Capítulo 13

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A la hora de la cena, todos estaban reunidos en el comedor con la comida servida en su propia charola. El ambiente estaba rígido. Aiden estaba sentado en una esquina, divagando en sus recuerdos de las últimas doce horas. Las tropas estaban listas; los grupos de secuestro, ataque y contraataque. El perímetro estaba vigilado, los mortales protegidos por medio de magia de la Dama Gris. Todo estaba calculado, un movimiento en falso y se arruinaría la cacería. Ellos no pensaron que ese movimiento sería la ausencia de las hermanas Smith en el hotel Plaza.

La sorpresa que cada cazador se llevó fue devastadora, irracional, humillante. El odio creció dentro de ellos, aumentando las ganas de cazarlas hasta descuartizarlas.

Aiden y Phoenix por primera vez sintieron miedo de su propia especie. Anduvieron con cuidado, disimulando que tenían el mismo objetivo. Esperando que su consuelo al saber que ellas se había ido, fuera captado como desagrado.

Era el momento, tenían que presentarle el plan a Tyrell y Legend a toda costa.

– ¿En qué piensas? –Preguntó Phoenix, sentándose enfrente de él–. ¿Lisette?

– ¿Qué? No. Ya basta, Phoenix. No entiendo por qué sigues con eso.

Ella se encogió de hombros.

–Me divierte.

El celular de Aiden empezó a sonar. Dejó los cubiertos en la bandeja y lo sacó de la chaqueta. Vio de reojo a Phoenix.

–Lo sabía –dijo ella, sonriendo con diversión.

Contestó. Antes de que pudiera decir nada, Lisette ya estaba hablando.

– ¿Puedes distinguir Mayfies en un mapa normal?

– ¿Ah?

–Aiden, ¿puedes localizar Mayfies en un mapa común y corriente de Inglaterra? Ya sabes, así como puedes notar la dichosa aura.

–Sí, ¿por qué?

–Excelente. Necesitamos vernos.

– ¿Qué está pasando?

–Hablaremos después. ¿Ya tienes a los cazadores?

–No, esta noche...

–Bien. Me llamas entonces, tenemos prisa. Hasta luego, Aiden.

Colgó. Aiden tenía el entrecejo fruncido, apretaba la mandíbula. Al parecer, los brujos habían descubierto algo, mientras que los cazadores pasaron la mayor vergüenza de su existencia. Tomó aire, manteniendo la calma.

Esa mañana, cuando cada cazador ocupaba el lugar que le correspondía, el equipo de rastreo y secuestro fue tras las brujas. Cuando se dieron cuenta que no estaban, perdieron los estribos. Se pusieron furiosos, culpando a cualquiera que se les pusiera enfrente. Sobre todo a Legend por ser el cabecilla de la operación y haberle creído a la Dama Gris. Este se enfadó, por supuesto. De regreso, lo primero que hizo fue localizar a la bruja para contarle lo que había sucedido y reprocharle la equivocación.

Todos estaban que echaban humo por las orejas, Aiden temía que ninguno aceptara trabajar con ellos. Lo cual sería un grave problema. Cuantos antes se pusiera en marcha, mejor.

–Tenemos que irnos, Phoenix.

– ¿Cómo? ¡Todavía tengo mis papas!

–Come en la habitación. ¿Les dijiste a tus hermanos?

Phoenix hizo un mohín, empaquetando las papas como pudo. Se levantó detrás de él, llevando la bebida en una mano.

–Sí –vio su reloj–, irán en cuanto les avise que tienen que ir.

Cazadores vs BrujasWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu