Si a Adriana le hubieran dicho que su vida iba a dar un cambio de ciento ochenta grados, quizá hubiera tomado por loco a quien lo dijese. Su vida era de los más normal, demasiado monótona a veces, levantarse a las siete, salir de casa a las ochos...
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A las tres de la tarde llego a mi casa. No puedo estar más cansada. Pero estoy feliz, más feliz de lo que nunca me habría imaginado. El viaje ha valido la pena. Le envío un rápido mensaje a Kevin para avisarle de que ya he llegado, pero no obtengo ninguna contestación. Estará en la reunión con los empresarios italianos, pienso.
Laura y Blanca están en el salón, por sus voces y comentarios, estarán cotilleando a alguna famosilla en Instagram. Me encanta que se lleven tan bien.
Cuando se dan cuenta de que estoy en casa, salen como locas hacia a mí.
- ¡Cómo estás tan sumamente loca amiga! - me dice Blanca mientras las tres nos abrazamos.
- Ay cuqui, una de dos, o estás como una chota o estás más pillada de Kevin de lo que quieres aparentar. - confiesa Laura cuando nos separamos.
- Yo creo que un poco de cada- le responde entonces Blanca. Su respuesta nos hace reír a todas.
Pero yo no digo nada, mi sonrisa lo dice todo.
-¡Vamos Adriana! ¿a qué esperas para contarnos que ha pasado en ese fugaz viaje a Londres? - interviene Laura .
- Eso, por que tu cara no tiene nada que ver con la cara de perro con la que te levantaste ayer. -comenta Blanca
-Bueno... Es que en este viaje han cambiado muchas cosas.
-¿CÓMO? - Las lobas que tengo por amigas se abalanzan sobre mí.
-¡Cuéntanoslo todo, Adriana ! - grita Blanca.
Mis dos amigas escuchan atentamente mientras yo les relato todo lo que sucedió en Londres.
-¡Ay! ¿Te sacó a bailar en el parque? ¡Me muero! ¡Qué romántico! - comenta la enamoradiza de Laura.
-¡Uff! Pues sí que os ha dado fuerte a los dos... - salta de pronto Blanca.
- ¡Aís hija! ¡Que siesa eres! -la contesta Laura. No puedo hacer más que reírme. No podrían ser más diferentes.
-Entonces, ¿vais en serio? - me pregunta Blanca ignorando el comentario que acaba de hacer Laura. Yo, con una sonrisa perenne en la cara le respondo moviendo la cabeza de arriba a abajo.
-¡Ay qué cuquiiiii! - dice Laura mientras da pequeñas palmaditas. Blanca sigue en estado de shock. Aún no se cree lo que le acabo de contar.
-Bueno chicas, ¡se acabo el cotilleo por hoy! Vamos a vestirnos si queremos llegar a tiempo a la graduación. - propongo levantándome del sofá donde estábamos sentadas.
Entonces Laura mira su nuevo reloj de Viceroy que le ha regalado Mario y da uno de sus grititos:
-¡Qué tarde! No me va a dar tiempo! - y sale corriendo dirección a su cuarto.
Blanca y yo nos miramos y empezamos a reírnos. Esta chica es todo un show.
Una hora y media más tarde, ya estoy lista para salir. Esta mal que yo lo diga pero, estoy guapísima con mi traje burdeos y mis zapatos beiges. El pelo lo he dejado liso. Paso de rizarmelo, ¿para qué? Si antes de salir de casa lo voy a tener más liso que una tabla.
