Capítulo 37.
Johann decidió que era momento de regresar. Adrianne había tenido razón al decir que en algún momento despertaría su lado responsable, y cuando sucedió él supo que tenía que volver. Una vez que se le hubo bajado la borrachera y que los últimos resquicios de su cruda moral se hubieran difuminado en lo más recóndito de su conciencia, el joven se dio cuenta de que no podía seguir retrasando lo inevitable, así que aceptó regresar cuando Alexander le dijo que ni él ni Hans podían seguir permaneciendo por más tiempo en Viena. Cuando Johann anunció su decisión de marcharse también, Alexander la tomó con aparente indiferencia pero en el fondo se sintió muy aliviado ya que por un momento sí llegó a pensar que su amigo se quedaría para siempre en Viena, o por lo menos hasta que Renée se hubiera cansado de esperarlo, en el caso de que esto pudiera llegar a ocurrir.
Debido a que Johann había cometido la locura de llegar a Austria en auto, Alexander y Hans regresarían a Berlín en avión, y Johann volvería con su hermano en coche. El violinista tenía pensado ser él quien acompañara a Johann, pero Patrick le pidió que le cediera ese honor. Según sus propias palabras, Patrick podía faltar a la universidad un día más sin que eso repercutiera gravemente en su plan de estudios, pero Alexander no podía hacer lo mismo con la Filarmónica sin el riesgo de perder alguno de los solos que habría en los próximos conciertos, además de que también tenía compromisos con el cuarteto de cuerdas al que pertenecía y algunas otras presentaciones en solitario. "Y no está nada mal", añadió, "pasar tiempo de calidad con mi hermano mayor". En cierto modo era curioso que Patrick quisiera hacer esto de adulto cuando de adolescente lo último que deseaba era estar al lado de Johann, pero por fortuna en algún momento el amor por su hermano superó su rebeldía natural. Alexander no tuvo ningún inconveniente en ceder su puesto aunque sospechaba que la petición de Patrick obedecía a una cuestión meramente personal.
- Nos veremos en Berlín.- dijo Patrick, antes de que Alexander y Hans abordaran el taxi que los llevaría al aeropuerto.- Cuiden de las chicas mientras los alcanzamos.
- Sólo llegaremos unas cuantas horas antes que ustedes, muchacho, pero nos haremos cargo.- Hans lo palmoteó en el hombro para despedirse. Se había dejado crecer la barba y en esos momentos, más que nunca, parecía un feliz leñador.- Manejen con cuidado y ya no vayan a beber más alcohol, ¿eh?
- No somos idiotas como para tomar y conducir al mismo tiempo, Hans.- replicó Johann, pero después rectificó.- No lo somos tanto. Y por cierto, no he tenido la oportunidad de agradecerles a ti y a Alexander por venir. No tenían por qué hacerlo, sobre todo porque dejaron de lado sus responsabilidades con la Filarmónica y con sus familias por mi culpa, pero precisamente por eso se los agradezco.
- No tienes nada qué agradecer.- replicó Hans, mirando a Johann de una manera paternal.- Como le dije a Alexander, tú también eres parte de mi familia.
- Lo cual es un honor para mí.- respondió Johann, sintiéndose conmovido.- Pero aun así no debes descuidar a tus hijos; sé por experiencia lo difícil que es estar sin un padre.
- No es como si Hans se hubiera ido a comprar cigarros.- Alexander rio de su mal chiste.- Estaremos ahí para la hora del almuerzo y seguramente Helga ya nos estará esperando con comida suficiente para alimentar a la mitad de Alemania.
- Procura no hacer alguna idiotez mientras llegamos.- Johann miró con severidad al italiano.
- Me agradabas más cuando estabas ebrio.- replicó Alexander, encogiéndose de hombros.- Lástima que eso no volverá a ocurrir en mucho tiempo.
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El Sonido del Silencio.
RomanceUna joven reportera mexicana busca una segunda oportunidad en Europa tras haber sido desterrada de su país debido a ciertos roces que tuvo con el narcotráfico; mientras trata de reconstruir su vida en el Viejo Continente, ella convivirá con personas...