4. Asalto a la bandera

9.9K 683 217
                                    

A lo largo del día siguiente Rodrigo permaneció muy atento a cualquier rumor que pudiera mencionar su relación con Arakaz, pero no escuchó nada parecido. Afortunadamente, parecía que Kail no había llegado a escuchar esa parte de su conversación, o si lo había hecho al menos había decidido no contarlo. Pensándolo bien, tal vez sí que lo había hecho, pero nadie le había hecho caso. De cualquier forma, parecía que Rodrigo no tenía razones para preocuparse. Kail seguía dirigiéndoles sus miradas de desprecio, tanto a él como a sus compañeros, pero eso no era ninguna novedad y no les preocupaba en absoluto.

El domingo, a la hora de la cena, Adara se presentó en el comedor para anunciar que nada más terminar tenía reservada una tarea muy especial para todos. Sus palabras fueron recibidas con abundantes protestas, ya que nunca habían tenido tareas después de la cena, pero Adara les aseguró que era por una buena razón y que pronto se lo agradecerían.

—Lo primero que quiero que vamos a hacer es dividirnos en dos grupos —explicó—, y para simplificar las cosas, los que cumplís años en un día par os reuniréis en el patio de armas, y los que cumplís en día impar os reuniréis en el patio de las fuentes. Y espero que nadie intente cambiarse de grupo porque tengo registrada vuestra fecha de nacimiento. Así pues, cuando terminéis de cenar iréis al lugar que os ha tocado a reuniros con vuestro grupo. Allí os dirán lo que tenéis que hacer.

En cuanto la maestre terminó de hablar, todos los escuderos se pusieron a comparar sus fechas de nacimiento con sus compañeros, para saber quienes estarían en su mismo equipo.

—¿Alguno de vosotros está en el equipo impar? —preguntó Rodrigo—. Yo nací el uno de septiembre.

—Aixa y yo estamos contigo —comentó Darion—. Nacimos un 29 de junio.

—Pues yo soy par —dijo Vega—. Mi cumpleaños es el 10 de agosto.

—Yo también soy par—dijo Óliver—. El mío es el 30 de Abril.

—¿El treinta de abril? —repitió Noa—. Entonces cumples años la semana que viene. Tendremos que buscarte un regalo.

—Bueno, tampoco quiero que os molestéis mucho —respondió Óliver—. ¿Conocéis alguna tienda de videojuegos por aquí cerca?

—¿Qué son los videojuegos? —preguntó Noa.

—No es fácil de explicar —respondió Rodrigo entre risas—, pero no te molestes en buscarlo. Estoy seguro de que no encontrarás nada parecido por aquí.

—¿Y tú, Noa? —preguntó Rodrigo— ¿Cuándo es tu cumpleaños?

—El dos de diciembre —respondió la chica—. Pero yo no participo. Es sólo para los escuderos.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Óliver.

—Porque he ayudado a Mirena a prepararlo —respondió ella con aire misterioso—. No os puedo decir nada, pero creo que os va a gustar.

—Pues vamos allá —dijo Darion—. Cuanto antes lleguemos, antes sabremos lo que nos espera.

Todos juntos salieron del comedor y se dirigieron a la puerta principal. Al salir al patio Noa se despidió de ellos. Como de costumbre, dijo que se iba en la enfermería, aunque esta vez no era para hacer prácticas, sino para poder verlo todo desde un punto elevado. Como no quiso darles más pistas, los cinco se despidieron de ella y luego se separaron. Óliver y Vega se encaminaron hacia el patio de armas y Rodrigo y los mellizos dirigieron sus pasos hacia el patio de las fuentes. El cielo estaba empezando a oscurecerse y la luna, que era casi llena, ya asomaba por detrás de las murallas. Los tres caminaban deprisa, rodeados por muchos otros escuderos que seguían el mismo camino. Muchos saludaban a Rodrigo y se alegraban de que estuviera en su mismo grupo.

Rodrigo Zacara y el Asedio del DragónOn viuen les histories. Descobreix ara