Capítulo 7.

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Coloco el costado de la palma de mi mano en mi frente, evitando que el sol me deje ciega mientras observo el enorme edificio departamental que tengo justo a unos cuantos metros. Dejo caer mi mano y miro a Adam quien está mirando también el edificio con una ligera mueca que le ocasiona el sol, trata de sonreír pero lo único que me está demostrando es incomodidad.

— ¿Tu estúpido restaurante paga un lugar tan lujoso como este? —pregunto con incredulidad.

—Sí, ser dueño de un restaurante te da grandes ingresos.

Coloco mi mano en el parachoques del auto.

— ¿Por eso tienes un carro tan horrible como este?

—No necesito un auto hermoso, aumenta la probabilidad de asalto. No quiero arriesgarme a que me sigan y descubran que vivo en un lugar tan, como tú le llamas: lujoso.

Aplaudo por unos cuantos segundos. Me mira con el ceño fruncido, formando dos líneas en su frente y bajo ambos brazos con una casta sonrisa de impresión.

—Al menos si piensas. Todavía no me convences del todo, tu auto sigue siendo una porquería para mí.

—Y para mi, sigues siendo una mocosa de catorce años, insensible y además...

— ¡Ya entendí! —lo interrumpo de golpe.

Observo como abre la puerta trasera y saca mi maleta con algo de esfuerzo. Al parecer, se le olvidó que pesa un montón para ser una simple maleta con ropa, accesorios, zapatos. En realidad, con muchas cosas pesadas.

Sostengo la puerta antes de que la cierre, me inclino unos centímetros y tomo mi bolso con fuerza, comienzo a moverlo de un lado al otro cuando trato de reincorporarme al salir del auto.

— ¿Seguirás jugando?

Niego con la cabeza. Le extiendo mi bolso y él, tan solo me mira confundido.

— ¿Sostendrás mi bolso?

—Claro señorita, ¿Quiere que le limpie la mierda en el cerebro?

Abrazo con fuerza mi bolso.

—Olvídalo.

—Olvidado.

Me encojo de hombros al escuchar su respuesta y luego de eso, comienzo a caminar mientras examino el lugar.

Las paredes son de un color claro, el piso es de un tipo de madera que hace resonar mis zapatos. Miro hacia arriba al ver como la gran lona me cubre del sol y cuando entro al edificio. Me sorprendo, el color rojo tipo ladrillo y las lozas blancas y negras le dan un enorme toque de elegancia a la recepción.

El recepcionista me mira con una sonrisa típica en ellos, está detrás de aquel gran escritorio negro y a un lado de él, se encuentra su computadora de esas que salieron este mismo año. Le enseño una sonrisa amistosa y camino hacia él, dejando muy por detrás a Adam —que seguro está muy ocupado con mi maleta—.

—Hola buenas tardes señorita, ¿Desea algo?

Lo miro con los labios ligeramente abiertos, luce como alguien muy educado.

—Harold, esta chica es nueva en el edificio y para mi mala suerte, se quedara en mi departamento.

Doy media vuelta para mirar a Adam con desprecio. Él, está entregando mi maleta al botones y también logro ver como le entrega algunos billetes. Miro de nuevo al recepcionista y le enseño una sonrisa avergonzada.

El desastroso embarazo de EmaWhere stories live. Discover now