Capítulo 39

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-Adri

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-Adri... vamos preciosa despierta - oigo la voz de Kevin en mis sueños. Pero no, no me quiero despertar aún. Siento que no he dormido nada, estoy cansada.

- Vamos cariño son las diez de la mañana, tenemos que preparar todo para irnos al pueblo.

¿Las diez? ¿Cómo que las diez? ¡Imposible! ¡No puedo haber dormido doce horas!

Me levanto sobresaltada de la cama y sin creer lo que me acaba de decir Kevin, miro el despertador digital que hay en la mesilla de este. No miente, las diez y diez.

-¡Oh dios! No me lo puedo creer- digo llevándome las manos a la cara - me estoy convirtiendo en un koala.

Entonces Kevin comienza a reírse, y sin apartarme las manos de la cara, miro entre mis dedos a mi guapo novio. Está a los pies de la cama, vestido con su vaqueros desgastados y su camiseta blanca. No puede ser más guapo. Este me está mirando y subiéndose a la cama, pasa por encima de mí hasta llegar a mi tripa donde sube mi camiseta de pijama y comienza a darme los besos más dulces que puedan existir.

- Buenos días mi pequeño Guisantito - dice mientras acaricia mi inexistente barriga de embarazada.

Pero sus besos no se quedan ahí, si no que comienza a ascender hasta llegar al cuello. Cuando llega a mi oreja, agarra mis manos que aún están tapando mi desastrosa cara mañanera hasta colocarlas justamente encima de mi cabeza.

Debo tener cara de una idiota embobada recién levantada, porque no puedo apartar los ojos del hombre que tengo encima de mí y este al ver mi cara, sonríe y termina su particular recorrido con un besazo que hace que me despierte y active en cero coma un segundos, haciendo  que quiera más y más.

Pero entonces, Kevin se separa de mí, y bajándose de la cama dice riendo:

- Creo que ya estás más que despierta. Levántate de la cama,¡koala!
¿Cómo? ¿En serio acaba de hacer lo que ha hecho o sigo dormida?

-¡Serás...! - grito enfadada mientras le  tiro la almohada, pero este consigue esquivarla - ¡Ven aquí y termina lo que has empezado si no quieres que esté de morros todo el santo día! - le grito, pero no sirve de nada, oigo su risa en la cocina. -¡Pues no me pienso levantar de la cama hasta que no vengas aquí! - sigo gritando pero aquí no viene nadie.

A los cinco minutos, cansada de esperar, voy a levantarme cuando el causante de mis gritos entra en la habitación y sin decir nada, se abalanza sobre mí y comienza a prodigarme besos por todas las partes de mi cuerpo, desde los pies hasta la cabeza terminando pegado a  mi boca.

- ¿Se te pasa el enfado ya o necesitas otro más? -me dice entre beso y beso.

- Creo que aún sigo muy enfadada, vas a tener que darme algo más que besos para que se me pase - le contesto y una sonrisa burlona se dibuja en su cara.

Besos de esos #EDITDonde viven las historias. Descúbrelo ahora