombre que he estado esperando toda mi vida. Y sin poder ocultarlo durante más tiempo le digo:

- Te quiero. - Al escuchar revelación, Kevin se tensa. Su mirada se oscurece. Eso hace que me arrepienta al instante de la bomba que acabo de soltar.

<<¡Soy una bocazas! Nunca voy a aprender a quedarme calladita.>> Dice mi subconsciente. Mientras estoy escuchando mis pensamientos, Kevin me interrumpe.

- Y yo. - dice este.

Besos de esos #EDITWhere stories live. Discover now