Capítulo Vigésimo Tercero (narrado por Luisa)

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Desde que la vi supe que era rara. Bah, la palabra <<rara>> tiene diversos significados según la persona a la que se le pregunta.
  
   Pero ella era rara, en el sentido en que todo lo que hacía, la ropa con la que se vestía, todo lo que tuviese que ver con ella me parecía desconocido y en cierto modo desagradable.

   Era rubia, pero no era un rubio pálido y horrible, sino un rubio de color oro.

   Su cabello era hermoso y sedoso, era lacio y le llegaba hasta el pecho. Su cara era redonda, con unos cachetes bastante gorditos y tenía los ojos azules como el mar un día de verano.

   Su sonrisa era tan linda que solo verla te ponía de buen humor.

   Era algo gordita, pero hasta la gordura le sentaba bien. Por eso me desagradaba.

   Además, ella era muy callada. Creo que sólo me dijo "hola" en la primera noche que dormimos en la misma cabaña y luego no me dijo ni mu.

   Pero no era que yo no había intentado establecer vínculos con ella, es más, siempre andaba pensando en  algo que decir o en algún tema del que hablar.

   Pero cada cosa que decía quedaba intacta en el aire, y parecía que las palabras que yo pronunciaba le entraban por una oreja y le salían por la otra.

   Una de las tantas cosas buenas que tenía era que cocinaba como los dioses, ¡y no exagero! Hacía unos buñuelos de espinaca deliciosos, una torta de chocolate que estaba para chuparse los dedos y un estofado de carne que era tan rico que siempre terminabas devorándote otro plato.

   
    Recuerdo perfectamente el día que mantuvimos una conversación por primera vez. Fue el día de <<La Repartición>>. Para esa ocasión me puse el vestido negro con el que había ido al cementerio aquel primero de febrero (que parecía tan lejano) y unos tacos negros que me había prestado Marina.

   Me disponía a observar mi reflejo en el espejo cuando veo que mi compañera se apoya contra la pared que se encontraba detrás de mí y me dice:

     -Te ves linda.
     -Gracias-respondí, sonriéndole.
  
  Me miró con ojos llenos de nostalgia.

     -Recuerdo cuando solía vestirme así para salir.
     -¿Cómo te llamas?-la interrumpí.
     -Hanna. Yo te recomiendo no hacerte muchas ilusiones hoy, Luisa.
     -¿Cómo sabes mi nombre?-pregunté.
     -Aquí todos te conocen.-murmuró y se fue.



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Nota de la autora:

Hola!! Espero que les haya gustado el capítulo. Si es así, no se olviden de votar, me ayudarían muchísimo:)

PD: ya se viene la parte más interesante del libro, no os preocupéis ;)
 
  

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