Capítulo 18

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Los brujos se acomodaron de rodillas alrededor del mapa. La noche ya había pasado, las fuerzas que requerían estaban de nuevo recargadas. Colocaron el mapa sobre el suelo, cuatro velas localizando los puntos cardinales. Los cazadores estaban de pie detrás de ellos, al igual que Daniel.

Empezaron a murmurar hechizos a diestra y siniestra, concentrándose en la única pista que tenían de la ciudad: los brujos tenían la vista fija en el punto rojo. Con el paso de los hechizos, el color se intensificaba, cambiado de tonos.

Era la primera vez que Lisette intentaba abrir un portal, y lo hacía con ayuda de otros trece brujos. Estaba nerviosa, temía que algo saliese mal y en vez de llegar a Tyggletown se perdieran en el fondo, oscuro y frío, del abismo. Puso todo su empeño en que las cosas salieran correctamente mientras le daba rienda suelta a su imaginación. Eran veinticinco y la Dama Gris solo una. Podían vencerla con facilidad en circunstancias normales, el problema era que no estaba segura que era una circunstancia normal, ¿y quién sí? Desde que se enteró que era una bruja nada había vuelto a ser normal.

Antes pensaba en su último año escolar, en la universidad, una carrera profesional, en seguir siendo amiga de Allison, no alejarse de Daniel. Ahora estaba pendiente en que su especie, de la que se había hecho responsable como nueva identidad, no desapareciera. Pedía el apoyo de cazadores que a la larga jamás le habían hecho daño. ¿O acaso ellos habían asesinado a su madre? No, ella decidió huir, dejarlas solas, abandonadas, a la deriva. Por más que lo analizara, aunque lo intentara, ella no podía guardarles rencor. No era su idea mantenerlos unidos ni que lograran aceptarse. Estaba dispuesta a estar del lado que le correspondía sin cambiar el rumbo de las cosas.

Parecía que había pasado una eternidad desde que llegó a Nueva York, cuando Daniel apareció, cuando conoció a Aiden y todo dio un vuelco. Incluso parecía lejana la vez que hubo estado en Mayfies, tan solo pensar que eso había ocurrido hacía menos de veinticuatro horas. El tiempo pasa volando cuando te mantienes distraído; el reloj, insolente y perspicaz, se permite avanzar las manecillas con demasiada rapidez a tus espaldas, deja que se cuelen nuevos acontecimientos en tu vida, sin dar indicios de que algo pasará, sin inmutarte, sin tu autorización, te las pone enfrente, a tus manos y a tu suerte.

Devolviéndola a la realidad, justificando todo el tiempo perdido en sus pensamientos, una luz morada y gris brotó del punto rojo en el mapa. Era un remolino de luces, engrandeciéndose sobre una pequeña porción de tierra situada a un lado de Brasil. Era la ciudad, o el país. Quién podría saberlo con certeza. Los brujos perdieron la concentración una milésima de segundo en lo que se permitían sorprenderse por el descubrimiento. Podían verlo.

Con el aire incontrolable revoloteando sobre ellos, el portal estaba hecho.

–Ustedes primero, cazadores –resonó la voz de Cassie, como si hablara por medio de un megáfono.

Los brujos se apiñaron, manteniendo el portal abierto el mayor tiempo posible. Lisette observó que Phoenix tomaba de la mano a Aiden antes de introducirse. Para ellos, los cazadores, ese momento era decisivo: confiar, poner su vida en mano enemigas; o no hacerlo, abstenerse a cooperar, seguir con lo que les había dado una razón de existir.

Tyrell fue el último, junto a Lindsay, pasó una eternidad antes de que lo decidiera. En los ojos se podía distinguir la reprimenda hacia sí mismo, hacia sus hermanos. Con los labios fruncidos, el entrecejo arrugado y dirigiéndole una mirada difícil de descifrar a la mayor de los Kovalenko, Nastya, atravesó el portal.

Daniel continuó, seguido de la lista de brujos, uno a uno. Las tres hermanas fueron las últimas, se tomaron de la mano, dándose un ligero apretón para calmar los nervios.

Cazadores vs BrujasWhere stories live. Discover now