Capítulo 26

527 23 4
                                    


El regreso se dio sin contratiempos; tan pronto como habían descansado lo suficiente, los brujos crearon un portal de vuelta a Mayfies. La ciudad quedó destruida por completo, las calles estaban manchadas de rojo, algunos retrasos de ropa se distinguían entre las ventanas, los árboles, las rocas. Casas destruidas, hechas pedazos, al igual que los postes de luz, las fuentes, el parque infantil. El aroma era desagradable, Lindsay tuvo ganas de vomitar desde el momento que puso un pie en la ciudad.

Como era de esperarse, no estuvo de acuerdo con que los cazadores fueran también a la ciudad; no era su hogar. Tenían que regresar a la guarida en Nueva York como lo habían planeado. Intentó persuadir a Legend de no aceptar la "cordial invitación", mas este no le obedeció.

Así pues, el pequeño grupo de cazadores pisó la ciudad maldita, donde sintieron la esencia de la muerte aún latente. Parte del grupo llevó los cuerpos de los seis sacrificios en brazos; aunque Lindsay no fue del todo cercana a ellos, lamentaba su muerte. Nadie habló porque temían quebrarse, la cazadora lo comprendía. Cuando llevas el cuerpo de un ser querido fenecido en tus brazos, lo mejor que puedes hacer es callar; porque si hablas, si dices una sola palabra, tú te conviertes en avalancha.

El incómodo viaje llegó a su fin. Cassandra Smith les asignó una habitación a cada cazador, como agradecimiento por su ayuda en la batalla y recompensa por las pérdidas de su especie. Cómo si eso los devolviera. No lo comentó, pues sabía que sería insensible y descortés de su parte. Cassie no le desagradaba, simplemente no quería estar en aquel lugar.

En su habitación, luego de la correspondiente ducha y haber dormido por lo menos media hora, se dispuso a empezar a empacar las armas que la acompañaron toda la travesía y a prepararse para el entierro que, reconoció fue muy apropiado, los brujos estaban preparando.

Mientras se hacía una alta coleta en su largo cabello moreno, escuchó cómo el cerrojo de la puerta se desajustada permitiéndole el paso a la única persona que entraría a su alcoba sin llamar a la puerta antes.

– ¿Qué haces aquí? –preguntó de forma muy formal y correcta. Terminando de hacerse el peinado, dio media vuelta para ver a Tyrell cerrando la puerta detrás de él.

–Tenemos que hablar.

Lindsay se sintió desmoronarse por dentro. Estaba temiendo abordar aquella conversación, mas no podía evadirla para siempre. Con un asentimiento de cabeza y un suspiro que le prosiguió, cambió de lugar la maleta que estaba en su cama y se sentó en el borde de la misma, esperando que Tyrell decidiera si sentarse a su lado o no; prefería que no lo hiciera, pero este interpretó la acción como un incentivo y se situó junto a ella.

El silencio siguiente que se robó poco más de cinco minutos de su tiempo, provocó que Lindsay empezara a desesperarse. Sabía que Tyrell estaba pensando en las palabras correctas para su discurso. La cazadora tomó la iniciativa, quitándole un peso de encima y haciendo que el dolor fuera menos profundo. Si ella lo decía, le sería más sencillo asimilarlo.

–Te preocupas por ella.

Tyrell la vio a los ojos y eso era todo lo que necesitaba para saber que tenía toda la razón; lo supo por la forma en que el cazador no dejaba de mirarla durante su expedición en el castillo, el cómo la tomó por la barbilla para plantarle un beso que sin duda él deseaba. Soltó una pequeña risa burlona.

–Eres un idiota.

–Vamos, Lindsay.

– ¿Hace cuánto?

Para entonces Lindsay quería llorar. No iba a permitir que él la viera de tal manera que sintiera compasión. Se tragó las lágrimas, y envió el nudo que se estaba formando en su garganta muy lejos, donde no pudiera sentirlo más, donde no la hiciera ver como la débil.

Cazadores vs Brujasحيث تعيش القصص. اكتشف الآن