Capítulo 1.

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— ¡Me voy! —grito, saliendo de mi casa con una enorme maleta en el brazo derecho.

— ¡Ema vuelve aquí de inmediato!

— ¡No lo haré! ¡Olvídense de mí!

Miro a las personas que quieren detenerme. No puedo evitar apretar mi único puño libre con rabia, ellos no merecen ni que les vea a la cara, no valen tanto la pena como para que desperdicie mi tiempo con ellos.

— ¡Ema, hazle caso a tu madre!

— ¡No lo haré! ¡Ustedes no son mis padres!

Exacto. Me acabo de enterar que esas personas con las que viví dieciocho años no son en realidad mis padres, fui rescatada del orfanato a los tres años de edad y por eso no tengo recuerdos de ello. Muy astuto de su parte, me lo hicieron creer con mucha astucia, pero todo se descubre en algún momento.

Tomo mi bolsa. Comienzo a revisarla para hallar mi cartera y al hacerlo, me doy cuenta de que no tengo nada de dinero, así que suspiro realmente frustrada por no haberme tomado la molestia de ahorrar. Doy media vuelta y camino hacia mis padres para tenderles mi mano libre.

—Necesito dinero.

Ellos me miran incrédulos, pero decido no mirarlos más, no quiero que mi cara de vergüenza se caiga al suelo. Mi día es lo suficientemente malo como para seguir dependiendo de ellos, pero ¡Ya no más! Ahora seré alguien independiente porque al fin termine la preparatoria y estoy de vacaciones.

Mi padre saca su billetera con una enorme mueca. Me entrega el dinero. Lo comienzo a contar y abro ligeramente los labios porque es lo suficiente como para sobrevivir sin trabajo durante un tiempo.

—Adiós —me despido. Doy media vuelta y comienzo a caminar un poco lento, estoy esperando a que me detengan para que los rechace de nuevo.

— ¿Crees que lo logre?

—Volverá en unas horas.

Sacudo la cabeza molesta. Ellos siempre pensaron que no soy capaz de sobrevivir por cuenta propia, pero les voy a demostrar lo contrarió cuando no regrese en algunos meses, no les pediré dinero y mucho menos una segunda oportunidad de ser la hija perfecta.

Dejo mi maleta en el suelo. Me siento sobre de ella, saco mi celular y marco el número de taxi, esperando a que me contesten con demasiadas ansias.

—Hola, buenos días...

—El número que usted marcó no está disponible.

¿Ni siquiera los taxistas me contestan en este preciso momento? ¿Cómo una chica como yo puede pasar por todo esto?

Me levanto de mi maleta. La tomo de nuevo con mi mano derecha y comienzo a caminar para alejarme lo más pronto de mi hogar, estoy segura de que mis padres todavía están observando mis movimientos.

—Al parecer tomare el autobús...

Levanto la mano realmente avergonzada. El autobús se detiene enfrente de mí y subo con mi enorme maleta en la mano derecha, a pesar de que doy unos cuantos tropezones, logro llegar a un asiento que no tiene compañero y dejo que un suspiro de alivio salga de mis labios. Nunca me gusto compartir un asiento en autobús y mucho menos ahora que tengo una maleta gigantesca sobre de mí.

Un gigantesco hombre sube al autobús. Sin poder evitarlo comienzo a buscar un lugar desocupado, teniendo la esperanza de que él se sentara lejos de mí. No hay ninguno, más que el que está justo a mí lado.

El desastroso embarazo de EmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora